Neil Young publicó su primer disco en solitario (“Neil Young”) en 1968, tras la disolución de Buffalo Springfield, banda establecida en 1966 de la que también formaron parte músicos tan destacados como Stephen Stills o Richie Furay. Su segundo álbum (“Everybody Knows this is Now Here”) salió al mercado en mayo de 1969, mientras que el tercero (“After the Gold Rush”) lo hizo en agosto de 1970, cuando aún continuaba vinculado al grupo Crosby, Still, Nash & Young, al que se unió a mediados de 1969. Tras finalizar su etapa junto a David Crosby, Stephen Stills y Graham Nash, grabó su cuarto Lp, titulado “Harvest” (1972), uno de los mejores en la larga y prolífica carrera del genio canadiense. Para este excelente trabajo, de escucha obligatoria para todos seguidores del folk-rock, el country rock y el rock en general, contó con un grupo de músicos de sesión al que denominó “The Stray Gators”; a la batería estaba Kenny Buttrey, al bajo Tim Drummond, al piano Jack Nitzsche y a la steel guitar Ben Keith; además, participó la Orquesta Sinfónica de Londres en un par de temas, así como otros invitados de excepción, como David Crosby (coros), Graham Nash (coros), Stephen Stills (coros), Linda Rondstad (coros) o James Taylor (voz, banjo). Young quiso que la portada de “Harvest” se biodegradara después de abrir el envoltorio del disco, algo que fue rechazado por la discográfica.
Todas las canciones (a cual mejor) están escritas por el músico canadiense; las más conocidas -comercializadas en formato sencillo- quizás sean “Old Man” y la bellísima “Heart of Gold”, que consiguió alcanzar el número uno en las listas de éxitos de los Estados Unidos, aunque tampoco debemos olvidar melodías como “The Needle and the Damage Done” -con la heroína de por medio-, “A Man Needs a Maid” -uno de los temas en los que participó la London Symphony Orchestra-, “Alabama” -que fue replicada por la banda Lynyrd Skynyrd en su clásico “Sweet Home Alabama”- o la que cierra el álbum: “Words (Between the Lines of Ages)”, una melancólica, poética y desgarradora balada que reflexiona sobre su propia vida como compositor de canciones, probablemente una actividad inútil en comparación con quienes se dedican a actividades esforzadas, de las que reportan beneficios tangibles para la sociedad. En lo que respecta a la parte musical, estamos ante uno de los mejores temas de Neil Young, en el que destaca su voz, más expresiva y triste que nunca, el piano dando soporte y contrapunto a la vehemente guitarra de Young, que parece querer atravesarnos con su rabia y sus lamentos, y la propia estructura musical que, según se comenta, utiliza un compás inusual en los interludios. Aquí podéis ver a Young interpretando esta melodía, en un directo del año 2009.

Grandísimo disco. Lo escuché sin saber apenas nada de Neil Young y fue amor a primera vista, me lo compré del tirón.
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Neil Young tiene muchos discos, y muchos de ellos muy buenos, pero éste tiene algo especial, probablemente sea mi preferido del canadiense. Saludos, Francisco.
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Este es el típico disco del que puedo hablar sin tener que escucharlo. En vinilo lo compré dos veces y otra más en CD. «El corazón de oro», «Cosecha», «¿Estáis listos para el campo?» etc son todos temas fuera de serie. Solo los temas de la orquesta siempre los he considerado un pegote sin sentido. Muchas veces levantaba la aguja del plato cuando estos temas llegaban. Siempre consideré a Jackie Nitzsche como una mala influencia musical. Lógicamente el paso del tiempo como muchas veces hemos comentado han diluido esos prejuicios.
No tiene sentido renegar de Jackie Nitzsche y hacer en otro momento una defensa de Gary McFarland.
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A mí de este disco me gusta todo, incluso la orquesta, aunque entiendo que se llegue a pensar que no pega nada en este álbum; no sé que le llevaría a Neil Young a ello, creo recordar que en su autobiografía no comenta nada … La verdad es que Nitzsche y McFarland son como Forest Gump, están en todos los «fregaos» musicales. Saludos.
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