Al rock progresivo también se le suele llamar rock sinfónico, de hecho las primeras manifestaciones de este estilo musical estaban repletas de orquestaciones y elementos característicos de la música clásica, aportaciones que, a medida que avanzamos en la década de los setenta, van difuminándose en beneficio de la experimentalidad, los nuevos sonidos y la calidad instrumental. No obstante, estas influencias procedentes de la música culta no llegaron a perderse y, ya en los años ochenta, hubo todo un movimiento de acercamiento a lo clásico, tanto desde el progresivo como desde el heavy metal (véase, sin ir más lejos, la entrada del viernes pasado, en la que me ocupaba de Yngwie Malmsteem). Quizás por deformación profesional, siempre me resisto a afirmar con rotundidad en todo lo relativo a lo que podría considerarse como la primera manifestación de algo; en este sentido, es difícil saber cuando un tema psicodélico deja de serlo para convertirse en sinfónico. Algunos expertos musicales suelen datar este fenómeno en el año 1967, cuando aparece el tema de Procol Harum «A Whiter Shade of Pale» y, sobre todo, el segundo trabajo de la banda británica The Moody Blues, titulado «Days of Future Passed», un álbum clave en la historia de la música rock. Esta banda se formó en Birmingham, durante 1964, y debutó con un primer disco («Go Now!», 1965) al estilo pop de la época; tras este trabajo entran en el grupo Justin Hayward (guitarra y voz) y John Lodge (bajo), y graban el mencionado «Days of Future Passed», un álbum conceptual en el que se relata el transcurrir de un día desde el alba hasta la noche. Además de los instrumentos habituales del grupo, también intervino la London Festival Orchesta, dirigida por Peter Knight, no como un simple acompañamiento sino como una parte más del discurso musical. De esta manera, convirtieron el encargo de la casa discográfica de hacer una versión rock de la sinfonía «El Nuevo Mundo» de Dvorak, en una obra totalmente diferente, con personalidad propia que, probablemente, se convirtió en la obra seminal de un nuevo estilo musical: el rock sinfónico. Aquí dejo el disco entero para quien esté interesado, para el resto su tema más conocido, con el que se cerraba el día: «Nights in White Satin», una balada romántica imprescindible en cualquier recopilación que se precie.
7 opiniones en “The Moody Blues. «Nights in White Satin»”
Comentarios cerrados.
me encanta esta canción, la he oido tropecientas veces, peeeeero, jeje, igual me gusta mas la versión mas clásica
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Esta versión que has puesto es la que se comercializó como sencillo, la original duraba más de siete minutos y eso era impensable para los gustos de la época. Con este formato reducido triunfó como balada romántica, pero en realidad era mucho más que eso. Gracias Guecica. Buen fin de semana.
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Acabo de escuchar el disco que propones y me ha encantado. The Moody Blues sigue en activo y en su página tienen anunciada una gira por el Reino Unido para 2015.
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Me alegra mucho, Eduardo, que te haya gustado, es un disco precioso y, como he comentado en la entrada, muy importante para la historia del rock sinfónico. No sabía lo de la gira pero me parece que siguen estando los dos que revolucionaron el sonido del grupo: Justin Hayward y John Lodge. Buen fin de semana.
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Glorioso temazo, un clásico en mi hogar, qué afortunada he sido 🙂
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Pues sí Marta, haber conocido este tema de niña y adolescente seguro que nunca se olvida. Ayer estuve viendo una película («La música nunca dejó de sonar») que, entre otras cosas, habla sobre lo que une y separa la música y como las diferencias generacionales se evidencian en ella. Creo que a casi todos nos ha pasado algo así, aunque al final terminamos queriendo también la música de nuestros padres. Un abrazo
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Me apunto este titulo de esta película,Gran descubrimiento este grupo, del que sólo conocía este temazo.
Un saludo
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