ABBA. “Gimme! Gimme! Gimme! (A Man After Midnight)”

Suecia es el segundo país que más veces ha ganado el Festival de la Canción de Eurovisión; lo ha conseguido en seis ocasiones, solo superado por los siete títulos de Irlanda. La primera vez que logró este galardón fue en 1974, gracias al exitoso cuarteto ABBA, integrado por Agnetha Fältskog, Björn Ulvaeus, Benny Andersson y Anni-Frid “Frida” Lyngstad. El grupo se formó en 1972 aunque, desde mediados de los sesenta, ya existía como dúo (Björn & Benny) al que, en ocasiones, se sumaban Agnetha y Frida para hacer coros. Tras emparejarse entre ellos (Björn y Agnetha se casaron en 1971, mientras que Frida y Benny lo hicieron en 1978, aunque eran pareja desde 1969) y ante el mayor protagonismo de Agnetha y Frida en este proyecto musical (sobre todo en la parte vocal), decidieron buscar un nombre para el grupo; tras varias propuestas, incluso un concurso para dar con un nombre adecuado, finalmente decidieron recurrir al acrónimo formado con las primeras letras de los apellidos de sus integrantes: Agnetha-Björn-Benny-Anni-Frid. Al menos al principio, esta denominación debió sonar a broma, ya que así se llamaba una compañía de mariscos muy conocida en Suecia, sin embargo pensaron que podría ser un buen nombre, sobre todo pensando en el extranjero. Como bien sabréis todos los que tenéis una cierta edad, ABBA representó a su país en el Festival de Eurovisión con la canción “Waterloo”, que logró ganar con veinticuatro puntos, seis más que la canción italiana (“Si”), defendida por Gigliola Cinquetti. A partir de aquel momento se desató la “abbamanía” por todo el mundo; empezaron a encadenar éxito tras éxito, canciones pegadizas con letras sencillas y un sonido muy característico, entre pop y disco. El grupo se disolvió en 1982, tras un declive comercial que, en buena parte, estuvo ocasionado por sus respectivas rupturas sentimentales.

He de reconocer que nunca he escuchado un disco de estudio de ABBA y, sin embargo, conozco (al igual que casi todos los de mi generación) la mayor parte de sus grandes éxitos, los mismos que, durante muchos años, no pararon de sonar en la radio, en la televisión y en los habituales discos recopilatorios de esta banda que todos escuchábamos en cintas de casete. Precisamente, en su segundo álbum de grandes éxitos, el titulado “Greatest Hist Vol. 2” (1979), se incluyó la canción que protagoniza esta entrada. “Gimme! Gimme! Gimme! (A Man After Midnight)” fue publicada como single en agosto de 1979, una canción nueva que se utilizó para promocionar este disco de grandes éxitos, en el que se incluyeron trece temas muy conocidos y el mencionado “Gime! Gime! Gime!”, compuesto por Benny Andersson y Björn Ulvaeus. Se trata de una de las melodías más famosas de ABBA, de las más versionadas y homenajeadas, habitual en sus conciertos, sobre todo en las giras de 1979 y 1980. Ha servido de inspiración para el tema “Hung Up” de Madonna, aunque la propia cantante casi tuvo que suplicar a los autores para que la dejaran utilizarlo. También forma parte del musical “Mamma Mía!”, incluso tiene una versión en español que los suecos grabaron para el álbum “Gracias por la Música” (1980), compuesto por canciones de ABBA cantadas en español.

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Las Cinco Canciones de Laacantha (III): «Rivers of Babylon» (Boney M)

Cuando leí el tercer relato de Laacantha inmediatamente me acordé de una canción de Radio Futura que alguna vez he pensado en dar cabida en un día de versiones (también fue interpretada por Enrique Urquijo, el que fuera líder de Los Secretos); me estoy refiriendo a «Historia de Play-Back«, escrita por Santiago Auserón y publicada en su segundo álbum de estudio («La Ley del Desierto / La Ley del Mar», 1984): «No digas una palabra más, no me fío de ti, ya oí eso en algún lugar y no te lo has aprendido bien. Es una historia de playback. Alguien dicta en la sombra y tú sólo mueves los labios». No os doy más pistas y os dejo con Boney M, y su famosísimo «Rivers of Babylon», en Moscú y vistos a través del diario Pravda, el que fuera periódico oficial del Partido Comunista de la Unión Soviética entre 1918 y 1991.

«Fue el año 1978. La noticia conmovió a toda la población del país: el grupo Boney M llegaba a Moscú para dar un concierto. La emoción fue comparable a la del primer vuelo espacial, ni más ni menos. Boney M fueron las primeras estrellas mundiales que atrevieron a visitar el baluarte del comunismo. Dieron un único concierto, por lo que los mortales no pudimos conseguir entrada. Boney M bailaron y cantaron, exclusivamente, para la élite política y artística del país.

Al día siguiente, el periódico Pravda («La Verdad») publicó un artículo criticando muy duramente el espectáculo, sobre todo por el playback, ya que no cantaron en directo. Pero lo más destacado del artículo fue la frase: «esas tres mujeres y un negro». Aún hoy nos partimos de risa recordándolo; desde entonces, Boney M es para mí ese grupo con «tres mujeres y un negro». «Rivers of Babylon» es la canción preferida de mi hermano y fue el himno de las discotecas, durante los años 80, en la Unión Soviética».

Las Cinco Canciones de Vidal (IV): «I Will Survive» (Gloria Gaynor)

Muchos de los que ponemos canciones utilizando un blog como vehículo de transmisión somos pinchadiscos frustrados; casi todos hemos grabado cintas recopilatorias de temáticas diversas que llevábamos a cualquier sitio por si procedía ponerlas (parques, casas de amigos, coches, etc.); en más de una ocasión se nos ha pasado por la cabeza abrir un bar de copas con otros amigos, más que nada para poner música en él; y alguna que otra vez nuestros colegas nos han encomendado la difícil tarea de poner música a bodas, celebraciones, fiestas o esparcimientos lúdicos de cualquier índole. Si la chica que te gusta dice que quiere escuchar «I Will Survive», aunque sea para reafirmar la mala opinión que tiene de los hombres, probablemente para tratar de darse ánimos ante algún desengaño amoroso, no hay más que poner la canción; una, dos, tres o las veces que haga falta, hasta que «se agote» o entre en estado de «putrefacción sonora». A Vidal no le fue nada mal con esta estrategia, no me extraña que le tenga cariño a Gloria Gaynor.

«El cuarto disco se lo dedico a Cristina, mi mujer.
En el año 1999 todavía tenía la costumbre de grabar cintas de casete con selecciones musicales. Aquel año había grabado una cinta para que la escuchase ella en una fiesta de mi cumpleaños … El caso es que siempre he tenido vocación de pinchadiscos y esa noche me dediqué a llamar su atención, y vamos que la llame; no paraba de pedirme que le pusiese esta canción porque ella estaba de los hombres hasta el gorro … Después, un amigo me sugirió si podíamos ir los cuatro a mi casa, con su otra amiga, a ver una película de la que les había hablado… «El marido de la peluquera«. Bueno, la película fue lo de menos, ya que aquel día comenzó otra película interminable».

 

Las Cinco Canciones de Vidal (II): «Last Train to London» (Electric Light Orchestra)

Cuando se tienen catorce años es como si la vida comenzara de nuevo, como si los años anteriores sólo hubiesen sido el peloteo previo a un partido de tenis; la transformación física es como la mutación de cualquier héroe Marvel, mientras que el cerebro va más rápido, más lúcido, como si le hubieran formateado y aumentado el procesador y la memoria RAM. Tal vez por eso, los adolescentes no pueden entender cómo los adultos son tan tontos, tan limitados, cómo son incapaces de ver la vida con la clarividencia que ellos la ven; tal vez esa sea la razón por la que la comunicación con ellos es tan difícil, están convencidos de que no estamos a su nivel. Vidal nos recuerda hoy aquellos años de su adolescencia; quizás por ello, aunque sea de manera inconsciente, no ha querido dedicar la canción a una persona en concreto, más bien al decorado de su temprana juventud, a aquellos elementos que estimularon sus sentidos cuando apenas contaba con catorce años de edad.

«El segundo disco se lo dedico a la radio, las jukebox, sinfonolas o maquinas de discos, las pistas de autos de choque, los recreativos de Nico …
Recuerdo que tenía 14 años y, a mis hermanos y a mí, mis padres nos habían apuntado a un campamento en el verano de 1980. Cuando aquel viejo autobús empezó su marcha, comenzó a sonar esta canción y a mí se me metió dentro y comencé a tararear esos acordes mientras «The last bus of holiday camp» nos llevaba al mundo de la adolescencia, las chicas, el tabaco, los primeros besos, los cubatillas …»

 

Electric Light Orchestra. «Confusion»

¿Es Electric Light Orchestra un grupo de rock progresivo? Desde luego si nos limitamos a juzgar por esta canción, no. Pero lo cierto es que, cuando se crea esta banda, allá por 1970, su intención fue la de fusionar el pop y el rock con elementos e instrumentos procedentes de la música clásica, como violines, chelos e instrumentos de viento. Los líderes fundadores de ELO fueron Roy Wood y Jeff Lynne, quienes acometieron juntos los trabajos que dieron lugar a su primer álbum (“The Electric Light Orchestra / No Answer”) y, en parte también, los de su segundo trabajo (“ELO2”). Durante la grabación de este último disco, Roy Wood abandonó la formación dejándola en manos de Lynne que, poco a poco, fue reduciendo el peso de los instrumentos clásicos y acercando el sonido hacia posiciones más cercanas al pop. Puede decirse que los primeros discos de ELO tienen un cierto tono sinfónico pero, a pesar de lo que opinan algunos seguidores del rock progresivo, para mi gusto suenan algo raro; las guitarras, los violines y violonchelos juntos no llegan a empastar y el resultado final es un pastiche algo indigesto. Tiene gracia que con los estilos musicales ocurra como con los géneros cinematográficos; un drama, aunque sea un pestiño, siempre tiene mejor prensa que una película de acción o una comedia, aunque éstas sean excelsas. Con ELO ha pasado algo parecido; sus primeros trabajos suelen tener mejores críticas, tal vez por tener esa etiqueta de pop-rock sinfónico, mientras que su disco más pop, “Discovery” (1979), a menudo es tildado de producto comercial y de poca calidad. Yo no estoy de acuerdo, a mi me parece que es su mejor álbum; tiene un sonido propio, tal vez algo grandilocuente pero bien equilibrado y, lo que es más importante, incluye un puñado de interesantes canciones que se sitúan entre el pop-rock y la música disco, temas como “Shine a little love”, “Don’t bring me down”, “Last train to London”, “The Diary of Horace Wimp” o la que os propongo: “Confusion”, compuesta por Jeff Lynne y con una importante presencia de los teclados y el “vocoder” -o codificador de voz-, un artilugio inicialmente diseñado para las telecomunicaciones que acabó siendo utilizado como instrumento musical por grupos de klautrock, como los alemanes Kraftwerk.

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