Le decía a Pedro el otro día, cuando me entregó la última canción, que me había emocionado al leer los recuerdos que acompañan a las cuatro primeras canciones; con la quinta he de confesar que se me han saltado las lágrimas, y no precisamente por la temática de la canción, con la que puedes romper a llorar, pero de risa. Pedro nos habla hoy de su llegada a Madrid, de cómo nos conocimos y de cómo nos divertimos en aquellos locos años ochenta. Hace casi un año os hablaba de «Mi agüita amarilla», de los buenos recuerdos que conservo en torno a esta canción; Pedro nos ofrece su propia versión de la película, en la que desempeño un papel destacado y agitado. Ha sido una semana muy especial para mí, con muchos recuerdos que han aflorado gracias a estos bonitos relatos que, de manera sincera y elocuente, nos ha ofrecido Pedro. Un abrazo muy fuerte, amigo, espero que te hayas sentido cómodo y que la experiencia bloguera haya sido de tu agrado; una vez abierto el melón lo mismo te apuntas a cualquier otro sarao, en forma de colaboración, que se nos ocurra …
Os recuerdo que esta sección está abierta a todos los amigos/as que deseéis participar en ella; si queréis enviar vuestras cinco canciones, con sus recuerdos respectivos, lo podéis hacer mandando un correo a la siguiente dirección: raulrn@wanadoo.es o contactar a través de twitter (@guitarmuses).
«Eran los años de la movida, y España conseguía su primera medalla olímpica, de plata, en los Juegos Olímpicos de Los Angeles 84 cuando, por una triste circunstancia, una enfermedad, a mis 24 añitos, caí en Madrid, solo y desamparado, en medio de una ciudad enorme y desconocida.
Estando yo en esa situación tan triste, quizá por el destino, si es que existe, me crucé por la calle con una chica muy mona que se me quedó mirando. Mi primer pensamiento fue, cómo no, que en Madrid se ligaba más que en Vitoria, donde decíamos entre los lugareños, que “ligar en Vitoria, con una de Vitoria, era un milagro”. Pero una vez pasado mi ilusión inicial, me di cuenta que aquella chica me miró no por mis encantos, sino porque nos conocíamos de algo. Sí, sabía quien era, era la prima madrileña de un amigo de Vitoria, a la que conocía, pero tan solo de vista. Alguien conocido en Madrid, pensé. Mi salvación. Corrí tras de ella, la abordé, y me agarré a ella (en sentido figurado, claro), como un náufrago que encuentra un salvavidas en altamar.
Esto fue un rescate en toda regla. Con la simpatía y la generosidad que caracterizan a los madrileños (y las madrileñas, como diría un político), mi amiga Marta, me enseñó Madrid y compartió conmigo su familia, madre vitoriana incluida, y sus amigos, entre los que se encontraba un nutrido grupo de estudiantes de Farmacia.
Aquel grupo de farmacéuticos se convirtió rápidamente en mi “pandilla”, y dado que además me ennovié con una de las chicas del grupo, comencé a visitar con mucha frecuencia Madrid, donde al cabo de unos años me instalé. Hoy, después de casi 30 años de trabajar y vivir en esta enorme ciudad, soy un madrileño más, y me parece maravillosa.
Uno de los sitios que estaban de moda entonces, hasta que fue tomado por los “fachas” y se convirtió en un lugar peligroso, eran “Los Bajos de Aurrerá”. Solíamos ir allí con frecuencia, porque había un ambiente universitario muy animado, a tomar unas cervezas, con nocturnidad y alevosía.
Había varios locales que nos gustaban, pero cuando queríamos marcha, nos metíamos en uno muy molón, “El Ibiza”, completamente blanco, como no podía ser de otra manera. Cuando digo “nos metíamos”, es literal, porque dado el tamaño reducido del local, estaba siempre a tope, y había que entrar “apretando”.
La música que ponían allí era prácticamente toda española, estábamos en plena movida, aunque también ponían música algo más antigua. Nacha Pop, Los Secretos, Gabinete, Danza Invisible, Kaka de Luxe,… eran habituales.
Había canciones que eran mágicas, como apretar un botón, era sonar y toda la masa se ponía a bailar…,bueno a saltar más bien, como auténticos posesos. Era imposible resistirte, no eras tú, eras parte de la masa que saltaba al unísono, como un solo cuerpo, sudado, claro.
Pero, para mí, la canción que define mejor aquella época es “Mi agüita amarilla”, gran éxito de aquel loco grupo, “Toreros Muertos”, que con su animada música y su divertido texto, nos “colocaba”, sin porro, y nos llevaba a aquel estado de catarsis corporal y mental.
Pero, es que, además, esta canción me recuerda especialmente a uno de aquellos estudiantes de Farmacia, a mi amigo y colega Raúl. Me trae la imagen de un Raúl exultante y divertido, cantando a todo trapo, y saltando como un verdadero batusi.
Va por ti, amigo».
¡Que bueno!..la canción y todavía más ,los recuerdos. Las amistades de juventud son verdaderos…cuando no piensan tener algo a cambio, solamente porque tu te encajas con la persona.Mis saludos a Pedro.
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Así es laacantha, con los amigos sólo hay que pensar en dar, nunca en recibir. Y cuando tienes uno hay que cuidarlo, tratarlo como si fuera un tesoro. Saludos.
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Pedro, ha sido un verdadero placer conocerte y leerte. Pues sí, una canción divertidísima y que también me trae muchos recuerdos de unos años muy animados y felices. La letra es genial, Carbonell un tipo muy divertido. Me compré el LP, sin duda, fijaros que es de los pocos vinilos que me compré esos años. Otros dos que me compré, y seguramente ahora son pieza de coleccionista, fueron el mini-LP de debut y el LP A Santa Compaña de los grandísimos Golpes Bajos. Un día les debo una entrada, seguramente a esa gran canción: No Mires a los Ojos de la Gente.
Bueno, pues utilicé la expresión «agüita amarilla” cuando hablábamos de nuestras aventuras y desmadres etílicos, señalando que el gran inconveniente de la birra es que no paras de mear en toda la noche. Y qué meadas, jajaja, hablando claro. Por supuesto que emborracharse con cerveza me ha pasado incontables veces. Y además también usé esa expresión en una ilustración humorística en El Espacio de Chus, qué casualidad.
Bueno, pues brindemos con un trago simbólico. Y a ver, Raúl, por lo explicado arriba…estudios de farmacia. Tú eres profesor universitario, ¿no? ¿Pero de qué exactamente? Saludos.
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Cuando comentaste lo del agüita amarilla, apunto estuve de hablar de la canción de hoy, pero me contuve para que fuera una sorpresa. Como comenta Pedro, hay canciones que no se bailan, se cantan como si te fuera la vida en ello (el grado alcohólico también contribuye …) Soy profe en la Universidad de Alcalá; aunque he trabajado en un laboratorio farmacéutico (cuando acabé la carrera), mi especialidad, con la que doctoré, es la Historia de la Farmacia, aunque en sentido estricto soy profesor de Historia de la Ciencia. También doy clases en otras facultades, siempre dentro de este ámbito de conocimiento. Saludos.
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Pues para mí, Raúl, también ha sido una semana muy especial.
Nunca había escrito nada que no fuera un «informe de trabajo», y era un reto. Todos los días he estado nervioso esperando ver publicado el texto, y esperando vuestros comentarios, que agradezco enormemente.
Pero antes de despedirme, y aunque nadie me lo haya pedido, quería dejaros mi sexta canción. Sería «American Pie» de «Don McLean», que además encaja cronológicamente con mis recuerdos de las canciones anteriores.
Si le preguntáis a Luisa, mi mujer, cuál es su canción favorita, os dirá que esta. Ya lo decía cuando la conocí, que fue unos años después de conocer a Raúl y «El Ibiza».
Por eso, esta canción me recuerda a Ella y únicamente a ella, es su canción.
La primera vez que vi a Luisa fue a través de la ventanilla del coche de nuestros amigos Julián y Pilar, que nos habían preparado una «cita a ciegas», para intentar sacarme del pozo de tristeza en el que estaba sumido después de un importante desengaño amoroso.
Habíamos quedado en los aledaños de «Huertas» parea cenar y presentarnos, y estaba yo esperando en la esquina acordada, un cuarto de hora antes de la hora, cuando reconocí el coche de Raúl que pasaba por delante, buscando aparcamiento, cuando vi a través de la ventanilla a una chica menuda, pero muy mona, hundida en el asiento de atrás.
Luisa estiraba su cuello, y buscaba curiosa a Pedro, aquel tipo desconocido del que le habían hablado maravillas (para eso están los buenos amigos, en ausencia de madres), cuando Pilar le dijo, «Mira Luisa, ese es, el que está esperando en la esquina».
Y en ese momento se cruzaron nuestras miradas, y afortunadamente, nuestras vidas.
Luisa me ha dado una hija estupenda, a la que conocí con 10 años, un hijo maravilloso, y una nieta guapísima, que casualmente nació ayer, de «nuestra» primera hija, y muchas más cosas.
Muchas gracias a todos por leer mis historias, y por vuestros comentarios, todos tan positivos.
Hasta proto, amigos blogueros.
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La sinceridad es la clave de éxito de cualquir relacion amorosa , amistosa entre los padres y hijos etc. Y…¡ de cualquier texto escrito ! . No importa si tiene o no el don de escribir la persona que nos cuenta sinceramente los momentos de su vida. Y si lo tiene ,como es en su caso ,se convierte en un lujo de leer. Un abrazo.
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Pues deberías de empezar a escribir otras cosas, Pedro, porque lo haces muy bien. Sobre todo la capacidad que tienes para transmitir, tal vez porque lo haces con sinceridad, como comenta laacantha; creo que todos han quedados encantados con tus textos, has sabido captar perfectamente la idea de esta sección. Así que, muchísimas gracias por regalarnos esta semana, y por ese bonustrack tan bonito dedicado a Luisa. Y ¡enhorabuena por esa abuelez recién estrenada! Besos y abrazos.
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Pues que sea enhorabuena abuelo. Todo un gustazo leer tus recuerdos. Como le dije a Raúl, has entendido a la perfección el sentido de esta sección. Y como colofón esta canción extra en la que como muchos de los que hemos participado, dedicamos a nuestras sufridas parejas jajajajaja
Un abrazo
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Divertida canción la de hoy y excelente selección la que nos has dado esta semana. Qué decir del bonus track de American Pie; a mí también me trrae buenos recuerdos.
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Se ha despedido a lo grande, ¿verdad? Saludos, Eduardo.
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Qué bueno tu recuerdo. También me has recordado mi juventud con este tema y con los bajos de Aurrerá aunque yo no los frecuentaba mucho, iba más por Malasaña. Así que Raúl saltaba como un batusi, jajajaja. La verdad es que la letra de la canción es muy divertida.
Un saludo.
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Los viernes, después de clase (salíamos a las siete), es cuando nos íbamos a Aurrerá; luego,en fin de semana, ya íbamos por otros sitios, como Malasaña, Huertas, etc., salvo cuando teníamos exámenes, que éramos buenos estudiantes … Lo de saltar como un batusi ha sido genial, te digo que se me saltaron las lágrimas. Saludos.
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La música y la amistad, gran convinación. Solo le falta a Pedro tirarse de cabeza al mundo de los blogs. Sus cinco canciones más el bonus de hoy y la historieta de la bolsa de basura le han destapádo como un estupendo narrador.
Enhorabuena por la semana.
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Entre los viajes de trabajo que tiene, los múltiples deportes que practica y ahora la nieta no sé de donde podría sacar tiempo, pero es verdad que nos ha dejado a todos con ganas de más ¡Muchas gracias, Salva!
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Pues la cosa va de coincidencias: durante mi periodo de estudiante universitario viví y fui amigo y compañero de varios estudiantes de Farmacia, dio la casualidad de que me los iba topando por todas partes, crecían como la mala hierba jejejjeje
Y, por otra parte, el primer CD que tuvo mi mujer y que yo le regalé, fue el American Pie de Don McLean, le encantaba (y le encanta) ese tema, que yo prefiero, sinceramente, al Aguita Amarilla de los Toreros, una canción que me hizo mucha gracia en su día, eso también es verdad, pero que calidad musical, pues hombre, tampoco es que fueran unos Genesis o unos Yes Carbonell y compañía jejjeje
Ah, y también soy medio madrileño después de haber vivido casi 15 años por allí…
En fin, ha sido un placer Pedro, encantado de blog-conocerte jejjeje
Saludos!!!
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Somos como la mala hierba, la verdad es que sí, jajaja. Me imagino en el Ibiza sonando temas de Genesis o Yes, sólo de pensarlo me parto de risa. Pues sí que son coincidencias, Alex, aquí te esperamos por si quieres pasarte otra temporadita en la capital, jajaja. Saludos.
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Gracias por esas explicaciones, Raúl. Yo también me lo pasé bomba en algunos garitos, en mi época de diversión nocturna, música y desmadre. Gran semana y gran protagonista.
Qué casualidad, porque antes de leer estos últimos comentarios estaba pensando en poner este chiste -me parece buenísimo-, y lo digo por el protagonista del mismo:
Vendedor: Este nuevo teclado tiene 754 sonidos y acepta tarjetas de memoria para otros 4237.
Rick Wakeman: ¡Qué bueno! Deme dos.
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