Pink Floyd. «Dogs»

En 1976, los miembros de Pink Floyd se pusieron manos a la obra con un nuevo proyecto tras los éxitos rotundos de «Dark Side of the Moon» (1973) y «Wish You Were Here» (1975). «Animals» fue publicado en 1977, con esa famosa portada diseñada por Roger Waters, en la que se ve a un cerdo flotando entre dos de las chimeneas de la estación eléctrica Battersea Power Station. El bajista dirigió con manu militari todas las operaciones relacionadas con este trabajo; Richard Wright y Nick Mason se transformaron en peones al servicio del jefe y sólo David Gilmour logró sacar la cabeza y hacer frente a la situación; en palabras de Wright:

Animals fue un trabajo duro. No fue un álbum divertido de hacer, pero esto fue en la época en la que Roger se creía el único compositor de la banda. Pensaba que solo era por él que la banda seguía adelante y, obviamente, cuando comenzó a sacar el ego a pasear, con quien la pagaba era conmigo.

Richard Wright

Como bien saben todos lo seguidores de Pink Floyd, la situación empeoró con «The Wall» (1979), hasta desembocar en la disolución de la banda. Con «Animals» Roger Waters quiso representar su propia visión del universo orwelliano de Rebelión en la granja (1945), sustituyendo el protagonismo totalitario comunista de George Orwell por el sistema capitalista e individualista de la sociedad occidental; así, los cerdos, perros y ovejas que titulan los temas de este disco representan, respectivamente, a quienes tienen el poder, a los que lo hacen posible y a aquellos sobre los que se ejerce, generalmente gente mediocre que acepta sin ningún tipo de discusión el orden establecido.

«Animals» reflexiona sobre los autoritarismos, la corrupción, las ortodoxias, las normas y los individualismos que caracterizaban la sociedad capitalista de los años setenta, elementos que acabarían facilitando -poco después de que fuera publicado este álbum- los gobiernos de Margaret Thatcher (Reino Unido) y Ronald Reagan (Estados Unidos). Lo paradójico del asunto es que mientras Waters utilizaba Rebelión en la Granja como elemento inspirador, su comportamiento se parecía al de uno de los protagonistas de esta novela, el cerdo Napoleón, que se erigió en dictador y eliminó las normas democráticas establecidas en la Granja, sustituyéndolas por un único mandamiento: «Todos los animales son iguales, pero algunos animales más iguales que otros».

Por supuesto, todos los temas fueron compuestos por el bajista, a excepción de la suite «Dogs» que tiene su origen en una canción titulada «You’ve Got to Be Crazy«, compuesta por David Gilmour y descartada durante el proceso de grabación de «Wish You Were Here». En esta ocasión los perros son los ególatras, implacables e insensibles hombres de negocios, portadores de maldad y destrucción, capaces de cualquier cosa con tal de ver aumentadas sus ganancias pero, a la larga, igual de vulnerables y débiles que las personas a las que explotan y someten.

En lo que respecta a lo musical, «Dogs» –al igual que ocurre con el resto de «Animals»- es una de las piezas más progresivas de Pink Floyd, con diferentes fases, llena de efectos y sonidos conseguidos gracias a los sintetizadores, con un buen trabajo de teclados y la participación estelar de David Gilmour, que lleva el peso vocal de la canción y firma uno de los mejores trabajos que jamás haya realizado a la guitarra, más expresivo e intenso que nunca, y eso que la mejor toma fue eliminada por Waters durante el proceso de grabación debido a un error. Para finalizar, os dejo un directo de 1977, y dos versiones, a cargo de The Samurai of Prog y de la banda tributo Which One’s Pink?

Esta entrada fue inicialmente publicada en el blog Musicae Memorandum, en febrero de 2017. Quiero dar las gracias a Jakesnake, Nostromo y Olomán por invitarme a participar en aquella bonita iniciativa.

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Autor: Raúl

Me llamo Raúl Rodríguez, me dedico a la docencia universitaria y a la investigación en el ámbito de la Historia de la Ciencia, actividades que forman parte de mi vida desde que acabé la carrera, allá por 1986. Sin embargo, la música está conmigo desde mucho antes, desde mi infancia y primera adolescencia, y ha sido siempre una leal compañera. Decidí abrir un blog de canciones con el propósito de encauzar mis inquietudes musicales a través de un canal que pudiera ser sintonizado por otras personas con intereses similares y que, además, sirviera como foro de opinión para todos aquellos que quisieran compartir su pasión por la música. Decidí llamar a este espacio "La Guitarra de las Musas", en honor de las diosas griegas de las Ciencias y las Artes, especialmente de la Poesía y la Música. Quiero pensar que si hubieran tenido guitarras –y baterías, bajos, teclados y demás instrumentos de nuestro tiempo- hubieran sonado como la música propuesta en este blog. En este espacio, el rock en casi todas sus vertientes será el protagonista pero, también, otros estilos como el blues, el jazz, el pop, el soul y las melodías más pegadas a nuestra cultura: cantautores, canción melódica, boleros, corridos mexicanos, tangos, rumbas e, incluso, copla. Por favor, que nadie se enfade conmigo si no encuentra aquí la música que le gusta; la selección de los temas y los comentarios realizados responden, únicamente, a mis intereses particulares que, como bien puede verse, están un poco anticuados. Todos aquellos que busquen música actual no la encontrarán en este sitio.

10 opiniones en “Pink Floyd. «Dogs»”

  1. ¡¡Madre mía , que complicado y serio !! las letras sobre todo . Escuché hasta 10 minutos . No tengo opinión clara , yo diría que es muy curioso. Gracias Raúl, ahora en alguna charla entre los intelectuales puedo mencionar con la cara de lista -» ¡Ohhhh… Pink Floyd. «Dogs» ! Un abrazo.

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  2. Hola Raúl, es un placer leerte como siempre. Y es que cuando tocas mi corazoncito, Pink Floyd, siento la necesidad de volcar mis sentimientos. Esa banda que a los 16 años me sumergió en su búsqueda de la belleza total, y que fue la puerta de entrada a todo un universo de música de otros autores que yo desconocía, ¡cómo no los voy a querer por toda mi vida! Dogs es una canción monumental en lo musical y brillante en las letras. Y quizás haya que recordar que fue la útima vez que Gilmour firmó como autor de toda la música de una pieza extensa en la banda en el período dirigido por Waters. Se nota mucho la rabia de David en su forma de tocar los tres solos de este tema. Insisto, hay mucha ira en esos punteos, mucha tensión sin resolver, mucha, y no es solo el producto de los efectos en el estudio para dar ese timbre de voz tan personal a su Fender Stratocaster. Es un tema donde brillan, hay que hacerle un homenaje, los teclados de Richard Wright. Mientras su carácter se empequeñece se consuma el crimen: su contribución como compositor es aniquilada por Roger. Escuchad cuando David Gilmour canta «and after a while» y sentiréis, sí, se puede sentir cómo la sutil entrada del teclado de Wright le da un maravilloso color a la canción, es simplemente estremecedor. La letra es fabulosa, Roger estaba finísimo en este disco, no solo con su personalísimo estilo de bajo, sino que toca temas que entroncan bien con la rabia de las masas, otra vez la rabia, la ira, que trajo al rock el punk, que en esos años era la moda disruptiva, con su sencillez, fuerza y frescura. Es un disco que presenta a un Pink Floyd menos dulce y en general mucho más rocoso. Mason hace un trabajo impecable, con su batería preñada de recursos percusivos. ¿Y qué decir de los espacios entre notas?, que tan bien trabaja esta banda, y de esas notas de David tan estiradas, colgadas de la parra, suspendidas del techo, como el péndulo de Foucault, se hacen eternos esos momentos y cómo se disfrutan. Por momentos el ritmo de la canción te hace sentir que te están meciendo, acunando. ¿Qué otra banda te mece como esta lo logra?
    Animals es el disco en el que se consuma el golpe de estado de Roger Waters, para convertir la banda en un juguete en sus manos, para desarrollar y mostrarnos su proyecto personal. Y para catapultar a la banda al olimpo de los grandes estadios, del éxito comercial más apabullante. Es Roger Waters y su banda de músicos de sesión de lujo. Roger Waters y su banda de artesanos. Un gran disco, pero un disco a mi parecer triste porque se ha roto el equipo, se ha roto el ambiente, se ha quebrado la amistad, se ha roto la magia. Ya no se trabaja de modo cooperativo sino por órdenes de Roger. Waters es el amo y señor, un genio absoluto, gran compositor, capaz de llevar a Pink Floyd a lo mejor musicalmente y a lo peor en lo personal, la mayor fuerza creativa en el estudio, un ego con patas, un megalómano, alguien que no conoció conscientemente a su padre («a snapshot in the family album, daddy, what else did you leave for me?»). Roger Waters, te amo musicalmente, te admiro como artista, pero como dijo Richard Wright («I don’t want to work with this guy any more».
    Una última cosa. En una gira por Francia mucho antes de The Dark Side of the Moon, un periodista de televisión preguntó a la banda quién era el líder. Como el único que hablaba francés era David Gilmour, fue él quien respondió. «No tenemos líder, somos bastante anárquicos» … Roger Waters debió encolerizarse, no me cabe duda, y pensaría «¡qué estás diciendo, gilipollas, te vas a enterar, mero sustituto en directo de Syd Barrett, recién llegado, no eres ni fundador, yo soy el líder, yo!». Y es que todos sabemos que desde que Syd fue expulsado, él siempre ha creído que Pink Floyd le pertenecía. Y no paró hasta casi lograrlo. Lo maté porque era mío, ¿no?

    «Oh! By the way, which one is Pink?»

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    1. Con un comentario así no me salen las palabras, supera en intensidad, conocimiento y amor por Pink Floyd a la mayor parte de lo que se escribe sobre este grupo y, por supuesto, esta entrada. Solo quiero darte las gracias por compartir con todos nosotros tus conocimientos y tu prosa. En esta entrada es como si hubiera dos posts en uno, mil gracias. Saludos.

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  3. Pues musicalmente perfecto. En cuanto al mensaje orwelliano me parece que el grupo no estaba muy en consonancia con lo que predicaba.
    Prefiero oirles cantar simplezas como «dirige los controles al centro del sol» y cosas así.

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    1. Es justo lo que comentaba en la entrada. Es como si Waters hubiera querido llevar las similitudes con el libro hasta sus últimas consecuencias. Pero tengo una duda, ¿sabía Waters que se estaba comportando como el cerdo Napoleón (una representación simbólica de Stalin), el dictador de «Rebelión en la Granja»? Saludos.

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    1. Lo bueno de este disco es que no necesita de su estructura conceptual para ser bueno, con la música es suficiente. Lo de los egos es una constante en el mundo de la música y el arte, para bien y para mal. Besos, Evavill

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  4. Empecemos por una confesión. Siempre me han costado los discos de Pink Floyd. He ido llegando tarde. Y este fue de los últimos de los «clásicos» que conseguí disfrutar. No es por los méritos del álbum. Hay que prestar atención constante. A las letras, a los cambios, a los arreglos. Pero, al final, se ha convertido en una de mis escuchas favoritas de la banda. Igual este camino tortuoso hasta entenderlos y poder disfrutarlos ha merecido la pena. Pero entiendo a quienes rechazan este disco, a quienes no lo escuchan nunca y a quienes simplemente no se atreven a acercarse. Excelente aproximación, por cierto. Un abrazo.

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