Grandes canciones en versión española: “El Rock and Roll de Los Estudiantes” (1959)

Cuando se habla de los orígenes del R&R en España es obligado mencionar al grupo madrileño Los Estudiantes. Según nos cuenta Salvador Domínguez en su libro Bienvenido Mr. Rock … Los primeros grupos hispanos 1957-1975 (Madrid: SGAE, 2002; págs. 28-35), comenzaron como dúo (Pepe Barranco y José Alberto Gosálvez) en el Club del Apóstol Santiago de Madrid, donde Manolo Santana dio sus primeros raquetazos antes de convertirse en figura internacional de este deporte; así nos relata Salvador cómo fueron los orígenes de esta formación:

“Cierta mañana, en una fiesta que organizaban los estudiantes de la Facultad de Medicina, un chaval llamado Rafa Aracil le prestó su guitarra eléctrica a Pepe. Éste, que todavía no estaba acostumbrado a las cuerdas de metal, terminó la actuación con las manos ensangrentadas después de cantar y tocar Blue suede shoes, de Carl Perkins, y Too much monkey business, de Chuck Berry. El público, entusiasmado, pidió más, y a Pepe y José Alberto no les quedó más remedio que lanzarse con el Only you de los Platters. Al concluir la actuación, Pepe le comentó a Rafa Aracil que, si quería, le enseñaba a tocar la guitarra. Se pusieron de acuerdo, e inmediatamente los tres montaron un repertorio basado en temas de Elvis Presley y Gene Vincent & The Blue Caps. De esa guisa nacían Los Estudiantes, la primera y una de las mejores bandas de r&r que haya dado nuestro país”

Sus primeras actuaciones en directo remuneradas (600 pesetas diarias) fueron en la sala El Palmeral (Campello -Alicante-); tras regresar a Madrid, entró Adolfo Abril como contrabajista, y adquirieron el nombre de Los Cuatro Estudiantes. Después de algunos cambios en la formación inicial, se constituyeron como quinteto, finalmente denominado Los Estudiantes; así nos cuenta Fernando Arbex cómo fue su incorporación a este grupo:

“Me dijeron que cogiera las baquetas, me puse, me senté a tocar, y a los dos o tres minutos de estar tocando, José Barranco, que es un cachondo mental, a José Alberto Gosálvez, que era el batería, le dijo: ‘Vete a por un café y vuelves’. Entonces me quedé yo tocando y cuando volvió Gosálvez no le quedó más remedio que tocar el bajo. Mi batería consistía en un tambor del Ejército, pintado de rojo, un bombo casi de circo y un charles sin pedal. Tenía que usar un diccionario de latín para poder apoyar el pie izquierdo. Antes de eso yo no había tocado en ningún grupo, aunque a los 10 años mi padre me trajo de los Estados Unidos una batería de juguete, con la que me acostumbré a hacer ejercicios y cosas por el estilo (…) En un principio, lo que realmente nos gustaba era Elvis y todo lo relacionado con él: Scotty Moore, D.J. Fontana y The Jordanaires como grupo vocal de acompañamiento. Los Estudiantes solíamos tocar mucho en la SAFA (Colegio La Sagrada Familia), Laurita Valenzuela era la presentadora de aquellos eventos”

También tocaban a menudo en la radio, en programas como “Boite” (Radio Intercontinental) o “Cabalgata de fin de semana” (Radio Madrid), y en el auditorio del Colegio Calasancio de Madrid, donde compartían cartel con sus rivales musicales, los Pekenikes. Publicaron su primer disco, un EP con cuatro canciones, en 1959, con la discográfica Philips; de estos cuatro temas, que recogemos al comienzo de esta entrada, tres eran versiones de R&R: “Ready Teddy” -popularizada, entre otros, por Little Richard y Elvis Presley-, “La Bamba” -muy conocida en la versión de Ritchie Valens- y “Whoo-hoo” -inicialmente interpretada por The Rock-A-Teens-; la cuarta canción lleva por título “Me enamoré de un ángel”, en realidad una adaptación de la melodía clásica de guitarra “Romance anónimo” o “Romance de juegos prohibidos”. Os pido un poco de comprensión cuando escuchéis estos temas; la grabación no es la mejor (sistema mono de una sola pista), la calidad instrumental no es precisamente excelsa y las voces tampoco son maravillosas. Sin embargo, este disco es algo así como un incunable de R&R patrio, una de las primeras grabaciones de este género que se realizaron en nuestro país, nada más y nada menos que del año 1959.

Los estudiantes intervinieron en un par de películas, las tituladas “Pasa la tuna” (1960) y “La Corista” (1960), y grabaron dos EPs más antes de su disolución en 1964, en parte motivada por el fallecimiento del bajista Luis Arbex al caerse de un camión mientras realizaba el servicio militar. El resto de los miembros trataron de buscar acomodo en otras bandas, es el caso de Pepe Barranco en Pekeniques, mientras que Fernando Arbex y Manolo González crearon, en 1964, uno de los grupos más importantes que ha dado el pop español: Los Brincos.

Grandes canciones en versión española: Tapiman (Max Sunyer). “Rock and Roll Music”, 1972 (“Max Sunyer”, 1972)

Max Sunyer es uno de los mejores guitarristas que tenemos en España. He seguido buena parte de su dilatada trayectoria profesional, y he podido verle en directo en varias ocasiones, eso sí todas hace mucho tiempo, a comienzos de los ochenta, en aquellas jornadas de jazz y rock organizadas por algunos de los colegios mayores de la Universidad Complutense. Hemos hablado de él en otras ocasiones, formando parte de grupos como Iceberg o Pegasus, en solitario (versión del tema “El Gessamí i la Rosa”) o dentro de iniciativas como la conocida con el nombre de “Guitarras Mestizas”. Hoy nos vamos a remontar un poco más en el tiempo, a 1972, cuando Max Sunyer se incorporó al grupo Tapiman, un “power trío” a lo Cream o Jimi Hendrix Experience que se había creado un año antes por Miguel Ángel Núñez (guitarra), Pepe Fernández (bajo) y Josep María Vilaseca “Tapi” (batería), los dos primeros procedentes de Vértice y el último de Màquina!, una de las formaciones pioneras del rock progresivo en España. El nombre de la banda fue el resultado de sumar el apodo de Vilaseca (“Tapi”) y las iniciales de Miguel Ángel Núñez; así permaneció incluso cuando el guitarrista tuvo que abandonar Tapiman para incorporarse al servicio militar, circunstancia que obligaría a sustituirle por, el ya mencionado, Max Sunyer. Según explica Àlex Gómez-Font en su libro Barcelona, del rock progresivo a la música layetana y Zeleste (Lleida: Milenio, 2011; pp. 75-76), antes de que Miguel Ángel Núñez abandonara el grupo grabaron un disco de una sola vez, como si fuera en directo, aunque con la entrada de Max Sunyer decidieron abandonar este proyecto y grabar un nuevo Lp, ya con Sunyer, que es el que finalmente saldría al mercado; un trabajo titulado “Tapiman” (1972) que, en mi opinión, todos los amantes al hard rock, el blues-rock y el rock progresivo deberían conocer.

Tras este disco publicaron el que hoy nos ocupa, titulado “Rock & Roll Music”, con la incorporación como cantante de Jordi Querol, aunque lo cierto es que se hizo sin que apareciera el nombre de Tapiman por ningún lado, de ahí que, en ocasiones, ni siquiera se le considere un disco de esta formación. Apenas se publicaron mil copias, lo que le convierte en un tesoro para los coleccionistas. Poco tiempo después volvería a ser publicado por Max Sunyer como disco homónimo (1972). Ese mismo año acabaría disolviéndose Tapiman por desavenencias relacionadas con la manera de entender el trabajo entre los componentes de la banda, aunque unos años después tendrían un reagrupamiento fugaz, que aprovecharon para grabar su último álbum, “En Ruta” (1979), con el sello Chapa. “Rock & Roll Music” (o “Max Sunyer”) es un disco de versiones de clásicos del R&R, pero ejecutado con aspereza hardrockera y, en cierto modo, también un poco «garagera«. Esta perla olvidada de la discografía hispana está compuesta por diez canciones, todas muy conocidas: “Jailhouse Rock”, “What’d I Say”, “Carol”, “Kansas City”, “Tutti Frutti”, “Long Tall Sally”, “Blue Suede Shoes”, “Dust My Blues”, “Roll Over Beethoven” y “Rock & Roll Music”. En los respectivos enlaces podéis escuchar estas potentes versiones, y os dejo cuatro de ellas al comienzo del post, elegidas entre las que ya han tenido cabida en anteriores entradas de este blog.

Grandes canciones en versión española: Miguel Ríos. «Conciertos de Rock y Amor»

A comienzos de los ochenta, cuando el rock parecía una vieja antigualla oxidada, arrumbada en un rincón por el movimiento conocido como “Movida”, Miguel Ríos hizo una aparición estelar  difícil de olvidar. Las giras que acompañaron a los discos “Rock and Ríos” (1982) y “El Rock de una noche de verano” (1983) son acontecimientos poco habituales en España, al menos con rockeros de aquí; del primer álbum se vendieron cuatrocientos mil ejemplares y a la gira de 1983 acudimos unas setecientas mil personas, en alguno de los conciertos que Miguel Ríos dio por la geografía española, con teloneros ilustres como Luz Casal y Leño, y músicos tan renombrados como Thijs Van Leer (de la banda Focus), Mario Argandoña, Antonio García de Diego, John Parsons o Salvador Rodríguez. No fue una casualidad que Miguel Ríos se embarcara en una aventura como ésta, diez años antes ya había sido pionero del rock en directo en nuestro país; en 1972 publicó uno de los primeros álbumes que se grabaron en directo en España, en concreto durante los conciertos que el granadino ofreció en el entonces Monumental Cinema de Madrid (el Teatro Monumental) durante los días 27, 28 y 29 de abril de 1972, en maratonianas jornadas de tarde y noche, con precios que oscilaban entre las cincuenta y las ciento veinticinco pesetas, como bien puede verse en la portada del disco. Aunque para los estándares actuales no puede decirse que el sonido sea excelente, estamos ante un trabajo histórico, novedoso en España, en el que se emplearon dieciséis micrófonos conectados a un equipo grabador de ocho pistas, con equipos reductores de ruido Dolby y compresores Bellman. “Conciertos de Rock y Amor” -así fue como se llamó el Lp- es un homenaje al R&R, en el que se pueden escuchar versiones de temas tan conocidos como “Hound Dog”, “Tutti frutti”, «Rock de la cárcel”, “Popotitos”, “What’d I say”, “Land of Thousand Dances” o “Abraham Martin & John”; el disco se completa con una interpretación del “Cantares” de Serrat, la presentación de los músicos al ritmo de “Sabor”, un tema de Fernando Arbex (“Yo sólo soy un hombre”) y otro de Miguel Ríos (“Vuelvo a Granada”). Una de las cosas que más llama la atención de este disco es la actitud de Miguel Ríos en el escenario, tratando en todo momento de animar, arengar y jalear al público para que se comprometiera con el espectáculo, en ocasiones incluso soltándoles alguna regañina si consideraba que estaban acomodados en exceso o poco participativos. Así nos lo ha contado el propio protagonista:

“En esa grabación aprendí mucho para posteriores discos en directo: por ejemplo, intentar controlar lo que hablas. Creo que tiene mucho que ver con un disco en directo de Johnny Rivers que tenía mucho parlamento, también está el hecho de que había que jalear a la gente para que se metieran en el ambiente. Ese juego, que he seguido durante mucho tiempo, de parecer que estás disgustado por el poco calor que te da la gente; aunque estén bramando, siempre pedirles un poco más. Un truco que aún se emplea para decir luego “muy bien, ahora habéis llegado al culmen”. Además era una época en la que se tenían que explicar muchas cosas, sobre todo alrededor del rock. Todavía era anecdótico cantar rock and roll en este país, estuvimos en media España con el espectáculo y cuando se enteraban de que era un show de rock and roll no nos dejaban hacerlo. Fue muy potente y avanzado para la época, con las proyecciones de diapositivas y todo aquello. Lo pasamos bien, estábamos haciendo la primera gira de rock en teatros que se hacía aquí, planteada como gira, no como una serie de bolos. También fue la primera vez que se grababa un concierto en directo de esas características. Personalmente, era como una celebración de mis diez años de profesional”.

Para que os hagáis a la idea, por si no queréis escuchar el disco entero, a continuación os señalo, utilizando los vídeos que aparecen al comienzo de la entrada, algunos de los momentos en los que nuestro protagonista de hoy se dirige al público; estas parrafadas comienzan en los minutos 1:33 de la primera canción («Hound Dog»), al comienzo de la tercera canción («El Rock de la Cárcel», este momento es especialmente bueno), en el minuto 0:41 de la cuarta canción («Popotitos») y en los temas «What’d I Say» y «Land of Thousand Dances» (que no os pongo en youtube para no recargar demasiado, los podéis escuchar más abajo en spotify). Al poco tiempo de grabar este disco, Miguel Ríos fue detenido por consumo de marihuana, pasó veintisiete días en la cárcel de Carabanchel, de donde salió libre de cargos; en 1974 comenzaría su etapa más comprometida, con tres álbumes del rock progresivo que ya hemos mencionado en la entrada dedicada el tema “Bienvenida Katherine”.

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Grandes canciones en versión española: La Orquesta Mondragón. «Rock & Roll Circus»

A finales de los años setenta un grupo español sorprendía en sus actuaciones en directo. Mezclaban el rock con espectáculos teatrales de cabaré llenos de provocación y surrealismo; los temas prohibidos durante la Dictadura eran sus preferidos: homosexualidad, sadomasoquismo, violencia doméstica, drogas, corrupción de menores, etc. Se hacían llamar La Orquesta Mondragón. El nombre, tal y como puede leerse en su página web, alude al hospital psiquiátrico de Mondragón, que estaba en el antiguo balneario de Santa Águeda, donde fue asesinado el político Antonio Cánovas del Castillo; para los guipuzcoanos, “enviar a alguien a Mondragon es equivalente a llamarle loco. El nombre del grupo pretende por tanto ser un elogio del espíritu de la locura con el que nació el grupo”. Salvador Domínguez, en su imprescindible libro Los Hijos del Rock. Los grupos hispanos 1975-1989 (Madrid: SGAE, 2004; págs. 519-528), señala que esta banda se fundó en 1976 en torno a Javier Gurruchaga, Pedro Ayesterán –Popotxo- y Cheli Lanzagorta; por mediación del productor Julián Ruiz, en 1979 ficharon por la discográfica EMI, en concreto los tres miembros que, entonces, conformaban La Orquesta Mondragón: Gurruchaga, Popotxo y el guitarrista José María Insausti, aunque hay que recordar que en sus performances había más músicos, sin ir más lejos Jaime Stinus, en gran medida responsable del sonido de la banda. Publicaron su primer álbum (“Muñeca hinchable”) ese mismo año y, antes de grabar el segundo (“Bon Voyage”, 1980), tal y como señala Salvador Domínguez, “EMI ofreció a Popotxo y a Insausti una cantidad de dinero a cambio de su renuncia a los derechos contractuales. Ellos accedieron, y Javier Gurruchaga quedó como único testaferro del tinglado”. En 1981, Jaime Stinus abandonó el proyecto; tal y como él mismo ha comentado, su relación con Javier Gurruchaga “era muy tormentosa. Cuando estás en la cresta de la ola todo es incandescente. Ahora nos respetamos” (consultado en el mencionado texto de Salvador Domínguez).

La Orquesta Mondragón continuó publicando discos (“Bésame tonta”, 1982; “Cumpleaños feliz”, 1983; y “¡Es la guerra!, 1984); en 1985 salió al mercado el álbum doble “Rock & Roll Circus”, un excelente trabajo en directo, grabado en Sevilla durante los días 25 y 26 de abril de 1985, en el que se recogían algunos de sus grandes éxitos (“Caperucita feroz”, “Viaje con nosotros”, “Bon Voyage”, “Ponte peluca”, etc.), algunos temas nuevos (“Lola, Lola”, “Es mi vida”, y “Rock & Roll Circus”) y las cuatro versiones que encabezan esta entrada: “Stand By Me”, el clásico de Ben E. King; “El hombre de los caramelos”, una adaptación del tema de Duke Ellington “Satin Doll”, con letra de Eduardo Hagro Ibars; “Back in the U.S.S.R.”, de John Lennon y Paul McCartney; y “Rock & Roll”, de Lou Reed. En cuanto a las versiones, en este disco no hicieron otra cosa que reflejar lo que era habitual en sus directos; en aquella ocasión interpretaron cuatro temas, pero la lista de clásicos del rock y de otros estilos versionados por esta banda es interminable: “Susie Q”, “Mi Delilah”, “Just a Gigolo”, “Imagine”, “Light my fire”, “Oh! Darling”, “Get Ready”, “Lady Madonna”, “Twist and Shout”, etc.

 

 

Grandes canciones en versión española: Guitarras Mestizas

«Éste es un país de grandísima tradición guitarrística donde, haciendo excepción de Paco de Lucía y algunos otros flamencos, no se concibe al guitarrista como artista solista». Estas palabras pertenecen a Max Sunyer, uno de los mejores músicos que tenemos en España, fundador de bandas muy importantes para el rock progresivo y el jazz-rock hispano, como Iceberg o Pegasus. Guitarras Mestizas es un proyecto que trató de llenar ese vacío gracias a la asociación de cinco guitarristas de excepción, todos ellos nacidos en Cataluña: Santi Picó, Chicuelo, Joan Vinyals, David Palau y el ya mencionado Max Sunyer; del primero nos ocuparemos próximamente, con alguna versión pero, sobre todo, tratando de reivindicar sus discos en solitario; el segundo desarrolla su trabajo en el ámbito del flamenco, ha acompañado a los mejores cantaores y ha trabajado con músicos de jazz de la talla de Chano Domínguez, Carles Benavent o Jorge Pardo, también ha colaborado con la pianista Maria Joâo Pires, incluso ganó el Goya 2013 por el tema «No te puedo encontrar» de la película «Blancanieves«; Joan Vinyals ha tocado con la Companyia Elèctrica Dharma y con un buen número de artistas nacionales y extranjeros, y también ha colaborado en el cine y en televisión; y David Palau, aún siendo tal vez el más rockero, tiene formación en guitarra clásica, es músico de sesión y productor, ganador de un Grammy Latino y muy conocido por ser «El guitarrista de los famosos», como él mismo señala en su página web. Aquí podéis escuchar esta interesante iniciativa, dos discos publicados en 1999 y 2000 bajo los títulos de «Guitarras Mestizas» (disco doble) y «Delta 2000», con versiones muy conocidas procedentes de diferentes estilos. Como suele ser norma habitual en esta sección, vamos a proponer cuatro canciones que ya han aparecido en este blog.

Santi Picó. «Don’t let me be Misunderstood«. Tema de Horace Ott ofrecido a Nina Simone y también versionado, con gran acierto y éxito, por The Animals durante los años sesenta. Me encanta el estilo spaguetti-western que le da Santi a este tema.

Chicuelo. «My Way«. Este tema fue compuesto en 1967 por el francés Jacques Revaux y modificado por Claude François bajo el título «Comme d’habitude». Paul Anka compró los derechos para la versión en inglés, modificó la letra y se la ofreció a Frank Sinatra. Me gusta porque Chicuelo logra darle un toque flamenco al tema, de manera muy elegante, casi sutil.

Max Sunyer. «Stay«. Casi todos recordamos esta canción por la excelente versión de Jackson Browne, sin embargo el tema fue compuesto por Maurice Williams e interpretado por su grupo, Maurice Williams & The Zodiacs, en un ritmo mucho más vivo. He de reconocer que, cuando empecé a escuchar la versión de Max, en los primeros compases, no me gustó mucho, pero cuando la fue desarrollando acabé rindiéndome a su maestría y a ese toque de jazz-rock mediterráneo tan suyo.

Santi Picó. «Sleepwalk«. Finalizamos con este clásico de surf rock instrumental concebido para steele guitar, compuesto por los hermanos Farina y publicado en el primer álbum del dúo Santo & Johnny (1959). Una versión cálida, que recuerda mucho a la original de los Farina.