Madrid nunca ha tenido tradición de grandes festivales de jazz; es verdad que los ha habido y que durante todo el año se puede disfrutar de este género en salas de conciertos, teatros y bares con longeva tradición jazzística, como Clamores, Café Central o Café Populart, entre otros. Pero, desde hace algunos años, se viene celebrando el «Festival Internacional de Jazz de Madrid«, en el que se incluyen debates, exposiciones y, por supuesto, conciertos en distintos lugares de la capital. Aún es pronto para estar a la altura de festivales como los de Almuñécar, Donosti o Vitoria, entre otras cosas porque lo primero que tiene que hacer el de Madrid es consolidarse y no quedar expuesto al albur de nuestros gobernantes de turno.
El pasado 23 de noviembre tuve el inmenso placer de presenciar uno de los conciertos incluidos en este festival, el de Madeleine Peyroux Trio; de esta cantante, guitarrista y compositora estadounidense ya hemos hablado aquí, a propósito de las canciones «Dance me to the end of love«, «Smile» y «J’ai deux amours«. Creo que es la segunda vez que visita Madrid, la primera fue hace unos tres años, cuando quizás era menos conocida; para esta ocasión la organización ha querido que la recibiéramos en la Sala Guirau del Centro Cultural de la Villa (Centro Fernán Gómez), un lugar perfecto para este evento, cómodo, suficientemente amplio (por supuesto, hubo lleno) y bien preparado para el sonido elegante y delicado que nos ofreció este trío. Lamentablemente, las fotografías y los vídeos estaban prohibidos, por lo que no puedo ofrecer más que una foto que pude hacer cuando se abrió el acceso a la sala y otra de mi entrada, el resto del material gráfico y videográfico que aparece en este post pertenece a otras actuaciones relativamente recientes.
Acostumbrado a los conciertos de rock, a estar de pie durante horas, a los empujones y a la incomodidad propia de estos eventos, los butacones numerados de la sala Guirau me parecieron de ciencia-ficción. En estos conciertos no se bebe cerveza, así que acompañé la espera con la lectura del folleto que nos regalaron con todos los actos de este festival de jazz. A las 21:35 horas aparecieron Madeleine Peyroux (voz, guitarra acústica), Jon Herington (guitarra eléctrica) y Barak Mori (contrabajo); como podéis ver, una propuesta muy sencilla: tres instrumentos y la inigualable voz de Madeleine. Se situaron en formación triangular: en el vértice trasero Barak y delante de él Jon y Madeleine, ambos sentados.
La mayor parte de los temas que sonaron pertenecen a su último álbum, «Secular Hymns» (2016), un disco de versiones con canciones pertenecientes a autores tan diferentes como Willie Dixon, Lil Green, Allen Toussaint, Stephen Foster o Tom Waits, es decir, temas de blues, folk, country y canción tradicional americana, vestidos de jazz y cantados con mucha personalidad por la que bien podría ser la heredera de Billie Holiday. Por cierto, he podido observar que, en directo, sigue conservando ese giro tímbrico parecido al de Billie, aunque quizás ya no sea tan acusado como en sus primeros discos; ahora su riqueza expresiva es mayor y, desde luego, no concibe la interpretación en los términos de desesperación trágica tan característicos en Billie Holiday.
Me sorprendió gratamente su simpatía, su buen humor y sus ganas de agradar al público; habló mucho durante la actuación, a menudo en castellano, esforzándose en todo momento por conectar con nosotros, incluso cambió la frase final del tema «J’ai deux amours», sustituyendo París por Madrid. Además de las canciones de su último disco y de ésta que acabamos de comentar, hizo más versiones -no hay que olvidar que ésta es una de las facetas que caracterizan a esta artista-, como «Água de Beber», de Vinicius de Moraes y Antonio Carlos Jobim, o la ya comentada «Dance me to the end of love», de Leonard Cohen.
Excepto en un par de canciones, interpretadas en solitario por Madeleine, en el resto intervinieron Jon Herington y Barak Mori, que hicieron gala de una maestría y un buen gusto musical a la altura de las circunstancias, en ocasiones acompañando vocalmente; incluso se permitieron ejecutar, primero Jon con su guitarra y luego Barak con el contrabajo, sendos solos simultaneados con un tarareo en el que se imitaba al instrumento en cuestión, algo así como una versión actualizada de la técnica conocida como scat.
Hacía mucho tiempo que no iba solo a un concierto y, lamentablemente, no podía comentar con nadie los pormenores de la actuación; tal vez por eso estuve más concentrado y sentí la música como pocas veces. A todos nos ha pasado alguna vez que hemos desconectado en algún concierto y que sólo hemos vuelto a él cuando han empezado a aparecer los temas más emblemáticos del grupo; el pasado 23 de noviembre nunca tuve esa sensación de estar fuera, independientemente de que conociera o no las canciones. Imagino que eso es mérito de Madeleine, Jon y Barak, por eso no puedo más que agradecerles por compartir con nosotros su talento.
Confiemos en que este festival de jazz de Madrid se asiente y se convierta en un referente.
La última canción que pones la conocía; es una versión de Allen Toussaint. Por cierto, no sé si sabías, Toussaint murió en Madrid en noviembre del año pasado después de dar un concierto en el teatro Lara.
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Lo que siempre da miedo con estas iniciativas es que quede al capricho del gobernante de turno, veremos cómo va evolucionando estos próximos años.No sabía que había fallecido después de un concierto en el Lara, teatro al que voy de vez en cuando. Saludos, Eduardo.
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No soy muy de Jazz pero esto que veo y escucho en el vídeo es una maravilla.
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No tengo vídeos de aquella noche (estaban prohibidos) pero los dos que he puesto son clavaditos a lo que vi, sobre todo el último que pertenece a un concierto muy reciente, de esta misma gira. Te puedo asegurar que en directo fue mucho mejor. Saludos, Álvaro.
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Los conciertos de jazz son la leche. Me introducí en el jazz hace escasos dos años y sigo alucinando a diario. Incluso decidí aparcar la batería para aprender a tocar el saxofón este mes de mayo. Alucinante lo que viviste, Raúl. El jazz es un estilo infinito, libre, lleno de fantasía. ¡Abrazos!.
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¡Me encanta el saxofón!, tanto en el jazz como en el rock. Eres un valiente, Fran …Estoy de acuerdo contigo, además el jazz tiene muchas vertientes y variantes, de tal forma que cada uno puede buscar los sonidos y estilos donde se encuentre más a gusto. Un abrazo.
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Aquí recientemente ha habido un festival de jazz que lleva mucho tiempo en marcha y que tiene la peculiaridad de hacerse con mesas y sillas,con velitas y que debe darle un aire muy íntimo, pero todavía no me he atrevido a ver una de esas sesiones jazzisticas, que te deben dejar hipnotizado….yo últimamente suelo ir a algunos conciertos sólo, ya que la gente se va haciendo mayor y le va dando más pereza, y lo que tú dices, te metes más en el concierto…..saludos
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Tiene su gracia lo de ir solo a los conciertos, a mí me pasa lo mismo que a ti. A veces lo comento en el facebook, por si algún amigo se apunta, pero es verdad que les suele dar pereza; con este concierto no tuve muchas opciones, me enteré tarde y tuve que comprar la entrada deprisa deprisa porque casi no quedaban. Pues tiene buena pinta ese festival que comentas, Vidal; si vas alguna vez, cuéntanos cómo ha ido. Saludos.
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Por cierto acabo de ver que también tocó en el festival de Zaragoza
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Muy elegante, muy guay, muy swing, lo que pasa es que no estoy muy acostumbrado a este tipo de sonido. No es una crítica, es una orientación personal, de hecho jamás he escuchado a Billie Holiday u otras divas más allá de temas puntuales. Más acostumbrado al jazz puramente instrumental. Su música entra sola, es un perfecto acompañamiento. Por poner un símil, es como saborear una copa de un gran reserva.
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Es verdad que no es estrictamente jazz, como comento en la entrada, ya que la procedencia de las canciones es otra (blues, country, etc.), además la voz es la protagonista y no tiene nada que ver con el jazz instrumental, el bebop o el free-jazz. A mí en cambio el jazz vocal me gusta mucho y, junto con el swing y las grandes orquestas, es lo que más me gusta de este estilo. Pues te digo una cosa, hubiese sido la leche poder ver el concierto con una copa de buen vino … Saludos.
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Leídos todos los comentarios, seguramente el que más jazz escuche de los que han comentado debo ser yo. A Madeleine la he oído sobre todo en su disco HALF THE PERFECT WORLD que fue el primero que se escuchó aquí, por supuesto R3.
Pero Raúl me ha enseñado una cosa que me ha sorprendido mucho. Creía que Madeleine era pianista y resulta que es guitarrista.
Bueno, siempre estamos para aprender algo nuevo o para salir de un error.
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Los dos anteriores también están muy bien: «Dreamland» y «Careless Love», éste último tal vez con el que se hizo más conocida. En «Half the Perfect World» intervinieron bastantes músicos e instrumentos; el piano y el resto de teclados, fueron tocados por Sam Yahel. Saludos.
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Reblogueó esto en Ramrock's Blog.
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Me alegra que el concierto te gustase y estuviese acorde a tus expectativas, tuvo que ser un rato muy, muy agradable, sobre todo sin nadie molestando con teléfonos móviles y cámaras (lo siento, yo soy de las que estoy a favor de ese tipo de prohibiciones y no solo en los conciertos de corte más «clásico», sino que lo extendería a todos), aunque es cierto que también influye lo de ir solo, nadie te distrae y no te pierdes ni un detalle.
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Estuvo muy bien, Julia. Y en parte te lo debo a ti porque me enteré de su concierto a raíz de tu entrada sobre su último disco. A mí me vino mal lo de la prohibición, más que nada para la entrada que hice sobre la actuación, pero he de reconocer que gracias a eso el recital estuvo mucho mejor y todos disfrutamos más, así que no me quejo. En los conciertos de rock a lo mejor no es tan importante, pero en éstos sí. Saludos.
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Me alegra haber contribuido con un minúsculo granito de arena a que llegases a tiempo para conseguir una entrada y que nadie te pusiese un móvil delante y te obligase a ver el concierto a través de su pantalla… que es algo odioso!!
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Aparte de lo puramente musical, que pena que en Madrid (toda una capital europea) haya tan pocos sitios dignos (como este, por lo que se ve en la foto) para disfrutar a gusto y bien de un concierto… He estado en Londres un par de veces para asistir a a conciertos y es alucinante la diferencia entre nuestra capital, donde he asistido a muuuuchos conciertos, y la británica. Me quedé flipado cuando vi a Camel en la sala (más bien complejo cultural) Barbican: era increíble el espacio y lo bien acondicionado que estaba todo, y no hablemos del Royal Albert Hall… Puff, igualito que la sala Macumba o la Riviera… En fin, supongo que nos llevan décadas de ventaja…
Y en cuanto al concierto, pues tuvo que ser la leche, me alegro de que lo disfrutaras.
Saludos
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Siempre he echado en falta, al menos en Madrid que es lo que conozco mejor, salas especializadas en música, no discotecas o espacios polivalentes que tan pronto sirven para partidos de fútbol, de baloncesto, corridas de toros, para obras de teatro o para mítines electorales. Lamentablemente no conozco el Royal Albert Hall y, desde luego, quiero ir al menos una vez en mi vida, creo que es algo que no he hecho y debo hacer. En cualquier caso, al menos me conformo pensando que aún puedo ver en mi ciudad a artistas tan grandes como Madeleine. Saludos.
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Hola,Raúl.
Gracias por tu visita.
Me ha gustado mucho tu crónica del concierto.
Veo que fue muy parecido al que ofreció aquí la semana pasada.
La gran diferencia es que en esa sala estabais muy cómodos y no os molestó nadie y aquí en los jardines de Viveros,sobre todo mientras cantaba Andrea Motis,hubo bastante lío.
Es verdad que faltan espacios donde escuchar este tipo de conciertos.No hay salas como las londinenses y hacen falta.
Coincido con lo que dices.
Peyroux suena mejor aún en directo,algo reservado a los grandes.
Hace con la música lo que quiere.
A mí me encantó y si vuelve a Madrid trataré de ir a verla.
Los dos músicos que la acompañan son espectaculares.
Y es cierto que ella es muy cómplice con el público.
Una delicia de concierto.
Saludos.
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Gracias a ti, Carmen. La verdad es que nosotros estuvimos comodísimos y el sonido fue muy bueno, tal vez un ambiente algo frío, sobre todo comparado con los conciertos de rock, pero no se puede tener todo … El otro día estuve en el concierto de Roger Hodgson (Supertramp), dentro del ciclo Las Noches del Botánico, en la Ciudad Universitaria de Madrid, y también lo montan con tiendas, bares y cosas así, pero al menos están suficientemente alejados del escenario como para que no haya interferencias. Lo que me da un poco de rabia es que a los teloneros se les traté así porque, además, la música de Andrea Motis pide un ambiente sosegado. Últimamente Madeleine suele venir bastante a Madrid; tanto este año como el pasado ha estado en Las Noches del Botánico, además de la actuación que vi en noviembre, así que me imagino que tendremos más oportunidades de verla. Saludos.
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