Small Faces. “Itchycoo Park”

Si habéis visto la película “Quadrophenia” (1979), basada en la ópera rock de la banda británica The Who, ya sabréis que, a mediados de los sesenta, los mods y los rockers -también conocidos como teddy boys– no se llevaban muy bien. Los primeros vestían con trajes o ropa cuidada, se desplazaban en scooters y escuchaban música americana y británica de los años sesenta (soul, R&B, ska o música beat), mientras que los segundos solían ir ataviados con cazadoras de cuero negras y botas, viajaban en moto y amaban el R&R de los años cincuenta (Bo Diddley, Gene Vincent, Eddie Cochran, etc.) Los mods también eran seguidores de bandas británicas cercanas al blues-rock, como The Yardbirds, The Who o The Small Faces, los protagonistas de este post.

Dieron sus primeros pasos como grupo en 1965, cuando Ronnie Lane (bajo, voz), Steve Marriot (guitarra, voz), Kenney Jones (batería y percusiones, voz) y Jimmy Winston (teclados) -pronto sustituido por Ian McLagan (teclados, voz)- decidieron buscarse la vida dando conciertos en bares y clubs londinenses; en uno de aquellos conciertos, en realidad el primero que hacían fuera de la capital inglesa, concretamente en Sheffield, se las tuvieron que ver con una multitud formada por trabajadores bebedores y teddy boys; a la tercera canción tuvieron que huir del local, refugiándose en el King Mojo Club, que estaba repleto de mods, donde se ofrecieron a tocar gratis para regocijo de los presentes. Desde entonces, los mods reconocieron como suyos a los Small Faces. Publicaron sus primeros singles entre 1965 y 1966 (“Whatcha Gonna Do About it?”, “I’ve Got Mine”, “Sha-La-La-La-Lee”, etc.); en 1966 también aparecería su primer Lp (“Small Faces”) y, en 1967, el tema con el que hoy presentamos a esta banda: “Itchycoo Park”, uno de los más conocidos de esta formación.

Escrito por Steve Marriott y Ronnie Lane, no fue publicado en ningún álbum lanzado en Reino Unido, aunque sí en el titulado “There Are But Four Small Faces” (1968), comercializado en los Estados Unidos. Según señalan las fuentes consultadas, “Itchycoo Park” fue una de las primeras grabaciones musicales en las que se utilizó el efecto de sonido conocido como “flanger”; en este tema, en concreto, se manejaron dos cintas sincronizadas reproducidas simultáneamente mientras se alteraba muy levemente la velocidad de una de ellas en la grabación. Como sucede con muchas canciones de pop y rock psicodélico, se ha elucubrado sobre el lugar donde se encuentra el parque en cuestión, también sobre la letra, incluso sobre el origen de la palabra “Itchycoo”. Parece que, ante la prohibición de la BBC para emitir la canción, debido a sus alusiones explícitas a las drogas, al promotor del grupo, Tony Calder, no se le ocurrió otra cosa que comentar en la BBC que “Itchycoo Park” era un lugar, ubicado en Ilford, donde habían tocado cuando eran más jóvenes; el caso es que la explicación “coló” e inmediatamente fue retirada la prohibición. Ronnie Lane explicaría después que Itchycoo Park era un lugar situado en Ilford al que solían ir; entonces, alguien sugirió el nombre por las ortigas que había en aquel lugar y por la sensación de picor que dejaban; Steve Marriott también se refirió al mismo parque aunque, según él, las que picaban realmente eran las avispas.

Small Faces se disolvió en 1969, dando paso a dos bandas también muy importantes en la historia del rock: Faces (con Rod Stewart y Ronnie Wood) y Humble Pie (con Peter Frampton). Os dejo este directo, para que veáis a los Small Faces interpretando esta canción, y dos versiones, a cargo del grupo de heavy metal Quiet Riot y de la banda de música dance M People.

Cream. “White Room”

Aunque el hard rock tiene su apogeo en la década de 1970, con bandas como Deep Purple, Led Zeppelin o Black Sabath, sus orígenes se sitúan en los años sesenta, con el blues-rock, la psicodelia y el garage rock como caldo de cultivo propicio para ello. A aquella época pertenecen bandas como Steppenwolf, Vanilla Fudge, Iron Butterfly o Blue Cheer, que habitualmente se consideran fundamentales en el surgimiento de este género. Aunque hay dos que, en mi opinión, son las más importantes, dos grupos que deberían conocer todos los aficionados al hard rock y el heavy metal, aunque sólo sea por reconocimiento y respeto; por supuesto, me estoy refiriendo a los power trío The Jimi Hendrix Experience y Cream. De los orígenes de Cream ya hablamos en una entrada anterior, la dedicada al tema de Robert Johnson “From Four Until Late”, que formó parte de su primer álbum (“Fresh Cream”, 1966); también ha tenido cabida en este blog el segundo Lp (“Disraeli Gears”, 1967), con el tema “Sunshine of Your Love” como protagonista; y el tercero (“Wheels of Fire”, 1968), aunque sólo fuera para recordar la versión que Cream hiciera de la canción “Born Under a Bad Sign”, del mítico Albert King.

Wheels of Fire”, grabado como álbum doble (un disco de estudio y otro en directo), es una obra fundamental en la historia del rock, un trabajo de gran calidad en el que confluyen estilos como el blues-rock, el rock psicodélico y el germen de lo que, poco después, vendría en llamarse hard rock. Jack Bruce se hizo cargo de la voz principal, el bajo y otros instrumentos, como la armónica, el violonchelo o la guitarra acústica; Ginger Baker tocó la batería y las percusiones, mientras que la guitarra fue cosa de Eric Clapton; por último, el productor Felix Pappalardi ayudó con instrumentos como la viola, las campanas, el órgano o la trompeta. Los ingenieros de sonido fueron Tom Dowd (disco 1) y Adrian Barber (disco 2). En “Wheels of Fire” se incluyeron versiones de músicos como Robert Johnson (“Crossroads”), Willie Dixon (“Spoonful”), Booker T. Jones y William Bell (“Born Under a Bad Sign”) o Walter Vinson y Lonnie Chatman (“Sitting on Top of the World”); el resto fueron compuestas por Ginger Baker o Jack Bruce, a veces en colaboración con otros autores. La cara A del primer disco comienza con el tema “White Room”, firmado por Jack Bruce (música) y Pete Brown (letra); sin duda, es una de las canciones más conocidas de Cream, también de las más psicodélicas, con una poética letra sobre la depresión y la desesperanza. Eric Clapton utilizó en esta canción un pedal wah-wah, al parecer influenciado por Jimi Hendrix. Os dejo ésta versión en directo de 1968 y algunas interpretaciones de “White Room” por miembros de Cream, en concreto ésta de Eric Clapton y amigos, ésta otra de Jack Bruce y amigos, y una más de Jack Bruce, esta vez junto a Gary Moore.

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Deep Purple. «Son of Alerik»

Deep Purple es una de las bandas en activo más veteranas del panorama roquero internacional. Se formó en 1968 y, desde entonces, no han sido pocos los cambios que ha experimentado este quinteto, diferentes alineaciones que suelen ser etiquetadas como “Mark I”, Mark II”, etc. Sin embargo, hubo un período, entre 1976 y 1984, en el que la banda no existió, ya que fue disuelta en 1976, cuando el vocalista David Coverdale comunicó a sus compañeros Ian Pace y Jon Lord, los únicos que aún quedaban de la formación original, que abandonaba el grupo para iniciar un proyecto en solitario. Era la crónica de una muerte anunciada, el final de una etapa marcada por las adicciones de los últimos músicos que entraron en la banda: Glenn Hughes y Tommy Bolin, éste último también tuvo que aguantar la animadversión del público inglés hacia él, que nunca asimiló la sustitución de Ritchie Blackmore por un guitarrista estadounidense. Durante ocho años, los integrantes de Deep Purple se centraron en sus respectivos proyectos musicales: Rainbow, Whitesnake, Gillan, etc. En 1980 el nombre de Deep Purple volvió a escucharse en los escenarios, aunque se trataba de una versión ilegítima del grupo, una iniciativa liderada por Rod Evans, el que fuera primer vocalista del grupo, que dio lugar a un pleito finalmente ganado por los miembros que detentaban los derechos sobre el uso del nombre de la banda.

La reunión definitiva se produjo en 1984, nada más y nada menos que con los cinco componentes del Mark II, la formación emblemática de Deep Purple: Ritchie Blackmore (guitarra), Ian Gillan (voz), Roger Glover (bajo), Jon Lord (teclados) e Ian Paice (batería). En otoño de 1984 publicaban el que fue el undécimo álbum de estudio de esta formación, un trabajo que conserva la vieja esencia hardrockera de la banda, renovada con los sonidos que fueron aprendiendo y desarrollando durante aquellos ocho años de interrupción púrpura. “Perfect Strangers” (1984), que fue como se tituló este disco, fue reeditado en 1999, añadiendo entonces un tema más que, en 1984, había sido utilizado como cara B del single “Perfect Strangers”: “Son of Alerik”. Este tema instrumental, compuesto por Ritchie Blackmore, es una de esas rarezas de las que hace tiempo nos habló el amigo Alex en su blog Rocktelegram; un enigmático tema que más bien parece el regreso a los Deep Purple de los años sesenta, cuando la componente psicodélico-progresiva tenía más peso en esta formación que el hard rock, el sonido que les hizo famosos a comienzos de los setenta.

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Iron Butterfly. “In-A-Gadda-Da-Vida”

Iron Butterfly es el nombre de una banda californiana, creada en 1966 en torno al teclista Doug Ingle y el batería Ron Bushy, que tiene el honor de contar en su repertorio con uno de los temas emblemáticos del rock, de los más influyentes en la historia de este género y de los más recordados: “In-A-Gadda-Da-Vida”. Esta composición, con sus más de diecisiete minutos de duración, algo verdaderamente inusual para la época, por no decir impensable para una industria discográfica acostumbrada a las canciones de tres minutos, ocupó toda la cara B del segundo álbum de esta formación, también titulado “In-A-Gadda-Da-Vida”; fue publicado en 1968, aunque a comienzos de ese mismo año ya habían sacado al mercado su primer Lp, “Heavy”, un título profético para una formación que fue muy importante en el nacimiento del hard rock y el heavy metal. Las relaciones personales entre los miembros de la banda no debieron ser muy buenas; de hecho, una pelea entre ellos impidió que tocaran en el Festival de Woodstock, evento al que fueron invitados. Tras estos dos discos, y antes de su disolución en 1971, publicaron dos trabajos más: “Ball” (1969) y “Metamorphosis” (1970); se volvieron a reunir en 1975, manteniendo desde entonces una actividad intermitente con una formación cambiante, casi siempre liderada por Ingle y Bushy.

En el disco que nos ocupa, también tocaron el bajista Lee Dorman y un joven guitarrista de diecisiete años llamado Erik Brann. “In-A-Gadda-Da-Vida” fue compuesto, al igual que el resto de temas que integran este álbum, por Doug Ingle. Parece que estaba borracho cuando lo hizo, de tal manera que, al dárselo a escuchar a Ron Bushy, éste le preguntó a Ingle cómo se titulaba el tema; debió decir el título que inicialmente dio a esta composición (“In the Garden of Eden”), pero estaba tan ebrio que balbuceó algo ininteligible, que Bushy apuntó como lo pareció; así fue como “In the Garden of Eden” se convirtió en “In-A-Gadda-Da-Vida”, un título críptico y misterioso, ideal para una pieza endiabladamente psicodélica como ésta. Para incrementar aún más la leyenda en torno a este tema, parece que fue grabado en una sesión de prueba, mientras esperaban la llegada de su productor musical al estudio; quedó tan bien que decidieron elevar esa toma como definitiva.

En “In-A-Gadda-Da-Vida” se mezclaban dos estilos embrionarios, el rock progresivo y el hard rock, a partir de una pieza irresistiblemente hipnótica de aroma psicodélico, con continuos cambios y una pesada estructura rítmica -sustentada en el bajo y en la voz grave de Ingle-, que nos permite un viaje astral sin necesidad de tomar drogas. El tema está lleno de sorpresas: un solo de guitarra, otro de órgano –muy eclesiástico- y uno más de batería -algo bastante novedoso para la época, que acabaría siendo imitado por bandas como Led Zeppelin o Deep Purple- y, por supuesto, ese riff sostenido de guitarra que ha pasado a la posteridad. El guitarrista Jeff Beck afirma haber visto una actuación en directo de Iron Butterfly, en abril de 1967, cuando aún no habían grabado “In-A-Gadda-Da-Vida”, en la que interpretaron esta composición durante treinta y cinco minutos; sin embargo, es más habitual escuchar la versión mutilada reducida que se preparó para su emisión por radio.

Como ya viene siendo habitual por estas fechas, entramos en modo verano. Nos tomamos un descanso bloguero, aunque volveremos en septiembre ¡Feliz verano para todos!

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The Doors. “The End”

El primer álbum de estudio grabado por The Doors está considerado como uno de los mejores discos debut de una banda de rock (aquí lo podéis escuchar); ya hemos hablado de él en dos entradas anteriores, las dedicadas a los temas “Break on Through (To The Other Side)” y «Light My Fire”, y hoy volvemos con “The End”, el último corte de este disco, una de las canciones que mejor representa el ideario de los Doors: uso de la tragedia griega y del lenguaje metafórico como elementos para un discurso existencialista, marcado por la psicodelia, la teatralidad y la poesía. También es una de las primeras canciones que tocaban en directo en los bares y clubs nocturnos en los que actuaban, cuando aún no habían publicado ningún álbum, y la siguieron tocando hasta la muerte de Jim Morrison, como si fuera un reflejo de la evolución anímica de la banda, durante los años en que se mantuvieron en activo, y también de la degradación física y mental de sus componentes, en especial la de su carismático líder. “The End”, que fue incluida en la banda sonora de la película “Apocalypse Now” (1979), comenzó siendo una canción de duración convencional, con una letra de Jim Morrison en torno a la ruptura sentimental con su novia, Mary Werbelow; meses después había evolucionado, se había hecho más larga, más épica, divagante y simbólica, con alusiones al drama griego del Edipo y un empleo del lenguaje incestuoso que asustó al dueño del bar Whisky a GoGo, donde habitualmente actuaban. Tras ser despedidos de este local, fueron fichados por la discográfica Elektra Records, cuyo dueño les vio tocar en el mencionado bar. No debió ser nada fácil la grabación de este primer álbum de los Doors, sobre todo por la actitud de Jim Morrison, que solía llegar en muy malas condiciones a las sesiones de grabación debido a su habitual consumo de drogas y alcohol. Apenas se grabaron dos tomas de “The End”, en directo y sin instrumentos o partes dobladas; la incluida finalmente en el disco fue la segunda, que grabaron con las luces del estudio apagadas y una única vela encendida. Sobre esta canción, y su posible significado, han opinado algunos de los miembros de la banda; Jim Morrison dijo que, cada vez que cantaba la canción, significaba algo diferente para él:

“comenzó como una simple despedida, probablemente sólo para una niña, pero también podría ser un adiós a una especie de infancia. Realmente no lo sé. Creo que es lo suficientemente complejo y universal en sus imágenes que podría ser cualquier cosa que quieras que sea”.

El batería John Densmore también tenía su propio punto de vista:

«En un momento Jim estaba llorando, y gritó en el estudio, ‘¿Alguien me entiende?’ Y le dije que sí, que yo lo hago, y en ese mismo momento entramos en una larga discusión, Jim seguía diciendo… matar al padre, se reduce a esto, matar a todas esas cosas en ti mismo, que te han inculcado, que no son tuyas, son conceptos ajenos que no vienen de ti mismo y deben morir. Joder a la madre es muy básico, y significa volver a la esencia, a lo que es la realidad, no la interpretación de los hechos. Así que lo que Jim dice al final de la canción, es que hay que matar a los conceptos ajenos, volver a la realidad, al comienzo de los conceptos propios no los inculcados».

La parte más polémica de la canción es la recitada, cuando Jim Morrison dice (minuto 7:31): “Padre. Si, hijo. Quiero matarte. Madre …”, y Morrison balbucea algo ininteligible que, en algunas interpretaciones en directo (en ésta, por ejemplo -minuto 8:02-), queda perfectamente explicitado; el teclista Ray Manzarek dijo que, por supuesto, Jim Morrison teatralizaba un drama griego, no hablaba de matar a su padre y de poseer a su madre, todo era teatro.

Mañana comenzamos un nuevo año, os propongo recibirlo con el marcador a cero, sobre todo si 2019 ha sido duro con vosotros. Si para ello necesitáis purgar vuestros recuerdos, escuchad en soledad esta catártica melodía: “This is The End …” ¡Mis mejores deseos para 2020!

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