Bob Marley / Johnny Cash & Joe Strummer / Playing for Change. “Redemption Song”

Bob Marley, al que ya hemos tenido en una entrada anterior dedicada al tema “No Woman No Cry”, falleció el 11 de mayo de 1981, debido a un melanoma maligno localizado debajo de la uña del dedo gordo de su pie derecho. Poco antes de morir, publicó su último álbum (“Uprising”, 1980), que abordó cuando el cáncer ya estaba en un estado muy avanzado, y en el que sus creencias rastafari fueron las protagonistas. El disco se cierra con el tema titulado “Redemption Song”, el único de este Lp que Marley ejecuta con el único acompañamiento de su guitarra, en un tono intimista que recuerda más a una canción folk de Bob Dylan que a una melodía reggae. Según Rita Marley -viuda del cantautor jamaicano-, Bob ya conocía la gravedad de su enfermedad y la sufría en secreto cuando, hacia 1979, escribió la canción. En ella, animaba a “emanciparse de la esclavitud mental”, tal y como propugnara el predicador, activista y empresario jamaicano Marcus Garvey quien, en un discurso pronunciado en Nueva Escocia (Canadá) en 1937, defendía que «la mente es nuestro único gobernante. El hombre que no es capaz de desarrollar y utilizar su pensamiento se ve obligado a ser esclavo de otro hombre que usará su pensamiento (…) Vamos a emanciparnos nosotros mismos de esa esclavitud mental, mientras que otros crean que el cuerpo es libre, nadie más que nosotros puede liberar la mente. El pensar es nuestra regla» (consultado en La Nación). La letra de “Redemption Song” fue escrita por Bob Marley tomando como base las premisas expuestas por Marcus Garvey y, también, el pasado esclavista de su pueblo y la fe en el movimiento rastafari.

Aunque la versión acústica de esta canción es la más conocida y recordada del artista jamaicano, también se grabó otra con toda la banda, que finalmente fue incluida en la reedición de “Uprising” del año 2001 (aquí la podéis escuchar). “Redemption Song” es un himno para los jamaicanos, y una de sus las canciones más recordadas de Bob Marley, de ahí que sean muchas las interpretaciones que se han hecho de ella: Manfred Mann’s Earth Band, Dean Fraser, Stevie Wonder, Jackson Browne, Sinead O’Connor, Reggae Cowboys, Michael McDonald, Richard Bona & Michael Brecker, Ziggy Marley & The Chieftains, Joe Strummer & The Mescaleros, Chris Cornell, Bob Geldof & Steven Van Zandt, Pearl Jam, Eddie Veder & Beyoncé, No use for a name, Amparanoia, Berri Txarrak, Cultura Profética o varias en español, como las de Attaque 77, Maniática o Los Chulis (Bunbury). Para acompañar a Bob Marley, he optado por las versiones de Johnny Cash & Joe Strummer y la del colectivo Playing for Change; la primera apareció en el disco titulado “Unearthead” (2003), publicado dos meses después del fallecimiento de Johnny Cash; la segunda, como es habitual en esta iniciativa antropológica y musical, cuenta con artistas de distintas partes del Mundo, entre ellos nuestro compatriota el guitarrista flamenco Niño Josele.

Neil Diamond / Tony Tribe / UB40. “Red Red Wine”

En 1978, en la Birmingham (Inglaterra) más proletaria, un grupo de amigos de la infancia creaban una banda de reggae rock a la que llamaron UB40; tuvieron que comprar sus primeros instrumentos con la indemnización que recibió uno de sus integrantes, Alistair Campbell, como compensación por una pelea ocurrida en un pub. Los descubrió Chrissie Hynde, la conocida vocalista del grupo The Pretenders, cuando actuaban en pubs y clubs nocturnos; en 1979 se los llevó como teloneros a la gira de su banda; en 1980 publicaron su primer álbum (“Signing off”) y, en 1983, obtuvieron su primer gran éxito con el tema que hoy nos ocupa: “Red Red Wine”, el cual incluyeron en su disco de versiones “Labour of Love” (1983). Los componentes de UB40 conocieron esta canción a través de la versión que, en 1969, había publicado el artista jamaicano Tony Tribe; siempre pensaron que el tema era suyo, hasta que les tocó asignar la autoría en los títulos de crédito, entonces se dieron cuenta que no era de Tripe sino de un tal “N Diamond”: “incluso cuando vimos el crédito por escrito que decía ‘N Diamond’, pensamos que era un artista jamaiquino llamado Negus Diamond» (Astro, consultado en Wikipedia).

Por supuesto, el tema no es ni de Tony Tribe ni de Negus Diamond, sino del neoyorkino Neil Diamond. Lo publicó en 1967 como sencillo y, también, lo incluyó en su segundo álbum de estudio (“Just for You”, 1967), con una letra en la que reivindicaba el vino tinto como único remedio para paliar el mal de amores. Con el paso del tiempo, Neil Diamond ha llegado a reconocer que la interpretación de UB40 es una de las mejores versiones que se han hecho de sus canciones, incluso la ha llegado a tocar en directo con los arreglos reggae de la banda inglesa (aquí lo podemos comprobar). El original de Neil Diamond es melódico, acústico y algo sombrío, mientras que las versiones de Tribe y UB40 son más alegres y están interpretadas en clave reggae. El tema salió en 1967 y, desde el principio, hubo dos líneas diferentes de versiones: a lo Neil Diamond y a lo Tony Tribe; en el primer grupo podríamos situar las debidas a Jimmy James & The Vagabounds (1968), Peter Tetteroo (1968), Charles Mann (1969), Vic Dana (1970), Roy Drusky (1971) o Suzzanne Klee (1977); en el segundo citaremos las adaptaciones realizadas por Eddie Lavette (1969) o Painted Garden (1969). En 1983 se publicó la de UB40 y, también, la instrumental de Dave Kelly Band, al estilo Diamond pero más blusera. Desde entonces, han predominado las versiones realizadas a partir del patrón dejado por UB40 (James Last, Lou Bega, John Holt o The Hobos), aunque también las hay al modo Neil Diamond, como la ejecutada por Van Broussard.

Bob Marley & The Wailers. “No Woman No Cry”

Bob Marley es la figura más reconocible y probablemente la más destacada del reggae, un estilo musical característico de Jamaica que hunde sus raíces en el rocksteady, otro género jamaicano, sucesor del ska, que se desarrolló en esta isla durante la década de 1960. La edad dorada del reggae fueron los años setenta, cuando la banda The Wailers, de la que formaban parte músicos como Bob Marley, Peter Tosh o Bunny Wailer, hizo valer su hegemonía y, de algún modo, sentó las bases de lo que acabaría siendo este estilo, en el que confluyeron las tradiciones musicales jamaicanas y sonidos procedentes de los Estados Unidos, como el soul, el R&B o el jazz. Muchos hemos conocido a Bob Marley & The Wailers a través de un disco recopilatorio, el titulado “Legend” (1984), en el que se incluyen las catorce canciones más conocidas de esta banda, entre ellas “No Woman No Cry”, tal vez la más emblemática de todas. La versión que ahí se recoge no es la que se grabó en el álbum de estudio “Natty Dread” (1974), sino la que está incluida en el disco en directo “Live!” (1975), una interpretación más larga que fue registrada en el Lyceum Theatre de Londres, el 17 de julio de 1975; esta versión fue la que acabó por consolidar la legenda de Bob Marley, un músico que, como tantos otros, falleció joven, a los treinta y seis años, víctima de un cáncer.

“No Woman No Cry” probablemente fue escrita por Bob Marley, en 1968, pensando en su esposa Rita, una manera de disculparse (o tal vez no) por sus continuas y escandalosas infidelidades, algo que dejó bien claro la propia Rita Marley en su libro “No Woman No Cry” (2004), en el que describe al que fuera su marido como una persona miserable, violenta y machista, que incluso fue capaz de engendrar a uno de los hijos que tuvo con ella tras un acto de violación. A pesar de que probablemente fue Bob Marley el autor de esta canción, está acreditada a Vincent Ford, un amigo que le enseñó a tocar la guitarra y se ocupó de él cuando era un chaval, pobre y prácticamente desamparado, que solía comer en el comedor social donde Vincent trabajaba de cocinero; aunque nunca ha sido definitivamente confirmado, parece que Bob Marley le cedió los derechos de autor en agradecimiento por aquellos difíciles años. Aunque es posible que también hubiera otra razón, una posible guerra comercial entre compañías discográficas que hizo desaconsejable reivindicar la verdadera autoría (en éste artículo lo explican). Hay muchísimas versiones de este tema, probablemente más de cien; si os gusta alguna en especial no tenéis más que incluirla en los comentarios.

clement-sircoxone-dodd-1964.jpgVincent Ford y Bob Marley

 

Madness. “One Step Beyond”

El ska es un estilo musical, precursor del reggae, que se originó en Jamaica a finales de la década de 1950 y se popularizó durante los sesenta, aunque cuando realmente se dio a conocer en todo el mundo fue en la segunda mitad de los setenta, cuando los grupos ingleses importaron este sonido sincopado y lo reelaboraron a base de rapidez, desenfreno y optimismo juvenil. Una de las formaciones abanderadas de este género fue Madness, creada en 1976 a partir de una banda llamada The North London, que estaba integrada por Mike Barson –Monsieur Barso- (teclados, voces), Chris Foreman –Chrissy Boy- (guitarra) y Lee Thompson –Kix- (saxofón); en 1978 se unieron Graham McPherson –Suggs- (voz), Mark Bedford –Bedders- (bajo) y Daniel Woodgate –Woody- (batería). Publicaron su primer sencillo en septiembre de 1979, fue una versión del tema “The Prince”, compuesto por el músico jamaicano de ska Prince Buster, el mismo al que recurrieron para su segundo single (ya con el nombre de Madness), titulado “One Step Beyond”; ambas canciones formaron parte del primer álbum de estudio de los londinenses (“One Step Beyond”, 1979), en el que había quince divertidas canciones que raramente superaban los tres minutos de duración. Si os fijáis en el vídeo de “One Step Beyond” con el que comenzamos esta entrada, la canción no empieza hasta pasado medio minuto, en el que se puede ver a los integrantes de Madness haciendo el tonto, después comienza un breve monólogo incitando a bailar tomado de “Scorcher”, otra melodía de Prince Buster, a cargo del miembro invitado Chas Smash (no formó parte de la banda hasta 1980); y ya en el minuto 0:55 es cuando realmente empieza la música, apenas dos minutos de ritmo alocado, jaleado por el saxo y por la única frase que se puede escuchar: “One Step Beyond”. Aquí les podéis ver en una actuación grabada en 1979 para televisión, aquí en un directo del año 1981; en este otro vídeo tenéis la versión que ellos mismos grabaron en italiano y en éste la correspondiente versión en español, en este caso promocionada en el programa musical Aplauso, según he leído la hicieron para adelantarse a Luis Cobos, que por aquella época versionaba todo lo que se cruzaba por su camino. Por lo que se puede ver en este otro vídeo de 2009, han seguido tocándola en directo, aunque la energía “bailonga” ya no fuera la misma que en sus años de juventud. Parece que siguen en activo, y me da la sensación que con la formación clásica. Lo que no sé, es si el colectivo skinhead seguirá llenando sus conciertos como hacían a finales de los setenta; los miembros de la banda siempre han negado su vinculación con este movimiento.

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The Cure. «Lullaby»

Lobos feroces que quieren comerse a los niños, padres que abandonan a sus hijos, payasos de mirada triste que tratan de amenizar a los más pequeños, canciones de cuna con letras tan terroríficas como «duérmete niño, duérmete ya, que viene el coco y te comerá». Desde luego, no parecen las herramientas más adecuadas para acercarse a los niños y, sin embargo, están consolidadas en nuestra cultura popular. En realidad, todos tenemos nuestra vena siniestra; algunos van más allá y dedican su vida a ello, se visten de negro, se maquillan y adoran la oscuridad y la muerte, seguro que alguna vez habréis oído hablar de la cultura gótica o siniestra. La banda británica The Cure es una de las referencias en este ámbito, al menos en lo que a la música se refiere; la imagen de su líder, Robert Smith, es de las más imitadas, incluso fue utilizada para construir el personaje principal de la película «Eduardo Manostijeras» (1990), de Tim Burton. Dicho esto, no resulta excesivamente complicado imaginarse una nana compuesta por Robert Smith; para empezar, debe superar en carácter siniestro a las canciones de cuna populares, algunas verdaderamente inquietantes (el compañero Pere nos habla de ello en su entrada dedicada al tema protagonista de hoy), por ejemplo, una pesadilla en la que alguien aparece en su cama y sueña con arañas gigantes que lo devoran. Dicen que los sueños pueden interpretarse; los seguidores de The Cure, y el propio Robert Smith, han intentado descifrar «Lullaby»: ¿pánico a las arañas?, ¿problemas con las drogas? ¿tristeza obsesiva? o, tal vez, una mezcla de todo ello. Este tema es uno de los más importantes de The Cure; formó parte del octavo álbum de estudio de los ingleses, «Disintegration» (1989), probablemente su mejor disco junto con «Pornography». Ambos trabajos, y alguno más como «Seventeen seconds» (1980) o «Faith» (1981), representan a los The Cure más siniestros, algo que puede comprobarse en las deprimentes letras y en la música, opresiva, distorsionada y con voces en eco, al límite de la experimentalidad. «Disintegration» fue el regreso de The Cure al pesimismo de sus primeros trabajos, tras varios álbumes practicando un synth pop electrónico más optimista y vital. En contra de lo que opinaba la compañía discográfica, «Disintegration» fue un éxito absoluto, al fin y al cabo la muerte, las pesadillas, la alienación, la desesperanza y el paso destructivo del tiempo son asuntos que, imagino, siempre serán de nuestro interés, aunque sólo sea para alimentar nuestro yo más siniestro.