«Jerry llamó al pianista y me dijo que bailara. Empecé y resultó deplorable. Repetí sin parar mis dos pasos hasta que empezó a chillarme y me dijo que me largara, que no le hiciera perder el tiempo.
Holiday, Billie. Lady Sings the Blues. Barcelona: Tusquets, 2010; págs. 43-44
Estaban a punto de sacarme de una oreja, pero yo seguía rogándole que me diera trabajo. Por último el pianista se apiadó de mí, apagó el cigarrillo, levantó la vista y me preguntó:
– ¿Sabes cantar, chica?
– Claro que sé cantar, eso no es nada del otro mundo
– respondí.
Yo había cantado toda mi vida, pero disfrutaba tanto con ello que nunca se me ocurrió que sirviera para ganar dinero. Además, aquellos eran los tiempos del Cotton Club y de las gatitas glamurosas que lo único que hacían era mostrarse atractivas, menearse un poco y recoger el dinero de las mesas.
Yo creía que ésa era la única forma de ganar dinero, y necesitaba cuarenta y cinco pavos para evitar que a la mañana siguiente dejaran a mamá a la intemperie (…)
Le pedí al pianista que tocara Trav’lin’ All Alone, lo más cercano a mi estado de ánimo. Y en algún momento debió de calar hondo. Se acallaron todas las voces en el bar. Si a alguien se le hubiera caído un alfiler, habría sonado como una bomba. Cuando finalicé, todos aullaban y levantaban sus vasos de cerveza. Recogí treinta y ocho dólares del suelo.
Antes de irme, al terminar la noche, dividí el botín con el pianista y me llevé cincuenta y siete pavos.
Compré un pollo entero y alubias con tomate, que a mamá le encantaban. Subí corriendo la Séptima Avenida hasta casa. Cuando le mostré a mamá el dinero para el alquiler y le dije que tenía trabajo de cantante por dieciocho dólares semanales, no podía creerlo«
Así nos cuenta Billie Holiday cómo comenzó su carrera como cantante. Tenía quince años, pero ya había vivido y sufrido como si tuviera noventa. Su madre la tuvo a los trece años; pronto serían abandonadas por su padre, por lo que tuvo que trabajar en lo que pudo para ayudar a su joven madre. Fue reiteradamente maltratada por unos familiares, que “cuidaban” de ella cuando su madre trabajaba. Sufrió una violación en un prostíbulo cuando tenía diez años; después de mantenerla varios días en la cárcel, inmediatamente después de ser violada, fue juzgada por un tribunal, junto con su agresor; a él le condenaron a cinco años, mientras que ella tuvo que pasar un infierno en un correccional católico regido por monjas. Un lugar terrible, donde le cambiaron el nombre por el de una Santa (en su caso, Teresa), en el que se vestía de rojo a las chicas que se portaban mal y en el que estuvo encerrada una noche, ella sola en una habitación junto al cadáver de otra chica que había fallecido recientemente al caerse de un columpio. Cuando salió del correccional apenas tenía trece años; fue entonces cuando perdió la virginidad con un trompetista en casa de su abuela, una experiencia traumática por la que odió el sexo durante mucho tiempo. Volvió a ponerse a trabajar, primero limpiando y, después, como prostituta; una denuncia de un cliente insatisfecho, amigo de la policía, hizo que la encerraran de nuevo.
Todo esto que os acabo de contar sucede en las primeras cuarenta y dos páginas de la autobiografía de Billie Holiday, las cuarenta y dos angustiosas páginas que anteceden a la cita con la que comenzamos esta entrada. Como os podréis imaginar, la vida de Billie Holiday a partir de los quince años, cuando empieza a ganarse la vida como cantante profesional, tampoco fue un camino de rosas: relaciones personales turbulentas, alcohol y drogas, prisión y una temprana muerte, a los cuarenta y cuatro años, debido a una cirrosis hepática.
“Trav’lin All Alone” fue la canción con la que Billie se arrancó a cantar en el Pod’s and Jerry’s de Nueva York, aquella noche en la que, a la desesperada, buscaba trabajo como bailarina. Se trata de un tema compuesto por J.C. Johnson, que acabó siendo grabado en 1937 por Billie Holiday and Her Orchestra, en un sencillo publicado por la discográfica Vocalion Records. Los músicos que acompañaron a Billie fueron Buck Clayton (trompeta), Buster Bailey (clarinete), Lester Young (saxo), Claude Thornhill (piano), Freddie Green (guitarra), Walter Page (contrabajo) y Jo Jones (batería). Finalizo con dos versiones, una anterior a la de Billie Holiday, la de las Boswell Sisters, de 1935, y otra de 2016, a cargo de Davina and The Vagabounds, banda a la que ya hemos recurrido en un post anterior.

Una vida destruida por los abusos, físicos y emocionales, que a lo largo de su corta vida, todos ejercieron sobre ella. Y también, por lo menos eso me pareció a mí cuando leí el libro, por el amor que tanto buscaba en sus amantes. Una voz que sale de las mismas entrañas. Única. Imprescindible.
Gracias Raúl. Besos y Feliz Navidad
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¡Qué bien verte por aquí Marta! Muchas gracias por dejarme el libro, es apasionante, aunque a veces se te haga un nudo en la garganta a medida que vas leyendo. Estoy de acuerdo contigo, canta con todo su cuerpo, como si fuera un ejercicio catártico de purificación; para ella debió ser la única válvula de escape para dar salida a su sufrimiento, a nosotros nos ofrece una manera de interpretar nunca vista en la música. Besos. Feliz Navidad.
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Me han dado ganas de llorar.
Con esa infancia es imposible tener después una vida normal
Pero ella tenía un don maravilloso, eso nadie se lo pudo quitar.
Feliz Navidad, Raúl.
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A mí me ha pasado igual a media que iba leyendo el libro. Sólo respiré un poco cuando me llegué a la cita con la que comienzo la entrada, las páginas anteriores son apasionantes, pero muy angustiosas. Creo que en la vida existen los equilibrios; en su caso, su voz era la único que tenía a su disposición para sobrevivir ¡Feliz Navidad, Evavill!
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Madre mía, y yo pensando que qué historia tan bonita al comenzar a leer…
Desde luego que para cantar sí que valía.
Un abrazo y felices fiestas
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Como le decía a Evavill, a mí me pasó igual que a ti cuando leí ese fragmento, lo que ocurre es que lo hacía después de esas primeras páginas asfixiantes. Entonces decidí invertir el orden … Su voz es única e irrepetible, todo el mundo reconoce a Billie Holiday, no hay nadie que tenga una voz similar ¡Felices Fiestas, Luna!
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Ohhh…que pena! solamente tuvo 44 años . La intensidad inigualable ! Muchas gracias por la presentación. ¡Felices Fiestas!
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Intensidad, sufrimiento y calidad musical, por eso es única. Muchas a ti, Laacantha ¡Felices Fiestas!
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Qué buena historia la que trasladas aquí.
Cuánto, cuánto sufrimiento. Cómo es el ser humano. Cómo es este mundo tantas veces…
¿Puede repararse, puede superarse, puede deshacerse, puede trascenderse todo eso?
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Gracias What! De entre todos los sufrimientos, el que me parece más insoportable es el de los niños. Por eso la historia de Billie no puede ser más dura. Creo que algo así es difícil de reparar y superar, tal vez se consiga amortiguar algo si se tiene ayuda. Espero que sí trascienda … Saludos.
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La vida de Billie Holiday da para muchos relatos. Este verano escuché parte de un relato muy desgarrado de amor y desamor. Al final del relato me enteré que era sobre Billie, no me extrañó nada.
El relato era el abandono de un amante, pero al final Billie iba de Málaga a Malagón.
De cualquier manera la música que dejó es algo fuera de lo normal.
Estoy disfrutando con el disco «Lady sings the blues».
Cuando leo estas historias de músicos tan desgarradas me acuerdo de unas declaraciones de Elvis Costello. Elvis se rebelaba contra el hecho de tener que pasar una vida intensa y desgraciada para componer e interpretar buena música.
Bueno feliz 2021 a todos. Saludos.
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Parece que la creatividad y la intensidad en el ámbito del arte van unidas a mucho sufrimiento. Lo que comentas de Elvis Costello lo he escuchado y leído de otros artistas, tanto del ámbito de la música, como en la literatura o la pintura. Tal vez sea una manera de vender tu alma al diablo, como dice la leyenda que le pasó a Robert Johnson. La manera de cantar de Billie es única, su sufrimiento también ¡Feliz 2021! Saludos.
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