Deep Purple. «April»

 

Cuando un grupo como Deep Purple es creador de estilo, tiene álbumes que han sido, son y seguirán siendo referencia en el mundo del hard rock (“In Rock”, “Fireball”, “Machine Head”, “Made in Japan”, etc.) y es poseedor de un lista de canciones que, a día de hoy, son himnos para todos los aficionados a este estilo musical, pueden producirse situaciones que yo me atrevería a calificar como de injusticia musical. Digo esto porque a veces nos olvidamos que Deep Purple, antes de que definieran su estilo, también fueron pioneros en otros ámbitos musicales, como el rock psicodélico o el rock sinfónico, algo especialmente evidente en sus tres interesantísimos primeros álbumes. En 1969 publicaron “Deep Purple”, el tercer disco de su carrera, que finalizaba con una obra de arte, una joya de incalculable valor musical que ha sido sepultada por el propio curriculum vitae de este irrepetible grupo; “April” es una pieza sinfónica de doce minutos de duración, compuesta por Jon Lord y Ritchie Blackmore, articulada en torno a tres secciones: una primera de corte progresivo, francamente emocionante, una compleja parte central de música clásica (en la que se utilizan instrumentos de cuerda y viento) y un tramo final de carácter más psicodélico, que arranca con batería y guitarra para continuar con una parte cantada y un solo de guitarra final. Pocas veces los teclados de Jon Lord y la guitarra de Ritchie Blackmore han sonado de una manera tan compenetrada, emotiva y certera como en esta canción. Para quien esto escribe, “April” es una de las mejores composiciones de rock sinfónico que se han escrito y, sin embargo, no aparece en casi ninguna lista de este género.

Yes. «Mood for a day»

 

Hoy le toca el turno a una de mis duplas preferidas: el grupo Yes y el guitarrista Steve Howe. La canción que he elegido es «Mood for a day», incluida en uno de los mejores discos de los londinenses: «Fragile» (1971). Este álbum es, desde mi punto de vista, el primero de los grandes discos de Yes y con el que empieza su época dorada (1971-1977), con obras como el mencionado «Fragile», «Close to the Edge», «Tales from Topographic Oceans», «Relayer» y «Going for the one»; es, también, el primer álbum en el que participó el gran teclista Rick Wakeman. «Fragile» no es un trabajo compuesto de largos temas conceptuales, al más puro estilo progresivo, yo diría que es el más hard de todos sus trabajos, con un Chris Squire (al bajo) sensacional. Da también la sensación que el propio grupo era consciente que iniciaba una nueva etapa; «Fragile» está estructurado con una serie de temas en los que participa todo el grupo y cuatro canciones donde cada uno de los cuatro músicos se lucen como solistas, prácticamente como si fuera una carta de presentación. «Mood for a day» es el tema de Steve Howe, un trabajo inicialmente grabado con guitarra española, con sabor de música clásica y flamenca que, a menudo, es utilizado como pieza para enseñar a tocar la guitarra.

King Crimson. «Epitaph»

Los detractores del rock progresivo a menudo lo suelen tildar de estilo frío y alambicado, en el que la componente virtuosa y cerebral está por encima de la pasional. He de confesar que, en algunas ocasiones, tengo que coincidir con estos análisis, cosa que me da rabia, más que nada porque es uno de mis estilos preferidos. Sin embargo, creo que esta generalización es injusta; un ejemplo de ello es “Epitaph”, perteneciente a “In the Court of the Crimson King” (1969), el primer álbum de los británicos King Crimson; se trata de una poética, triste y emocionante reflexión sobre la naturaleza humana, que el grupo liderado por Robert Fripp supo dotar de una atmósfera musical única, en la que el mellotron se convierte en el aliado perfecto de esta deprimente y, a la vez, maravillosa obra de arte.