El rock no vivió sus mejores momentos en España durante la década de 1980, no al menos en todas sus vertientes y estilos. El pop nuevaolero y transgresor de “La Movida” casi liquidó el R&R; así sucedió con las bandas de rock sinfónico surgidas durante los años setenta, en muchas ocasiones abocadas a una existencia efímera debido a los nuevos gustos del público y al abandono de las compañías discográficas. Tampoco lo pasaron muy bien las bandas históricas del rock urbano, sobre todo las más entroncadas en la tradición psicodélica y progresiva, como Asfalto, Topo o Cucharada; dentro de este movimiento, los que obtuvieron un mayor respaldo del público fueron Leño, quizás porque fueron aceptados, como suyos, por el único movimiento rockero organizado que quedó tras el ciclón nuevaolero: los “jevis”. De hecho, el heavy metal soportó el rock patrio durante gran parte de los años ochenta y noventa; los que amamos el rock siempre deberíamos estarles agradecidos.
De entre los grupos de aquella época, hubo dos que tienen el honor de ser considerados como los representativos de ese movimiento musical y social: Barón Rojo y Obús. A los primeros les hemos dedicado un par de entradas (“Concierto para ellos” y “Perversiones”). Los segundos se dieron a conocer, en 1981, cuando ganaron el Festival de Rock Villa de Madrid y “teloneraron”, precisamente, a Barón Rojo, que acababan de iniciar con éxito su andadura musical. Obús discutió a Barón Rojo el trono del heavy metal en España, y por lo tanto del rock, con temas como ”Va a estallar el obús”, que tiene el honor de ser el primer sencillo de heavy metal que alcanzó el número 1 en la lista de Los 40 Principales -meses después lo conseguiría Barón Rojo, con el tema “Los rockeros van al infierno”-. Este tema de Obús fue incluido en su primer álbum, un excelente trabajo de la discográfica Chapa, que contó con arreglos de Luis Cobos y producción de Tino Casal; Paco Laguna, guitarrista de la banda, nos cuenta cómo fue aquello de trabajar con una figura rutilante como Tino Casal:
“Recuerdo cuando Luis Soler trajo por vez primera a nuestro local de ensayo en la calle Santa Juliana, en Vallecas, a Tino Casal. Conocerlo fue impactante: un hombre a la vanguardia musical y de la moda, con aquellos ropajes que lucía, parecía un marciano bajando por el bulevar. La basca flipaba en colores al verlo, y nos preguntaban qué hacía con nosotros. La verdad es que trabajamos muy a gusto con él. Tenía excelentes ideas y, además, era una bellísima persona”
Domínguez, Salvador. 2004. Los hijos del Rock. Los grupos hispanos 1975-1989. Madrid: SGAE; págs. 891-892.
Paco Laguna nos ofrece un dato importante de este grupo: procedían de Madrid, del carismático barrio de Vallecas. Los que hemos vivido allí (en mi caso unos diecinueve años), no podemos más que emocionarnos cada vez que vemos el vídeo promocional de “Va a estallar el obús”, grabado íntegramente en Vallecas; en él podemos ver imágenes del “Scalextric” de Puente de Vallecas, de la Avenida de la Albufera, de las estaciones de El Pozo y Entrevías o del límite entre Vallecas y Moratalaz; el videoclip comienza con unas imágenes memorables, que ya son historia del rock suburbial, la de los miembros de la banda desayunando café con churros. Para los que hayáis entrado en arrebato nostálgico, como me ha pasado a mí preparando esta entrada, os recomiendo éste otro documento reciente, en el que se puede ver a los dos miembros originales de Obús aún en activo -Fortu Sánchez y Paco Laguna- comiendo churros y recordando cómo fueron aquellos años en los que Obús conquistó al público español con su energía, sus canciones y sus inolvidables muñequeras de pinchos. Aquí les podéis ver en directo, con el tema que nos ocupa, y aquí tenéis una actuación para televisión, concretamente para el programa “Aplauso”; por último, os dejo la grabación de “Va a estallar el obús” recogida en el álbum “En Directo 21-2-1987”.