Camel es una de las grandes bandas de la época dorada del rock sinfónico, y de las que aún permanecen en activo. A menudo se la incluye en el movimiento progresivo conocido como “sonido Canterbury” o “escena Canterbury” -del que participaron grupos como Caravan o Soft Machine-, caracterizado por la utilización de elementos procedentes del jazz, la psicodelia y por el protagonismo de los teclados y otros instrumentos menos habituales en el rock, como la flauta o el violín. De los inicios de Camel ya nos ocupamos en un post anterior dedicado a su primer disco, aunque no ha sido la única vez que han aparecido en este blog, también lo han hecho con ocasión de las entradas en torno a los temas “Echoes” y “Rhayader” / “The Snow Goose” / “La Princesse Perdue”. Para esta ocasión os propongo la composición titulada “Lady Fantasy”, una de las más conocidas de Camel, perteneciente a su segundo álbum de estudio (“Mirage”, 1974).
Este disco, conocido por todos los aficionados al género como “el del paquete de Camel”, reproduce en su portada la imagen de la cajetilla de cigarrillos Camel, aunque de manera un tanto distorsionada, como si fuera un espejismo desértico. Esta portada tuvo que cambiarse en Estados Unidos, después de que la tabaquera amenazara con denunciar al grupo y a la discográfica; en Europa se mantuvo, incluso se llegó a un acuerdo con la filial europea para promocionar su producto en los conciertos y en los discos vendidos, por ejemplo, regalando pequeñas cajetillas de cinco cigarrillos con cada álbum. “Mirage” es uno de los mejores discos de Camel, y de los más representativos de ese estilo melódico, elegante y sensible que caracteriza a esta banda británica. Todos los temas del disco fueron compuestos por Latimer y Bardens, excepto “Lady Fantasy”, que está firmada por los cuatro miembros de la banda: Andrew Latimer (guitarras, flauta, voz), Peter Bardens (teclados, voz), Doug Ferguson (bajo) y Andy Ward (batería).
El tema comienza con un potente sonido de teclados que, hacia el minuto 0:47, cambia radicalmente a una suave melodía de guitarra que hará las veces de hilo conductor en esta pequeña suite; la primera parte cantada hace su aparición en el minuto 1:24, con un tono entre bucólico y jazzístico; el siguiente cambio importante lo detectamos en el minuto 3:47, con un potente bajo que da paso a un excelente solo de guitarra a cargo de Latimer; regresamos a la melodía inicial en el minuto 5:11, la guitarra es ahora más melódica y suave que antes, y una nueva parte cantada es la antesala de otra ruptura en la estructura del tema, que acaba con la tranquilidad y el sosiego para dar paso a una fase (minuto 9:10) casi hardrockera, en la que destaca un interesantísimo solo de órgano a cargo de Peter Bardens; la salida la tenemos en el minuto 12:01, con la expresiva guitarra de Latimer como protagonista, volvemos a recuperar la melodía conductora que nos lleva a un apoteósico y bello final.
Además del original de estudio, con el que encabezamos esta entrada, también os recomiendo la versión en directo recogida en el álbum “A Live Record” (1978), y dos interpretaciones más, a cargo de los grupos Galahad (instrumental) y Equus (cantada en catalán).
