El 6 de marzo de 1836 las tropas del General Antonio López de Santa Anna, Presidente de México, entraron en la antigua misión española de El Álamo, convertida en fortificación militar por los secesionistas texanos, en su mayor parte inmigrantes estadounidenses. Según narran las crónicas, el asedio duró trece días, en los que unos mil quinientos soldados mexicanos sitiaron un fuerte defendido por menos de doscientos sesenta hombres que, días antes, habían ido llegando ante la petición desesperada de ayuda efectuada por los co-comandantes texanos James Bowie y William Barret Travis. Pese a la negativa -por razones tácticas- del mando secesionista texano a defender lo que consideraban un puesto indefendible, los sitiados en El Álamo decidieron defender el fuerte hasta el final, tal vez en la creencia de que finalmente llegarían los refuerzos. La batalla se saldó con una cifra de muertos y heridos, en el bando mexicano, que probablemente estuvo entre los cuatrocientos y los seiscientos; mientras que los texanos fallecieron casi todos, bien en la batalla, bien tras el «toque a degüello» ordenado por Santa Anna con el objeto de no hacer prisioneros. Tras la toma de El Álamo los mexicanos siguieron avanzando; el 21 de abril, mientras estaban acampados cerca del río San Jacinto, el ejército de Santa Anna se dejó sorprender por los hombres de Samuel Houston, Mayor General del ejército de Texas. Santa Anna fue capturado y obligado a firmar el Tratado de Velasco, que supuso, de hecho, la independencia de Texas, estado finalmente incorporado a los Estados Unidos en diciembre de 1845. A pesar de la decisiva implicación gringa en estos episodios históricos, la tradición estadounidense ha convertido la batalla de El Álamo en un ejemplo de resistencia contra la opresión y de defensa de determinados valores, como la libertad, la lealtad, el sacrificio o la justicia. El grito de «Remember the Alamo» se hizo habitual para recordar la crueldad de Santa Anna y la heroicidad de los defensores de El Álamo.
Ya sabemos cómo se las gastan los estadounidenses en materia propagandística … El cine es un buen ejemplo, con películas como «El Álamo» (1960) o «El Álamo: La Leyenda» (2004); y, por supuesto, la música, con temas como el que hoy nos ocupa: «Remember the Alamo», escrito por Jane Bowers y grabado por primera vez por Tex Ritter en 1955. Sin embargo, la versión más famosa fue la The Kingston Trio, con algunos cambios en la letra probablemente con el beneplácito del autor; fue incluida en su álbum «At Large» (1959). El segundo vídeo de esta entrada tiene a Johnny Cash como protagonista, en concreto la versión incluida en su disco «Ring of Fire: The Best of Johnny Cash» (1963). Existen más adaptaciones country de esta canción, como la de Willie Nelson, sin embargo he preferido finalizar en tono folk, con la versión de Donovan, que formó parte de su primer Lp de estudio, titulado «What’s Bin Did and What’s Bin Hid» (1965).
Con la batalla de El Álamo Texas lo que quería era su independencia, no unirse a EE.UU. como pasó 9 años después, pero ya se sabe que a los estadounidenses les gustan predicar la libertad para los demás pero ellos se creen con derecho a anexionarse territorios (y encima tienen la desfachatez de decir que es para preservar esa libertad). Me ha venido a la cabeza una canción de Marty Robbins sobre la batalla de El Álamo en la que cuenta, como en esta, toda la historia.
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El problema es que, desde el principio, la injerencia estadounidense siempre estuvo presente, Texas estaba lleno de estadounidenses y éstos fueron mayoría en alguna de las batallas importantes, por ejemplo la del Álamo, donde también se dice que había más buscavidas que verdaderos patriotas texanos. Es verdad que los texanos querían su independencia pero tampoco es casual que, pocos años después, entraran a formar parte de los EE.UU … Gracias por ese tema de Marty Robbins, que viene muy bien a la entrada, Eduardo. Saludos.
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Estos Americanos. Mi padre decía que eran indios con sombrero, algo que nunca entendi la verdad y jamás se me ocurrió preguntarle.
Sobre el Monumento de El Alamo hay una anécdota desternillante del tío Ozzy: Durante una gira por San Antonio, Texas, Ozzy se cogió una de sus habituales borracheras, de las que sinceramente me cuasta creer que no hayan acabado con él. Como tenía la costumbre de desaparecer, su manager y esposa Sharon , se llevó toda la ropa de Ozzy mientras éste se bañaba en el hotel y la escondió para retenerl y evitar que se metiera en problemas . El bueno de Ozzy, desesperado por salir, se puso una bata de Sharon y se las arregló para salir a dar un paseo. Después de un rato sintió ganas de orinar, así que liberó su vejiga, sin darse cuenta que estaba haciéndolo en las paredes del fuerte Alamo. Esto fue en 1982, tardó 32 años en pedir disculpas.
Saludos
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Lo de indios con sombrero, o algo parecido, también lo dice mi padre, debe ser algo generacional, jajaja ¡Qué bueno, Ozzy! sólo a él se le ocurre mearse en El Álamo, si le pillan le mandan a chirona, por irreverente XD Saludos.
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Si pillarle le pillaron, por eso pidió perdón 32 años después y creo que tuvo que pagar 10.000 dolares de multa.
Preguntale a tú padre lo de los indios, así salimos de dudas.
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Pues salió bastante airoso. Le preguntaré a mi padre …
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Pues si, una historia que se presta a estereotipos y a manipulación. Seguramente la letra de la canción también será por el estilo. Lo que está claro que a Donovan le interesaba el mercado americano y esto fue una buena apuesta.
Curioso el ritmo de bolero de Ravel que le pone Johnny Cash. Aún así la que más me gusta es la de Donovan. Esa guitarra es fantástica.
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Efectivamente, la letra está en la línea que comentaba de defensa heroica, libertad y todo eso … El otro día comentaba, en la entrada que hice sobre el Bolero, que hay muchísimas canciones de la cultura popular basadas en este tema de Ravel, aquí tenemos otro ejemplo. Gustándome mucho Johnny Cash, en este caso también prefiero la de Donovan, además creo que el tono folk le hace muy bien a la canción. Saludos.
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Coincido con Luis en la preferencia, lo de indios con sombrero no se lo hoy a mi padre pero seguro que lo habría escuchado ya que también era aficionado al Western y a esas míticas novelas de estefanía que leían todos los porteros de España….Por cierto en cuanto a defensas numantinas me he vuelto casi nórdico, viendo toda la serie de vikingos…que buena!!!.
Por cierto yo venia aquí a hablar de mi libro (con voz impostada a lo umbral,…es broma) Por fin ya esta en el éter digital espero que os guste:
http://huellasonora.es/huellas-sonoras/
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Sí, el mío también se leía (y creo que lo sigue haciendo) todas las novelas del oeste que podía, él prefería Silver Kane y Keith Luger a Estefanía, así que debe ser cosa de la época. Vikingos es buenísima, yo la llevo al día y esperando ya la próxima temporada, con nuevos protagonistas … Pues ahora mismo me paso por Huella Sonora. Saludos.
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Mis recuerdos de mi padre también incluyen películas de vaqueros y la lectura de muchísimas novelas de esas del oeste… cosa que yo también hice de joven, eran muy buena opción para esos ratitos en que no te apetecía empezar un libro nuevo o querías relajar la mente!! y como al padre de Raúl, a mí que me dieran a Silver Kan o Keith Luger. Por cierto que, como autor, M. L. Estefanía (el original, o alguno de sus hijos o nietos)pueden considerarse un referente en la producción y edición literaria de este país, con más de 3000 títulos publicados, millones de ventas e incluso usó otros seudónimos con los que publicó hasta novela rosa.
Si alguien quiere… aunque hace tiempo que regalé la mayoría, todavía queda alguna por casa como recuerdo, porque ya no conozco ningún quiosco donde puedan ir a cambiarse (que es el otro recuerdo que asocio a estas novelitas)
Saludos!
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Mi padre también leía a Estefanía, pero prefería a los otros, dice que eran más directos, tal vez menos literarios y pegaban más tiros … Aunque a mí nunca me dio por leerlas me sabía todos los títulos que había leído mi padre, porque era yo el encargado de cambiarlas, a la vez que cambiaba mis tebeos (TBO, Pulgarcito, Patrulla X, Los Cuatro Fantásticos, etc.) Aquellos establecimientos eran una maravilla, por poquito dinero renovabas la lectura … Saludos, Julia.
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