En tiempos de la Revolución mexicana, durante la década de 1910, se hicieron populares una serie de composiciones musicales, que tenían su origen en el romance español. Tenían como principal objetivo narrar acontecimientos reales, eran algo así como periódicos populares que informaban y, también, ensalzaban a los héroes locales con visiones épicas de las batallas y los hechos que se generaban en su entorno próximo. Así es como nacen los corridos, también conocidos como mañanitas, ejemplos, versos, tragedias, relaciones o coplas. Estas historias de grandes hombres de la Revolución, de batallas, bandoleros, asesinatos, ejecuciones, accidentes o desastres naturales fueron, poco a poco, evolucionando hacia otros temas, como las drogas, muy presentes en la cultura mexicana del siglo XX más reciente.
En este contexto aparecen los narcocorridos, un subgénero del corrido mexicano tradicional en el que los hechos que se narran están relacionados con el mundo de las drogas, el narcotráfico, la violencia, el dinero, la corrupción, los enfrentamientos entre la policía y los traficantes, la influencia cultural que ejercen estas actividades ilícitas en la sociedad y, en general, todo lo que se ha venido en denominar “narcocultura”. Durante la década de 1970, momento en el que este género inicia su apogeo, algunos grupos y artistas de narcocorridos fueron perseguidos por los narcotraficantes; y, también en ocasiones, por los representantes de la ley, por considerar que hacían apología del crimen organizado. En la actualidad, el narcocorrido ha evolucionado hacia un movimiento casi clandestino, que tiene su hábitat natural en internet, entre las comunidades mexicanas que viven en Estados Unidos, con contenidos más explícitos y violentos (torturas, armas, secuestros, venganzas, etc.); es lo que coloquialmente se conoce como “narcocorrido alterado”, un movimiento que busca acomodo en la red, ante la persecución del gobierno mexicano, que prohíbe estas manifestaciones en medios habituales como la radio o la televisión. Si queréis saber más sobre los narcocorridos, os recomiendo el artículo de Luis Ómar Montoya Arias y Juan Antonio Fernández Velásquez, titulado “El narcocorrido en México”, publicado en 2009 por la revista Cultura y Droga, 14(16): 207-232.
Nosotros nos vamos a quedar en la segunda etapa de los narcocorridos, la que tuvo lugar durante las décadas de 1970 y 1980. Y lo vamos a hacer con uno de los grupos más representativos de este estilo fronterizo: Los Tigres del Norte, una agrupación originaria de Sinaloa (México), creada en 1968 en la localidad estadounidense de San José, en el estado de California. El tema que proponemos es uno de los más conocidos de este género, “La Banda del carro rojo”, que cuenta la historia de Lino Quintana y su banda, un narcotraficante de principios de 1970, que el músico Paulino Vargas inmortalizó a partir de un rastreo de este personaje en periódicos y archivos policiales; parece que a Lino Quintana lo mataron en Nuevo México, cuando salía de Dexter. Si no me equivoco, la primera grabación de esta canción fue la del grupo Los Alegres de Terán, de 1972, aunque quienes la popularizaron fueron Los Tigres del Norte, que la incluyeron en su álbum titulado “La Banda del carro rojo” (1976); aquí os dejo una interpretación en directo de este narcocorrido. El grupo español Puro Relajo ha grabado una versión de este tema, en cuyo vídeo promocional se recrea la historia narrada en la canción.

El primer corrido que conocí fue el de “Juan sin tierra” en la voz de Víctor Jara, que me lo sabía de memoria y me encantaba ese punto revolucionario cuando decía lo de “Gritó Emiliano Zapata, quiero tierra y libertad…” y ahí dejé el folklore mexicano, por mucho tiempo, del que me sonaba Vicente Fernández y sus mariachis y poco más. A los Tigres del Norte los conocí por su actuación en la prisión de Folsom, rememorando a Johnny Cash y me parecieron muy especiales, de los que van a estar siempre en el lado de los desposeídos, contando sus historias. De ahí a los “Narcocorridos” casi es un paso natural, allí donde hay una realidad, ellos la cuentan, aunque al Gobierno no le guste. Comentamos en otra ocasión su presencia en series como “Breaking bad” que posiblemente popularizó el género y yo diría que influyó en la estética del videoclip de “Puro Relajo” al contar la historia de Lino Quintana.
Un tema realmente interesante el que traes con esta entrada, tan musical como social, me ha gustado mucho profundizar en él. Abrazos Raúl!
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Hay una vertiente muy popular de los corridos, sobre todo la más visible fuera de México, como muy festiva, esos típicos temas que canta todo el mundo, sobre todo cuando está un poco borracho, en bodas y fiestas similares. Pero realmente tienen una componente social, incluso de protesta, muy importante; en este sentido, los narcocorridos son ejemplares, a veces se es más incisivo y contundente simplemente contando los hechos aunque, en ocasiones, haya que aderezarlos un poquito para aumentar el dramatismo. Me acuerdo que hablamos de este género en tu entrada sobre Johnny Cash, de los Tigres del Norte y de los Cuates de Sinaloa, con ese tema que apareció en Breaking Bad (lo dejo al final, para los que no lo conozcan). El vídeo de Puro Relajo es genial, todo un homenaje. Muchas gracias, Eva. Abrazos.
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Uy, que gracia me han hecho jajajaj…las letras como si fuera un guión para para la película . Las letras en el estilo artístico » naif». Adoro a los mexicanos . Muchas gracias. Un abrazo.
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Jajaja, como para spaguetti westerns de serie B, o para series tan buenas como «Breaking Bad»; no hay término medio, la exageración es una de las características del género. Un abrazo.
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Se hace raro, la letra seria, pero la música da ganas de verbena, ja, ja. Un abrazo, Raúl
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Jajaja, así son Los Tigres del Norte: letras con compromiso social y música de fiestas de pueblo. Abrazos.
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