Triana / Lole y Manuel. “Todo es de color”

Triana es uno de los grupos españoles asiduos de este blog, han pasado por aquí a propósito de los temas titulados: “Luminosa mañana”, “Tu frialdad”, “Sr. Troncoso”, “Abre la puerta” y “Una noche de amor desesperada”; en estas entradas hemos hablado de su estilo -el rock progresivo andaluz-, de sus inicios como banda, de su etapa más brillante -sus tres primeros Lps-, de su declive y de su disolución en 1983, tras el trágico fallecimiento de su líder, Jesús de la Rosa. Sin embargo, no hemos hecho alusión a los orígenes más remotos de la banda, cuando se valoró la incorporación de Lole y Manuel al grupo, el dúo que revolucionó el flamenco con su luminoso planteamiento, en el que también había cabida para la psicodelia y el amor por la vida, tal y como planteaba el movimiento hippie. Según Javier García-Pelayo, mánager de Triana, “hubo un intento de formar el grupo con Lole y Manuel. Incluso llegaron a ensayar en mi chalé de Pozuelo, a las afueras de Madrid, que nos servía como casa y oficina, y el garaje lo usábamos como local de ensayo” (consultado en: Domínguez, Salvador. Los hijos del rock. Los grupos hispanos 1975-1989. Madrid: SGAE, 2004; pág. 76). Tono Cano, en un artículo publicado en la web Secretolivo, precisa algo más esta historia:

SMASH se disolvió en 1973 y Manuel Molina junto a su mujer Lole Montoya, probaron suerte en el proyecto de un amigo y vecino de la hija de La Negra, Tele Palacios. Los ensayos fueron positivos, pero Manuel se cansó de no poder congeniar con Eduardo [Rodríguez], y es que cada uno tenía su particular forma de tocar la cadencia andaluza. Tras hablarlo con Jesús de la Rosa el matrimonio abandonó lo que más tarde sería Triana para montárselo por su cuenta

Tono Cano. «Todo es de color. La vanguardia del flamenco: todo es de color». Secretolivo, mayo 2014.

En aquellas sesiones tocaron un tema, compuesto por Manuel Molina y Tele Palacios (batería de Triana), que acabó incorporándose a los respectivos álbumes de debut de Triana y Lole y Manuel: “El Patio” (1975) -llamado así por los seguidores de este grupo, porque no tenía título- y “Nuevo Día” (1975), respectivamente. La canción se tituló “Todo es de color”, probablemente a partir de una anécdota de aquellos días que, de nuevo, nos recuerda Javier García-Pelayo: “Recuerdo que una de aquellas tardes yo les dije, medio de guasa: ‘Oye, que yo soy vuestro mánager’. Tele, entonces, me dijo cantando: ‘Todo es de Pulpón, todo es de Pulpón …’”; evidentemente, estaba haciendo alusión al omnipresente Jesús Antonio Pulpón González, empresario y representante artístico de muchos artistas andaluces durante la década de 1940.

Como podréis comprobar en los dos vídeos que encabezan esta entrada, los puntos de vista de Triana y de Lole y Manuel, con respecto a esta canción, son bien diferentes. Los primeros proponen un tema muy corto (apenas dos minutos), con muy poca letra y unos bucólicos arreglos con aroma de rock progresivo. La versión de Lole y Manuel, más flamenca, se acerca a los cinco minutos, y la letra es mucho más extensa y relevante en la canción. Además de las obligadas versiones de estudio, os propongo dos directos, uno de Lole y Manuel, del año 1985, y otro de Triana grabado en el Palacio de Marqués de Méritos de Sevilla para el mítico Popgrama; en este último vídeo, de 1979, se puede ver a los tres miembros de Triana (Jesús de la Rosa, Tele Palacios y Eduardo Rodríguez) y al guitarrista Enrique Carmona (guitarra de doble mástil). Y finalizamos con dos versiones a cargo de Alba Molina -hija de Lole y Manuel- y Lori Meyers; la primera a lo Lole y Manuel, la segunda a lo Triana.

Eydie Gormé y el Trío Los Panchos / José Feliciano / La Vieja Trova Santiaguera. “La última noche”

“Yo escribí la letra. La música, en 1946, se la puso el pianista Bobby Collazo, pero todo el mundo piensa que él es el único autor. En verdad me dijo que iba a inscribirla a nombre de los dos, como era justo, pero no lo hizo así y la registró completa como de su autoría, lo que no me molestó nunca, porque éramos muy amigos y yo lo quería mucho”

Orlando Leopoldo Rodríguez Fierro. Consultado en la web Encuentro Latino Radio

Estas palabras, pertenecientes al compositor y cantante Orlando Rodríguez Fierro, aluden al bolero “La última noche” -también conocido como “La última noche que pasé contigo”-; tal y como señala Rafael Lam en su libro Historia de famosas canciones cubanas (La Habana: Ediciones Cubanas, 2020), se trata de “una de las canciones más famosas de Cuba, es una frase muy usada y tiene mucho que ver con la vida amorosa de la noche habanera que hizo época”. Orlando Rodríguez Fierro realizó estas sorprendentes declaraciones en el año 2002, cuando Bobby Collazo ya hacía tiempo que había fallecido.

Según nos cuentan en la web Encuentro Latino Radio, Roberto Cecilio Collazo Peña, conocido como “Bobby Collazo”, fue un “compositor, pianista, orquestador, director y actor” nacido en 1916; se dio a conocer en 1940, gracias a un concurso organizado por la emisora RHC Cadena Azul, con la canción “Rumba Matumba”, después trabajaría junto a Ernesto Lecuona y, en 1946, compondría la canción que hoy nos ocupa. Manuel Román, en su monografía titulada Bolero de Amor. Historias de la canción romántica (Lleida: Milenio, 2015; págs. 31-33), nos cuenta que la inspiración le vino durante un viaje que hizo a México, donde conoció “a una maravillosa mujer que le causó gran impacto. La estancia en la capital azteca llegaba a su fin. Tenía que despedirse, volver a La Habana. Se iba con una pena dentro de su alma, porque aquella mujer que le había llenado de ilusión, le traicionó en el último momento”.

Como comentábamos al principio de la entrada, años después de que Collazo muriera, Orlando Rodríguez sorprendería con unas declaraciones en las que apuntaba que, efectivamente, la melodía de esta canción fue compuesta por Bobby Collazo, pero la letra fue escrita por él, tomando como punto de partida sus vivencias, a los dieciocho años, junto a su novia Manuela, a la que conoció cuando trabajaba como portero en el cine Renacimiento (aquí podéis leer los detalles de este asunto).

Sea como fuere, el tema fue estrenado en Buenos Aires por el mexicano Pedro Vargas; parece que al principio fue un tango, aunque pronto se transformaría en bolero de la mano de artistas como Orlando Guerra, Orlando Contreras, el propio Pedro Vargas, Omara Portuondo, Susana Zabaleta, Fabiola Jaramillo, la orquesta de Xavier Cugat -con Juan Manuel Guerrero como cantante-, una de las primeras grabaciones de esta inmortal composición y, por supuesto, la terna que hoy proponemos en los vídeos destacados: Eydie Gormé y el Trío Los Panchos, José Feliciano y La Vieja Trova Santiaguera. Finalizo con dos versiones curiosas: la de Bambino, en formato rumba flamenca, y la de Los Albas, totalmente pachanguera.

Bobby Collazo (1916-1989)

Juanito Valderrama / Ole Swing / Varios (homenaje a Juanito Valderrama). “El emigrante”

«Escribí El emigrante al ver llorar a los españoles que se fueron a Marruecos. Yo le hubiera puesto El exiliado, pero me habrían fusilado (…) Lo que pasó es que he vivido muy bien y las envidias existen (…) No sé cómo, me adjudicaron con Franco. Y yo ni Franco ni na ¡Yo serví a la República, hice trincheras republicanas! Le canté a Franco cuando me llamó, ¡pues claro! Como Marchena, Lola Flores, Antonio Molina. ¿Qué otra cosa ibas a hacer? ¿Qué hago hoy si me llama el Rey? A mí se me tildó de facha por envidia, pero ni facha ni na. Yo he sido un artista del pueblo».

Juanito Valderrama, consultado en Mora, Miguel. “Muere a los 87 años Juanito Valderrama, mito de la historia sentimental española”. El País, 13/04/2004.

Estas palabras pertenecen a Juan Manuel Valderrama Blanca (1916-2004), más conocido con el nombre artístico de Juanito Valderrama, una de las figuras españolas más destacadas que ha dado el flamenco y la copla. Nació en Torredelcampo (Jaén), en una familia de agricultores; precisamente en el campo comenzó a cantar, cuando apenas era un niño. Se inició como profesional hacia 1935, en el cine Metropolitano de Madrid, después se incorporaría a la compañía de Angelillo, junto con otros artistas como Pepe Marchena. Durante la Guerra Civil, estuvo alistado en un batallón de la CNT, donde creó un espectáculo para animar a las tropas en la retaguardia. Según nos cuenta Antonio Burgos en su libro Juanito Valderrama: mi España Querida (Madrid: La Esfera de los Libros, 2004), narrado en primera persona, como si fuera el propio Juanito Valderrama:

El estribillo [de «El emigrante»] se me había ocurrido en una gira por el norte, un día que estábamos actuando en un teatro de Ponferrada y el Niño Ricardo me hizo a la guitarra una falseta preciosa, acompañando unos versos que yo recitaba. Una falseta con una melodía que me dio casi escrito el estribillo de la canción, de sentimiento que tenía:Adiós, mi España querida, dentro de mi alma te llevo metía…Pero la letra de la canción entera la terminé de escribir mucho después, y de un tirón, como si me la fuera dictando mi propio corazón, en la misma turné, después de aquella noche moruna tan española en que vi las lágrimas de los exiliados españoles en Tánger.

Tánger entonces era como un París en chiquetito, era internacional. Aquello ni era de España como Tetuán, ni era de Francia como Casablanca. Lo llevaban las grandes potencias que habían ganado la Guerra Mundial y allí se hablaban todos los idiomas y se practicaban todas las religiones (…) En Tánger se respiraba la libertad a cuarenta leguas (…) Y allí a Tánger, buscando esta libertad y esta prosperidad, se fueron muchos españoles después de la guerra, huyendo de Franco, de la cárcel o del fusilamiento, y allí se buscaron la vida y se establecieron. Y éstos eran los que iban a verme al teatro, como iban a verme también algunos moros (…) Y a mí me llegó muy hondo saber que allí en el teatro Cervantes donde íbamos a actuar se había acabado el papel porque Tánger estaba atestado de españoles que se habían tenido que ir después de la guerra. Yo los vi llorar allí en la puerta del teatro, agarrados a mí, rodeándome cuando entraba para los camerinos por la puerta de artistas (…)

A mí me pareció que media España estaba allí, refugiada en Tánger, en esa emigración forzosa, con esa emoción que vi luego en el teatro, todos en pie aplaudiendo los cantes de España, sin colores, sin bandos, con lágrimas en los ojos. Allí ni se decía nada en contra del régimen de Franco ni a favor de nadie. Nada más que llorar recordando nuestra tierra (…) Y a mí aquello me llegó tan hondo y era una verdad tan dolorosa, que al llegar al hotel por la noche (…) cogí un papel y me puse a escribir toda la canción que me faltaba, porque hasta entonces el Niño Ricardo y yo nada más que teníamos compuesto el estribillo. La hice de un tirón

Burgos, Antonio. Juanito Valderrama: mi España Querida. Madrid: La Esfera de los Libros, 2004; consultado en El Mundo Magazine.

Según relata Antonio Burgos, Franco adoraba la canción, incluso se la hizo cantar a Juanito Valderrama un par de veces, en 1950, en el transcurso de una cacería de perdices a la que acudieron los principales poderes políticos y económicos de aquella época: “Mientras la cantaba por segunda vez no se me quitaba el mosqueo. Seguía pensando: “¿Qué va a pasar ahora como este tío se entere bien y ya no le parezca tan patriótica? ¿Pensará de buenas o pensará meterme en la cárcel?” A Franco le debió parecer una canción modélica; al fin y al cabo, en ella se hablaba de vírgenes, rosarios con cuentas de marfil y, sobre todo, se ensalzaba España y el sentimiento de ser español. Ignoro si alguna vez se dio cuenta de que “El Emigrante” era, realmente, una canción dedicada a los exiliados españoles, precisamente los que tuvieron que abandonar el país cuando Franco consumó el golpe de estado y gano la guerra. Si con el paso del tiempo se percató de ello – o alguien se lo delató-, tal vez no quiso darse por enterado; al fin y al cabo, podría haber sido peor el remedio que la enfermedad, sobre todo si tenemos en cuenta que “El emigrante” se había convertido en un éxito absoluto, y en ejemplo patriótico de lo que debería ser la música española.

Durante los años cincuenta aparecieron algunas versiones de esta copla en la voz de artistas vinculados de algún modo a Francia, es el caso de Pierre Malar, Lita Mirial o el turco Dario Moreno. Durante la década de 1960 también se grabaron algunas interpretaciones de esta composición, como las de Joselito, Paco de Lucía (con Ricardo Modrego y Los 7 de Andalucía) o Gloria Lasso. Posteriores son la de Manolo Escobar, Pequeña Compañía, Felipe Campuzano y, por supuesto, todas las de programa de Canal Sur “Se llama copla”: Antonio Cortés, Nicolás García, Álvaro Díaz, Alejandra Rodríguez o Alba Gallardo. También se han hecho versiones en el ámbito del flamenco, como las de Angelillo de Valladolid, Cascabel de Jerez, Parrita o Vicente Amigo; incluso en tono pachanguero, véanse las de Los Centellas o El Chaval de la Peca. “El emigrante” también ha sido interpretado por Valderrama -hijo de Juanito Valderrama-, incluso a dúo padre e hijo, cuando Juanito ya era bastante mayor. Para acompañar al original, como versiones destacadas, os propongo las del grupo Ole Swing –aquí hablábamos de su propuesta, entre el flamenco, la copla y el jazz manouche-, incluida en su disco “Swing Ibérico” (2012); y la que formó parte del disco homenaje “Juanito Valderrama 1916-2016”, cantada por todos los artistas que participaron en la grabación de ese disco.

Juanito Valderrama (1916-2004)

Lole y Manuel. “Tú mira”

El flamenco es uno de los más importantes valores culturales y antropológicos que tenemos en España. Por eso, no es de extrañar que muchos artistas hayan querido acercarse a él tratando de salvar la circunspecta ortodoxia que protege al género. En la actualidad, el movimiento conocido como “nuevo flamenco” fusiona, con total naturalidad -no siempre con acierto-, este estilo con otros como el jazz, el blues, la rumba, el rap o, incluso el reguetón. Ya casi ningún flamenco de pro se rasga las vestiduras por ello, aunque no ocurrió lo mismo cuando pioneros como Sabicas, Smash, Triana, Camarón, Paco de Lucía, Enrique Morente o Lole y Manuel sentaron las bases que sustentaron la revitalización y deconstrucción del flamenco.

Nuestros protagonistas de hoy, Lole y Manuel, apostaban por un flamenco que no era “el typical spanish”, que reivindicaba “no solo la cara triste, sino la viva; las flores, el sol y todos aquellos factores vitales tan importantes para comprender la esencia del pueblo andaluz. No olvidamos, eso sí, en ningún momento lo negativo, el puteo al cual ha sido sometido el pueblo gitano por parte de la cultura oficial. Pero esto lo tenemos tan presente, que a veces no queremos ni acordarnos de ello” (Manuel Molina, en La Fonoteca). En cuanto a las melodías, eran el resultado de la vieja tradición aprendida de sus padres y, también, de sus propias vivencias de juventud: “Está claro que yo no toco la guitarra como lo hace mi padre, ni Lole canta como lo hace su madre. Nuestros padres no oyeron a Janis Joplin ni a Jimi Hendrix, tampoco escucharon la música de los Beatles. Nuestro cambio está, sobre todo, en el ritmo… hemos renovado nuestra propia música, hemos intentado descubrirnos a nosotros mismos” (Manuel Molina, en La Fonoteca).

Desde luego, no puede decirse que esta pareja artística (también lo fueron en la vida real) desconociera el flamenco; ambos eran miembros de familias muy arraigadas en esta tradición artística, de ahí que, antes de conocerse, ya estuvieran familiarizados con el cante, la guitarra y el baile flamenco. Tal y como nos cuentan en la web La Fonoteca y en la página Canción con todos, comenzaron a actuar como dúo en 1973; su primera oportunidad les llegó de la mano de Ricardo Pachón -al que Manuel Molina conocía de su etapa en Smash- y del omnipresente Gonzalo García Pelayo, aunque parece que este último se metió por medio, imponiéndose como productor, algo que no gusto a Lole y Manuel. Sea como fuere, sin tener nada firmado, Gonzalo García Pelayo se apresuró a sacar un disco al mercado (“Nuevo Día”, 1975) con el sello Movieplay, que fue todo un éxito. Para evitar acabar en los tribunales, llegaron a un acuerdo para romper la relación que aún pudieran tener con Movieplay, y firmaron con CBS, donde grabaron el resto de sus discos hasta que se separaron en 1986; después tuvieron algunos reencuentros artísticos, de los que saldrían otros tres discos.

El segundo álbum del dúo, y primero con CBS, se tituló “Pasaje del Agua” (1976); en él se incluyeron ocho temas, compuestos en su mayoría por Manuel Molina y el poeta Juan Manuel Flores. El disco se abre con la canción “Tu mira”, que algunos conocieron en 2004 gracias a su aparición en la película “Kill Bill. Volumen 2”, de Quentin Tarantino (aquí podéis ver la escena). Si queréis ver a Lole y Manuel interpretando esta melodía, os aconsejo este vídeo y éste otro de 1995, con orquesta y coro de niños. También os dejo una interpretación a cargo de la hija de ambos, Alba Molina (con Joselito Acedo a la guitarra).

Sabicas y Joe Beck. “Zambra”

El flamenco y el rock convivieron en armonía durante la España de los años setenta, gracias al esfuerzo realizado por bandas como Smash, Gong, Triana, Alameda, Cai, Imán Califato Independiente o Mezquita, por mencionar sólo algunas de las que intervinieron en aquel movimiento inolvidable, conocido como rock andaluz. Hoy os quiero hablar de un disco, “Rock Encounter”, que de alguna manera puede considerarse como un antecedente del rock andaluz; un álbum buenísimo que, sin embargo, no fue del agrado de sus autores: el guitarrista flamenco Sabicas y el guitarrista de jazz Joe Beck, de hecho, fue grabado en 1966 y publicado en 1970, lo que nos puede dar una idea de las dificultades que tuvo este álbum para salir al mercado, probablemente debido a la tormentosa relación que mantuvieron los dos guitarristas durante la grabación de este trabajo.

Agustín Castellón Campos, conocido en los ambientes flamencos como “Sabicas” -deformación de la palabra “habicas”, es decir, habas pequeñas- fue un guitarrista nacido en Pamplona, en 1912, que está considerado como el gran impulsor del flamenco fuera de nuestras fronteras y, también, el que consiguió dotar a la guitarra flamenca de un protagonismo no conocido hasta entonces. Su estilo pulcro y afinado le abrió las puertas a la fusión con otros estilos, y preparó el camino a otros guitarristas flamencos que quisieron utilizar este instrumento para algo más que acompañar cante y baile. Sin ir más lejos, Paco de Lucía siempre le ha considerado un maestro, y ha reconocido esta influencia en su manera de concebir el flamenco y de tocar la guitarra. Sabicas desarrolló gran parte de su carrera profesional en Estados Unidos, tras su paso por Argentina y México, después de que abandonara España durante la Guerra Civil.

Joe Beck, más joven que Sabicas, nació en 1945, en Filadelfia (EE.UU.), aunque se formó como guitarrista de jazz en Nueva York, donde compartió escenarios y experiencias vitales, siendo muy joven, con figuras de este género como Miles Davis, Monty Alexander, Kenny Burrell, Wes Montgomery o Gil Evans. Además de publicar sus propios discos, trabajó como guitarrista de sesión y arreglista musical para artistas tan diferentes como Louis Armstrong, Duke Ellington, Larry Coryell, Frank Sinatra, Gloria Gaynor, Gabor Szabo o Buddy Rich, por mencionar algunos.

Rock Encounter” se grabó en los estudios A&R de Nueva York, con una formación de lujo: Sabicas (guitarra flamenca), Joe Beck (guitarra eléctrica), Diego Castellón -hermano de Sabicas- (guitarra española), Tony Levin -el mismo que formaría parte de King Crimson- (bajo), Donal McDonald (batería), Warren Bernhardt (teclados) y Domingo Alvarado (cante). Aquí podéis escuchar el Lp entero (os lo recomiendo) pero, para que os hagáis una idea de lo bueno que es este álbum (no quiero ni pensar cómo habría quedado si se hubieran entendido), os propongo el tema titulado “Zambra”, mi preferido y, tal vez, el corte en el que se aprecia mejor la fusión de estilos. Y digo esto porque los otros temas, aún siendo muy buenos, en ocasiones se evidencia una cierta inmiscibilidad en sus propuestas musicales.

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