Little Richard es, junto con Jerry Lee Lewis, uno de los pioneros del R&R aún con vida, aunque con movilidad reducida, ya que está en silla de ruedas tras una cirugía de cadera fallida a la que se sometió después de una caída. Con ochenta y seis años ha sobrevivido a las drogas, a los castigos de su familia y de su comunidad religiosa por su homosexualidad, al voyerismo y a una vida agitada, tanto en lo personal como en lo profesional, en la que tan pronto grababa discos y actuaba en galas y conciertos como casaba a personajes famosos (Bruce Willis y Demi Moore o Cyndi Lauper). Nacido como Richard Penniman (Macon -Georgia-, 1932), fue el tercero de doce hermanos; su padre fue un destilador ilegal de whisky, aunque fue su madre quien protegió y alentó su vena musical, recibió clases de piano y pronto pudo expresarse a través de la música góspel, habitual en la Iglesia Adventista del Séptimo Día a la que pertenecía su familia. Con trece años su padre le expulsó de casa debido a su tendencia homosexual. Pocos años después ya intentaba ganarse la vida con la música en bares o en la calle; en 1951 ganó un concurso musical que le permitió grabar algunos discos, que no tuvieron mucho éxito. El reconocimiento le llegaría en 1955, cuando la discográfica Specialty Records accedió a grabar la maqueta que había enviado meses antes; en una pausa de estas grabaciones comenzó a improvisar una canción subida de tono, titulada “Tutti Frutti”, que acabaría convirtiéndose en el primer éxito de Little Richard y, en definitiva, en uno de los temas más representativos del norteamericano. El otro quizás sea “Long Tall Sally” (inicialmente llamada “The Thing”), una melodía de apenas dos minutos compuesta por Robert “Bumps” Blackwell, Enotris Johnson y el propio Little Richard, que fue lanzada al mercado en marzo de 1956 a través de un single en cuya cara B estaba la canción “Slippin’ and Slidin’”.
“Long Tall Sally” acabó por hacerse famosa gracias a la versión de Pat Boone, que no paraba de sonar en las emisoras de “música blanca”; y no fue la única que versionaron cantantes blancos en aquel 1956, véanse por ejemplo las grabaciones de Elvis Preley, Marty Robbins o Eddie Cochran. Durante los últimos años de la década de los cincuenta, y también en la de los sesenta, fueron numerosas las versiones: Jim Breedlove, Wanda Jackson, Carl Perkins, The Kinks, Gene Vincent, Jerry Lee Lewis, Sam the Sham and the Pharaophs, Sha Na Na, The Isley Brothers, The Swingin Blue Jeans, etc. Aunque la más famosa y, en mi opinión, la más destacada de todas las de aquella época fue la de los Beatles -nuestro segundo vídeo destacado hoy-, habitual en sus conciertos desde que eran los Quarrymen. Por supuesto, de “Long Tall Sally” se han seguido haciendo versiones: Paul McCartney, Scorpions, Blind Guardian, Molly Hatchet, Johnny Halliday (en francés), Los Teen Tops o Los Impala, éstos últimos en español. Y finalizamos nuestro terceto de vídeos destacados con la versión que, en 1971, ejecutaron los estadounidenses Cactus, con su clásico estilo entre el blues-rock y el hard rock; fue incluida en el segundo álbum de estudio, el titulado “One Way … or Another”.
¡¡Qué buenas las tres versiones!! Aunque me he ido directo a la de Cactus por ser la que más me llama la atención y la que, a la postre, quizá me haya gustado menos, aunque sea una banda que me está gustando un montón.
Desde luego, cuando lees cosas como las que has escrito acerca de Little Richard me doy cuenta de que hay gente que tienen vidas realmente complicadas, y conste que con ello no quiero decir que sean ‘malas vidas’, sino vidas interesantes… No sé si me explico jejjeje
Ando de cabeza estos días con mucho trabajo, de modo que hasta mis post de hoy en RT va a ser algo rápido, así que me he perdido varias entradas tuyas: las iré revisando.
Abrazos!!!
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Los artistas y los creadores suelen ser personas singulares, a veces atormentadas, en otras ocasiones algo desequilibradas y, casi siempre, gente poco convencional y, por supuesto, nada aburridos. Me acordaba de esto cuando veía hoy la exposición de Pink Floyd (¡qué pasada!, me ha encantado), sobre todo en la primera parte, en la que se habla de Syd Barrett; hay que ver lo que dicen de él, incluso el propio Waters que no duda en reconocer que sin él hubiesen sido un grupo más de esos que hacían versiones y que, en poco tiempo, hubiesen desaparecido. Little Richard es también alguien muy especial, con sus luces y sus sombras, como suele pasar con casi todos los genios. Hay que bajar el ritmo de trabajo, Alex, jajaja. Abrazos.
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Sí, la verdad es que el legado de Syd en Pink Floyd, y gracias sobre todo al hombre-malo-Waters llega hasta The Final Cut, es decir, hasta donde quiso Roger. Es curioso que los discos más cercanos a su desaparición sean los que menos tributan a Syd, como si quisieran esconderse de él, es cuando se enfrentan a sus miedos y fantasmas cuando vuelve a surgir, o sea, a partir de TDSOTM… Estoy hablando sobre todo del trasfondo conceptual más que musical, que conste, lo de la música es otra historia.
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Tal vez al principio quisieron demostrar que podían seguir sin él, tratando de olvidar y superar su genio creativo. Quizás al final comprendieron que, de una otra manera, siempre estaría con ellos.
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Amplio el me gusta a me gusta mucho. Volvere.
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🙂
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Gracias a Cactus y Creedence me interese por L Richard. Los Credence fue con otro tema «Good moly mis Moly». Yo veia en los creditos de los discos el nombre de L. Richard y hasta que no pude oir los temas originales no paré.
Cactus pasan el tema al blues y lo hacen casi irreconocible.
Por cierto L Richard inspiro el primer libro de la historia del rock escrito por Nik Cohn. De Nik te hable del libro de dibujos. Este es otro de dificil titulo «Awabap polula alop bam bum una historia del rock» mas o menos. Libro hecho desde el desencanto que no deja titere con cabeza. A los Rolling los pone a caer de un burro. Y eso al final de los 60. Debe estar descatalogado. Me gustaria encontrarlo.
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Es verdad, me acuerdo que “Good Golly, Miss Molly” (en versión Creedence) fue una de las canciones de tu vida. A mí me pasaba algo parecido con los temas compuestos por Little Richard, tanto los interpretados por él como por otros, leía los títulos de crédito y veía R. Penniman. Durante mucho tiempo estuve indagando quien podría ser Penniman, hasta que me enteré que era Little Richard … He estado mirando el libro que comentas; en Iberlibro, de segunda mano, me salen bastantes en inglés y otros idiomas, y un par de ellos en español (el más barato por 22,91 euros). Saludos, lrotula
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No sé si quedarme con la de los Beatles o con la la de Little Richard. Venga, pues con las dos. La tercera me ha gustado menos.
¡Qué resistencia tienen algunos! lo digo por todo lo que nos has contado sobre la vida de Little Richard. Me gustan esas historias personales.
Saludos, Raúl.
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Pues quédate con las dos, jajaja. Cuando se conoce un poco mejor al artista también se es capaz de valorar mejor su obra, ¿no te parece? Saludos, Evavill.
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Qué personaje el Ricardín, desconocía su historia por completo. Coincido con Alex, muy buenas las tres versiones. Yo me quedo con la de Little Richard. Feliz domingo 🙂
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Jajaja, Ricardín el predicador rockero … Cuando la canción es buena, las versiones también suelen brillar más. Buen domingo, Marta. Abrazos.
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Yo me quedo con la de Little Richard, sin duda, porque me gusta mucho, me suena muy auténtico. No sabía que había tenido esa vida, pero tampoco me sorprende, muchos artistas han tenido vidas duras, ¿verdad? Será que desarrollan esa parte de sus cerebros como evasión de la realidad o como arma contra ella. Bueno, un psicoanalista igual se llevaría las manos a la cabeza por esa interpretación, pero yo le veo sentido, je, je.
Un abrazo, Raúl.
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La verdad es que sí, parece que era el tributo que había que pagar por ser original y creativo, al menos en aquellos años. Un psicoanalista se llevaría las manos a la cabeza … o te daría trabajo, jajaja. Un abrazo.
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Buonisimo!!! Gracias , Raul.
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Gracias a ti, Laacantha, por leer y escuchar. Besos
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