Hace algo más de un año fallecía el británico Jeff Beck, uno de los mejores guitarristas que ha dado el rock, especialmente en ámbitos como el blues-rock o el jazz-rock, géneros en los que fue una figura destacada, aunque su nombre no sea tan conocido para el gran público como el de Eric Clapton o Jimmy Page, los otros dos guitarristas que tocaron en la mítica banda The Yardbirds (aquí hablábamos de ello). Antes de integrarse en este grupo, militó en modestas formaciones que tocaban en Londres y su área de influencia hasta que, en 1965, fue designado para reemplazar a Eric Clapton en los Yardbirds, gracias a la recomendación de su amigo Jimmy Page. Con esta banda grabó un disco en 1966 y, un año después, sacó al mercado un single con su memorable versión del Bolero de Ravel (“Beck’s Bolero”). Tras ser despedido de The Yardbirds debido a su temperamental carácter, decidió formar su propio grupo (The Jeff Beck Group), con Nicky Hopkins a los teclados, Aynsley Bunbar a la batería, Ronnie Wood al bajo y Rod Stewart como vocalista. Ese mismo año de 1967, me imagino que antes de que se creara The Jeff Beck Group, los integrantes de Pink Floyd pensaron en él -antes que en David Gilmour- cuando Syd Barrett comenzó con sus episodios alucinatorios; en palabras de Nick Mason (batería de Pink Floyd): “se mencionó el nombre de Jeff Beck, lo cual habría sido un interesante (y espectacular) experimento. No creo que ninguno de nosotros hubiésemos tenido el valor de hacer la llamada telefónica entonces” (Mason, Nick. Dentro de Pink Floyd. El largo y extraño viaje hacia el éxito de un grupo mítico. Barcelona: Robinbook, 2007; pág. 82).
Con algunos altibajos (rupturas y reencuentros), Beck continuó con su grupo hasta que, en 1972, consiguió ver materializado un viejo proyecto con el bajista Tom Bogert y el batería Carmine Appice, antiguos integrantes de Vanilla Fudge y Cactus. Dos años después, Jeff Beck ya estaba inmerso en un nuevo proyecto, el álbum instrumental “Blow by Blow”, grabado en solitario con un grupo de apoyo; en él participó (aunque sin acreditar) Stevie Wonder tocando el clavinet en una de las canciones (“Thelonius”). En este interesante disco de jazz fusión, en el que también se mezclan elementos procedentes del funk y el blues-rock, se incluyeron nueve canciones, seis de ellas compuestas por Jeff Beck o los miembros de su grupo, y las otras tres debidas a otros autores: “She’s a Woman” -de Lennon & McCartney-, “Diamond Dust” -de Bernie Holland- y “Cause We’ve Ended as Lovers”, de Stevie Wonder, que Jeff Beck dedica a Roy Buchanan, a quien él consideraba uno de los grandes maestros de la guitarra.
Esta colaboración entre Beck y Wonder fue posible gracias a un encuentro anterior, en 1972, cuando el guitarrista -gran admirador de Stevie Wonder- fue invitado a participar en la grabación del disco “Talking Book” (1972); entonces, Wonder quiso recompensarle con uno de sus temas, el conocidísimo “Superstition”, pero los directivos de la Motown obligaron convencieron a Stevie para que no cediera la primicia y lo grabara en su álbum, incluso lo lanzara como sencillo. La deuda fue saldada unos años después, cuando Stevie Wonder participó en el ya mencionado disco de Beck, “Blow by Blow”, donde se incluyó el tema objeto de nuestra entrada de hoy. Esta canción había sido grabada un poco antes, en versión cantada, por la cantautora estadounidense Syreeta, con quien Stevie Wonder estuvo casado; formó parte de un álbum titulado “Stevie Wonder Presents: Syreeta” (1974). También de 1975 -como la versión de Beck- es la de un grupo poco conocido: The New Topnottes. Os dejo con tres directos de Jeff Beck interpretando esta melodía, uno de 2007, otro de 2017 y el último con Eric Clapton).
