Neil Young. “Sail Away”

El pasado martes leía una noticia en elDiario.es sobre la intención que tiene Neil Young de comenzar su próxima gira con un concierto en Ucrania: “El artista, que ha anunciado a través de su página web que actualmente está ‘en conversaciones’ para hacer realidad el concierto, asegura que sería ‘gratis para todos’ y en reivindicación a seguir ‘roqueando en el mundo libre’ (…) Las intenciones del artista se producen después de que Donald Trump reprendiera a gritos al presidente ucraniano, Volodímir  Zelensky”. Lamentablemente, no sé si para entonces (hablan del mes de junio para que se celebre este concierto, quizás algo antes) seguirá existiendo una Ucrania independiente, o quizás tenga que plantearse hacer el concierto en algún otro país en guerra, quizás Polonia, Estonia o Finlandia. En fin, prefiero seguir hablando de música, y recordar hoy a uno de los grandes, uno de los habituales de este blog, presente en entradas dedicadas a temas como “Words (Between The Lines Of Age)”, “Like a Hurricane”, “Four Strong Winds” o “Heart of Gold”.

Siguiendo la sugerencia de Mark Mothersbaugh, vocalista de la banda Devo, su décimo álbum de estudio se tituló “Rust Never Sleeps” (1979), a modo de declaración de intenciones, una metáfora sobre los peligros de la autocomplacencia y la necesidad de seguir explorando nuevos retos artísticos y profesionales. Y tanto fue así, que este álbum suele estar considerado como una especie de disco cero del grunge, cuando este estilo aún no había dado sus primeros pasos; yo diría que incluso coquetea con el punk, género de moda a finales de la década de 1970, cuando se publicó este Lp. Sin embargo, si comenzáis a escucharlo desde el principio, os preguntaréis cuándo empieza a evidenciarse ese hipotético protogrunge. En efecto, la cara A de “Rust Never Sleeps” es acústica, mientras que la cara B es la electrificada, en la que se aprecian las distorsiones guitarreras y esa fuerza que transmiten los Crazy Horse, la banda de Neil Young; realmente, parecen dos discos en uno. El tema más conocido de este álbum es “Hey Hey, My My (Into the Black)” -os recomiendo la entrada que, la compañera Eva, dedicó a esta melodía en su blog Canciones robadas-, también su contrapartida acústica (“My My, Hey Hey (Out of the Blue)”, “Powderfinger” y “Thrasher”; ésta última, incluida en la cara A (la acústica), es un tema bellísimo, el primero en el que pensé para ilustrar esta entrada. Pero, al final, he optado por mi otro tema preferido, también de la cara A, el titulado “Sail Away”, una exquisita canción de amor o de amistad, una existencial invitación para viajar acompañado con la persona a la que quieres.

Tal y como puede leerse en la web neilyoungarchives.com, “Sail Away” no contó con la participación de los Crazy Horse. Un sencillo acompañamiento de bajo (Joe Osborn) y batería (Karl T. Himmel) es el único soporte que necesitó Neil Young; él se encargó de la guitarra, la armónica y, por supuesto, la voz principal; aunque, en este apartado, Neil contó con una colaboración de excepción, la cantante Nicolette Larson, con quien ya había trabajado en su anterior álbum (“Comes a Time”, 1978). Para ella compuso el tema titulado “Lotta Love”, que quizás os suene. Existe una grabación anterior de “Sail Away”, concretamente un directo grabado el 22 de agosto de 1977, en un concierto de la banda The Ducks -grupo en el que estuvo Neil Young durante un breve período de tiempo-; parece que realizaron una gira de siete semanas, con veintidós actuaciones en los alrededores de Santa Cruz (California -EE.UU.-), no se les permitió salir de este ámbito territorial debido al compromiso contractual que Young tenía con los Crazy Horse. Hace no mucho, en abril de 2023, Neil Young publicó un álbum doble (“High Flyin’”), en el que se recogieron estas grabaciones con The Ducks; aquí tenéis “Sail Away”, en formato country-rock.

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Autor: Raúl

Me llamo Raúl Rodríguez, me dedico a la docencia universitaria y a la investigación en el ámbito de la Historia de la Ciencia, actividades que forman parte de mi vida desde que acabé la carrera, allá por 1986. Sin embargo, la música está conmigo desde mucho antes, desde mi infancia y primera adolescencia, y ha sido siempre una leal compañera. Decidí abrir un blog de canciones con el propósito de encauzar mis inquietudes musicales a través de un canal que pudiera ser sintonizado por otras personas con intereses similares y que, además, sirviera como foro de opinión para todos aquellos que quisieran compartir su pasión por la música. Decidí llamar a este espacio "La Guitarra de las Musas", en honor de las diosas griegas de las Ciencias y las Artes, especialmente de la Poesía y la Música. Quiero pensar que si hubieran tenido guitarras –y baterías, bajos, teclados y demás instrumentos de nuestro tiempo- hubieran sonado como la música propuesta en este blog. En este espacio, el rock en casi todas sus vertientes será el protagonista pero, también, otros estilos como el blues, el jazz, el pop, el soul y las melodías más pegadas a nuestra cultura: cantautores, canción melódica, boleros, corridos mexicanos, tangos, rumbas e, incluso, copla. Por favor, que nadie se enfade conmigo si no encuentra aquí la música que le gusta; la selección de los temas y los comentarios realizados responden, únicamente, a mis intereses particulares que, como bien puede verse, están un poco anticuados. Todos aquellos que busquen música actual no la encontrarán en este sitio.

9 opiniones en “Neil Young. “Sail Away””

  1. Gracias por este artículo. Admiro profundamente este disco, desde el principio al final. Me trae muy buenos recuerdos… Soy de los que tiene la suerte de haberlo escuchado entonces, cuando se publicó… 😊😊

    En la letra de la canción, no encuentro este fragmento que citas: «Sail Away with me honey. I put my heart in your hand (…)» 🤔

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    1. Se siente un placer especial, ¿verdad? Esos recuerdos de cuando descubres el disco son de los que perduran. Tienes razón, Carlos. Ha sido un lapsus por mi parte, me he debido equivocar con otro tema, ahora mismo lo quito. Mil gracias por darte cuenta y por comentar. Saludos.

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  2. Qué preciosidad de tema, todo el disco es una joya y una reivindicación de una forma de hacer música por parte de Neil Young. Gracias por ese enlace a “Hey, Hey, My, My”, fue de las entradas que se disfrutan especialmente porque a Young hay que disfrutarlo, desde su voz quebradiza a su capacidad para moverse entre lo acústico y lo guitarrero como se ve claramente en este disco, y componer temas que se te clavan en el alma como aquellos “Old man” o “Heart of Gold” de su Harvest y tantos otros. También es alguien con principios, ha liado unas cuantas defendiendo sus ideas, profundamente humano y comprometido con muchas causas, veremos a ver qué pasa con ese concierto en Ucrania, ya que lo nombras (“suenan tambores encabezando el desfile equivocado” dice en alguna de sus últimas canciones) pero volviendo a ese “Sail away” suena muy bien en la versión clásica con la colaboración de Nicolette Larson (no la conocía) y magnífico también en el modo más country con The Ducks.
    Un placer acercarnos, una vez más, a este grandísimo músico, un abrazo, Raúl y que tengas una buena semana.

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    1. Tiene 79 años y aún continúa sacando discos y haciendo conciertos, hay gente que está hecha de una pasta especial, y encima se quiere ir a Ucrania … Aunque lo prefiero en su faceta folk-rock y country-rock, que músicos como Kurt Cobain lo tengan como referencia musical ya dice mucho de lo innovador que ha sido. Este disco resume lo que es Neil Young desde el punto de vista musical: tradición y aperturismo musical. En cuanto a Nicolette Larson, es una pena que haya tenido una carrera tan poco visible, además murió muy joven, a los 45 años; yo creo que lo más conocido de ella es el tema de Neil Young que he comentado en la entrada. Para que conozcáis algo más de ella, y de su relación con Neil Young, copio lo que él comenta en su libro «Memorias de Neil Young. El sueño de un hippie»: «Una noche de marzo de 1977 Linda Ronstad y Nicolette Larson estaban en casa de Linda, en Malibú. Fui a verlas y les enseñé algunos temas en los que quería que colaboraran. Grabamos una cinta con esos temas y las dos cantaban como ángeles. Era emocionante tocar con ellas. A diferencia de mí, no desafinaban. Para ellas era pan comido (…) [Linda Ronstadt] lo dejó todo para dedicarse a la familia y vivir una vida recluida. Lo dejó todo para dedicarse a la familia y vivir una vida ‘normal’ en el ‘mundo real’. Una vez usó esa expresión para referirse a mí. Le dijo a Nicolette que no se enrollara conmigo porque yo ‘no vivía en el mundo real’. Dio igual, porque de todos modos Nicolette y yo nos liamos, aunque lo nuestro duró más bien poco. La vida es así. Pues bien, Nicolette, a quien apenas conocía entonces, estaba en el rancho con Linda grabando las canciones que les había enseñado en Malibú (…) Tras esas sesiones Nicolette me acompañó a Nashville y cantó en varios temas de mi siguiente disco, ‘Comes a Time’. Es uno de mis mejores discos» (págs. 338-339). Un abrazo, Eva.

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  3. Preciosa canción, Raúl.
    Ahora me apetece escuchar el álbum entero.
    Ojalá pueda hacer ese concierto en Ucrania, con todas sus tierras al completo, las raras y las normales. Y en paz.
    Siento estar tan ausente de vuestros blogs, pero de vez en cuando, vuelvo.

    Besos

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    1. Parece que es mejor ser pobre, no tener ni tierras raras, ni siquiera tierras normales, porque entonces te lo roban todo. Ya sabes que por aquí siempre eres bienvenida. Besos.

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  4. Lo escuché hace unos cuantos días. El tema es precioso, no lo conocía. Neil Young es una de las grandes figuras del rock, a respetar por su larga e impecable carrera, y por su coherencia e integridad. Creo también que necesitamos más voces críticas como la suya (y como la de Springsteen y la de Dylan en sus días) contra las políticas de Trump (Young ha tenido sus más y sus menos con el presidente como se explica en los medios).

    La guerra es una realidad terrorífica y cruel, incomprensible en cierta manera, aunque por desgracia sabemos que va ligada a la historia de la civilización humana. Ojalá se firme un alto el fuego definitivo en Ucrania, si esa es de las pocas cosas «buenas» que puede aportar la presidencia de Trump. Aunque me temo que el precio que va a tener que pagar Ucrania es muy alto, en cuanto a la cesión territorial y la explotación de sus recursos. En fin, hay muchísimos interrogantes abiertos, como qué va a hacer y decir el otro tirano sin escrúpulos, Putin. Hace unas semanas escribía un par de entradas en mi otro blog reflexionando sobre toda esta triste y compleja realidad. En una de ellas me hacía eco de las reflexiones y advertencias que hacía Richard Gere sobre este «matrimonio oscuro» de los poderes económicos y políticos que ya no se esconden en ese desprecio cada vez más evidente hacia la verdadera democracia y las libertades (por más que argumenten lo contrario). Gere, budista reconocido, lo declaraba a su paso por Granada para recibir un Goya honorífico. Digo todo esto porque otro pensador y escritor reconocido (George Monbiot), mencionaba un concepto clave en todo este asunto: extractivismo. En efecto, las grandes potencias cada vez van más a la descarada a obtener cuanto más tajada mejor (el botín de guerra) de otros países, a poder ser débiles (Ucrania ahora) y se está viendo con todo este asunto de las amenazas y broncas de Trump a Zelenski y el tema de los recursos naturales y las tierras raras. Porque creo que vamos hacia un mundo donde los recursos naturales cada vez serán más escasos y preciados (véase el tema de Groenlandia) y las potencias harán lo que sea para obtenerlos. En fin, muy triste todo ello y cada vez más parecido a una distopía.

    Es curioso porque el otro día venga estrujarme la cabeza sobre una estrella del rock que tenía una estrecha relación con Ucrania. Creí que era Neil Young, pero no (ojalá pueda dar ese concierto gratis). Hasta que caí en que es David Gilmour, que tiene una nuera y nietos ucranianos. A las pocas semanas de la invasión rusa, escribí una entrada (Pink Floyd: Hey Hey Rise Up) donde me hacía eco del regreso de Pink Floyd tras 28 años de parón, para grabar ese tema junto al cantante ucraniano Andriy Khlyvnyuk, del grupo de rock Boombox. Un buen tema con solos impagables del guitarrista.

    «Puedan todos los seres ser felices» (aunque nunca es fácil). No pierdo la esperanza en el ser humano y su bondad intrínseca y pienso que pese a todo este ruido y esta gestualidad prepotente de estos matones, las cosas no les van a salir bien porque la gente no es (somos) tan, tan imbéciles y sumisos. Ya se está viendo con las políticas de Trump y el tema de subir aranceles cómo la economía no se lo está tomando muy bien, aparte de que los productos serán más caros para empresas y consumidores estadounidenses (ya lo dijo Justin Trudeau, que es de idiotas). Como tampoco veo nada clara esa «admiración» que siente Trump por Putin (estadista frío que se lo comerá con patatas) y le puede salir el tiro por la culata… por bocazas e idiota, claro. En fin, ya se verá.

    Namaste.

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    1. Es un disco muy interesante, What, como dos discos en uno; la cara B, con esas distorsiones guitarreras, es como escuchar grunge sin que aún existiera el género. Los artistas y la gente famosa pueden hacer mucho por difundir unos determinados ideales, y un cierto sentido de concordia, algo muy necesario en los tiempos que corren, con el peligro de los fascismos ya muy presente, como hace un siglo. Gracias por tu comentario. Saludos.

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