El flamenco es uno de los más importantes valores culturales y antropológicos que tenemos en España. Por eso, no es de extrañar que muchos artistas hayan querido acercarse a él tratando de salvar la circunspecta ortodoxia que protege al género. En la actualidad, el movimiento conocido como “nuevo flamenco” fusiona, con total naturalidad -no siempre con acierto-, este estilo con otros como el jazz, el blues, la rumba, el rap o, incluso el reguetón. Ya casi ningún flamenco de pro se rasga las vestiduras por ello, aunque no ocurrió lo mismo cuando pioneros como Sabicas, Smash, Triana, Camarón, Paco de Lucía, Enrique Morente o Lole y Manuel sentaron las bases que sustentaron la revitalización y deconstrucción del flamenco.
Nuestros protagonistas de hoy, Lole y Manuel, apostaban por un flamenco que no era “el typical spanish”, que reivindicaba “no solo la cara triste, sino la viva; las flores, el sol y todos aquellos factores vitales tan importantes para comprender la esencia del pueblo andaluz. No olvidamos, eso sí, en ningún momento lo negativo, el puteo al cual ha sido sometido el pueblo gitano por parte de la cultura oficial. Pero esto lo tenemos tan presente, que a veces no queremos ni acordarnos de ello” (Manuel Molina, en La Fonoteca). En cuanto a las melodías, eran el resultado de la vieja tradición aprendida de sus padres y, también, de sus propias vivencias de juventud: “Está claro que yo no toco la guitarra como lo hace mi padre, ni Lole canta como lo hace su madre. Nuestros padres no oyeron a Janis Joplin ni a Jimi Hendrix, tampoco escucharon la música de los Beatles. Nuestro cambio está, sobre todo, en el ritmo… hemos renovado nuestra propia música, hemos intentado descubrirnos a nosotros mismos” (Manuel Molina, en La Fonoteca).
Desde luego, no puede decirse que esta pareja artística (también lo fueron en la vida real) desconociera el flamenco; ambos eran miembros de familias muy arraigadas en esta tradición artística, de ahí que, antes de conocerse, ya estuvieran familiarizados con el cante, la guitarra y el baile flamenco. Tal y como nos cuentan en la web La Fonoteca y en la página Canción con todos, comenzaron a actuar como dúo en 1973; su primera oportunidad les llegó de la mano de Ricardo Pachón -al que Manuel Molina conocía de su etapa en Smash- y del omnipresente Gonzalo García Pelayo, aunque parece que este último se metió por medio, imponiéndose como productor, algo que no gusto a Lole y Manuel. Sea como fuere, sin tener nada firmado, Gonzalo García Pelayo se apresuró a sacar un disco al mercado (“Nuevo Día”, 1975) con el sello Movieplay, que fue todo un éxito. Para evitar acabar en los tribunales, llegaron a un acuerdo para romper la relación que aún pudieran tener con Movieplay, y firmaron con CBS, donde grabaron el resto de sus discos hasta que se separaron en 1986; después tuvieron algunos reencuentros artísticos, de los que saldrían otros tres discos.
El segundo álbum del dúo, y primero con CBS, se tituló “Pasaje del Agua” (1976); en él se incluyeron ocho temas, compuestos en su mayoría por Manuel Molina y el poeta Juan Manuel Flores. El disco se abre con la canción “Tu mira”, que algunos conocieron en 2004 gracias a su aparición en la película “Kill Bill. Volumen 2”, de Quentin Tarantino (aquí podéis ver la escena). Si queréis ver a Lole y Manuel interpretando esta melodía, os aconsejo este vídeo y éste otro de 1995, con orquesta y coro de niños. También os dejo una interpretación a cargo de la hija de ambos, Alba Molina (con Joselito Acedo a la guitarra).
