Se acaban de cumplir veinticinco años del disco “Devil Came To Me” (1997), todo un fenómeno musical con el que el grupo español Dover demostró que en España, con canciones cantadas en inglés, el grunge también podía rugir como con Nirvana o Pearl Jam. Tal y como señalan las biografías de esta banda, la idea de Dover partió de Cristina Llanos (voz, guitarra), cuando apenas tenía diecisiete años; pronto se unió al proyecto su hermana Amparo (guitarra), diez años menor que Cristina y, en 1992, Jesús Antúnez (batería) y Álvaro Díez (bajo) -después sustituido por Álvaro Gómez-; ese mismo año nacía Dover, cuyo nombre surgió a partir de una marca de ropa que se vendía en la tienda que tenía la madre de las hermanas Llanos en Majadahonda (Madrid). Se dieron a conocer en el programa de radio “Disco Grande”, de RNE Radio 3; en 1995 publicaron su primer álbum (“Sister”), con la discográfica independiente Everlasting-Caroline; tras finalizar el contrato con esta compañía, firmaron con Subterfuge Records, con ellos grabaron el mencionado “Devil Came To Me”, en tan sólo diez días y con un presupuesto de apenas ochenta mil pesetas, se vendieron quinientas mil copias. Los siguientes álbumes (“Late at Night”, 1999; “I Was Dead For 7 Weeks In The City of Angels”, 2001; y “The Flame”, 2003) fueron grabados por su propia productora discográfica, Loli Jackson Records, con el apoyo de la multinacional EMI (en dos de ellos a través de Chrysalis Records).
Aquí comienza el principio del fin de Dover, una banda que pasó de congregar a multitudes de jóvenes enfervorecidos por las buenas canciones y la sinceridad que mostraban en el escenario -con esa desgarrada y sucia manera de tocar la guitarra de Amparo, la entrega absoluta de Cristina y la agresividad de Álvaro y Jesús en la sección rítmica- al olvido más absoluto a partir del disco titulado “Follow the City Lights” (2006), con el que, inexplicablemente, decidieron abandonar el rock alternativo y el grunge para hacer algo así como electropop. Para que comprendáis mejor cómo se desarrolló el fenómeno Dover, os recomiendo la lectura del artículo escrito por Carlos Marcos para El País, titulado “Dover: la luz y la oscuridad de lo nunca visto en el rock español”, en el que se incluyen testimonios de miembros de Dover; reproduzco algunos fragmentos:
“Todo el mundo nos decía que era muy difícil triunfar porque cantábamos en inglés, tocábamos con las guitarras a todo trapo y Cristina pegaba alaridos. Estábamos mentalizadas para que fuera difícil, pero Cris y yo teníamos una fe ciega en lo que hacíamos. No ya sobre adónde íbamos a llegar, sino en la música que estábamos grabando. Creíamos mucho en nosotras mismas como compositoras, cantantes y letristas. Una mezcla de no creerte el ombligo del mundo, pero a la vez considerar que lo que haces es lo más grande”
Amparo Llanos.
“La que se montó no lo he vuelto a vivir. Era un grupo nuevo que acababa de sacar un disco. Con el primer acorde la gente comenzó a hacer una ola de cabezas, saltando. 5.000 personas brincando a las siete de la tarde. Chicos metidos en un lago que había por allí y subidos a los árboles. 45 minutos así. Yo estaba en un lateral del escenario y pensé: ‘Esto es muy fuerte”
Carlos Mariño, representante de Dover, tras la actuación de Dover en el Festimad de 1997.
“Eran dos escenarios separados por 60.000 personas, entregadísimas. Cuando acabamos de tocar, en el otro escenario empezó Muse. Esa era el nivel en el que estábamos. Pero luego…”
Jesús Antúnez, principios de los años 2.000, en pleno éxito.
“Fue un concierto organizado por una radio, en Galicia. Había cuatro gatos viéndolo. Tocamos en la plaza del pueblo y el escenario era un camión. Compartimos escenario con Rebeca, la de Duro de pelar. Estábamos en el fango”
Jesús Antúnez. Habla del año 2010, cuando publicaron su disco “I Ka Kené”.
[«Cristina] terminó aburrida de todo. Bueno, aburrida no es la palabra. Pensó que ya había hecho lo que tenía que hacer con Dover. Y una vez que se bajó del escenario decidió que no quería volver a saber nada. No sé si en el futuro cambiará. Pero será en un futuro muy lejano, a lo ABBA”
Amparo Llanos.
“Éramos una banda grunge que escupíamos en el escenario y de repente nos convertimos en Madonna haciendo playback”
Jesús Antúnez.
«He trabajado 40 años en compañías de discos y nunca había visto un odio tan grande hacia una banda (…) Fue una sorpresa que grabaran ese álbum [“I Ka Kené”, 2010], porque rompía con todo lo que habían hecho. Parecía que había cierta influencia de un novio de Amparo en la onda africana. A mí me gustaban las canciones, pero se convirtió en el grupo más odiado de España. En ese momento las redes sociales estaban comenzando y se llenaron de insultos. Ahí supe lo que era un hater. También la prensa los destrozó. No vendimos nada”
Carlos López, presidente de Sony España.
“Tenía que suplicar para que nos contrataran. Fue un suicidio musical. La gente se descojonaba de nosotros. Perdimos el norte. Y cuando lo recuperamos ya fue tarde (…) Fuimos unos privilegiados porque vivimos algo grande, pero nos dimos algún hostiazo importante”
Jesús Antúnez.
Tras unos años muy difíciles, sin el apoyo del público y con fuertes disensiones entre algunos miembros del grupo, el 23 de noviembre de 2016, Amparo Llanos comunicaba el final de la banda. Volviendo a “Devil Came to Me”, fue reeditado -en varios formatos- para conmemorar el 15 aniversario. Parece que pronto veremos en el mercado una nueva reedición 25 Aniversario, junto con un documental sobre la banda titulado “Die for Rock and Roll”, dirigido por Miguel L. Garrido. Mientras tanto, os dejo con la grabación de estudio de “Serenade”, la canción de Cristina Llanos que acabó convirtiéndose en el primer número uno de esta formación. Y aquí tenéis un directo de este mismo tema, una actuación ofrecida en uno de los, ya desaparecidos, festivales Espárrago Rock.
