El 12 de diciembre de 1979 los ministros de Asuntos Exteriores y Defensa de los países miembros de la OTAN acordaron instalar en Europa occidental (Gran Bretaña, Bélgica, Holanda, Italia y Alemania Federal) 108 misiles Pershing II y 464 del tipo Crucero, los denominados «Cruise», como respuesta a los misiles soviéticos SS-20 instalados por la URSS en su zona de influencia durante los años setenta. El presidente estadounidense Ronald Reagan propuso a la URSS lo que se acabaría denominando la «doble decisión»: si se retiraban los SS-20 no se desplegarían los Pershing II y los Cruise; tras unas tensas, largas y estériles negociaciones, a finales de 1983, la OTAN instalaba estas armas dando lugar a la «Crisis de los Euromisiles», uno de los últimos episodios álgidos de la Guerra Fría. En este marco histórico se desenvuelve la producción alemana «Deutchland 83«; el protagonista es un joven de la RDA que, por motivos personales -no ideológicos- se infiltra en la RFA con el fin de espiar los movimientos de la OTAN previos a lo que, muchos de los dirigentes del Pacto de Varsovia, consideraban un inminente ataque a la RDA. Es verdad que series de espías se han hecho unas cuantas, la más conocida de estos últimos años es «Homeland» pero también hay otra muy interesante, «The Americans«, que es coetánea en la acción a la que hoy comentamos. En «Deutchland 83» podemos ver cómo eran las dos Alemanias en el año 1983, cómo se inicia un espía no vocacional, el fenómeno pacifista que acompañó a esta crisis de los euromisiles o el ambiente paranoico que se vivía en aquellos años. La serie no está exenta de algunos toques de humor (muy buena la escena en la que los servicios de inteligencia de la RDA tienen que descifrar la información contenida en un disquete de 5 1/4) y algunas interpretaciones notables, en particular la de Maria Schrader. La música también es protagonista; la acción se desarrolla al ritmo nuevaolero-pop de aquellos años ochenta, comenzando con «Major Tom«, de Peter Schilling, como tema de cabecera, para continuar con otros artistas como Eurythmics, Nena, The Cure, David Bowie, Duran Duran, Soft Cell, The Police, Phill Collins, Bonnie Tyler, John Lennon u otros con menor orientación pop, como ZZ Top, Bob Dylan, Eric Clapton o Bruce Springsteen, por poner sólo algunos ejemplos porque hay más de cincuenta canciones. En la lista de spotify que he dejado al final podéis escuchar todos los temas, mientras tanto os propongo dos: «Cruise Missiles» y «Berlin», pertenecientes al grupo británico Fischer-Z, creado en 1972 en torno a John Watts, con un estilo new wave que algunos han comparado al de los Talkings Heads, con importante presencia de guitarras y teclados, y con unas letras comprometidas con su tiempo, plagadas de abundantes referencias políticas y sociales.
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The Police. «So Lonely»
La primera vez que escuché “Outlandos d’Amour” me llevé una gran alegría. La década de los setenta estaba acabándose y, con ella, la hegemonía de mi adorado rock progresivo; despreciado, ninguneado y acusado de indigesto por punkies y nuevaoleros, los nuevos señores del rock, los adalides de la modernidad. Alguien me dijo que era el primer álbum de un grupo británico que se llamaba The Police, formado por tres miembros: Stewart Copeland (batería), Andy Summers (guitarra) –que había sustituido al guitarrista inicial, el francés Henry Padovani- y el líder, Gordon Mattew Sumner, más conocido como “Sting”, autor de la mayor parte de las canciones, cantante y bajista. Iniciaron su andadura en 1977 y permanecieron en activo hasta 1984. Volviendo al disco de debut, “Outlandos d’Amour”, fue publicado en noviembre de 1978, convirtiendose en un gran éxito de ventas. En apariencia era un disco más de new wave, con algunos elementos post-punk y otros decididamente poperos. Sin embargo, se trataba de un trabajo más complejo, con una gran influencia de estilos como el jazz y el reggae, y un desarrollo instrumental que, en cierto modo, atentaba contra su teórica adscripción estilística. La guitarra de Andy Summers situaba a The Police en la órbita del rock, pero lo que más me llamó la atención fue la poderosa base rítmica que, a menudo, se apoderaba de la canción hasta el punto de preguntarte cómo narices hacía Stewart Copeland para tocar de aquella manera. Otra de las cosas que caracterizaban a los discos de Police eran sus excelentes temas, cantados por Sting con personalidad y con esa voz tan característica. De “Outlandos d’Amour” bien podría haber elegido “Roxanne” -una de sus canciones más conocidas-, “Next to you”, “Can’t stand losing you”, “Hole in my Life” o “Truth hits everybody”, sin embargo os voy a proponer “So Lonely”, mi preferida de este disco, un tema basado en la conocida “No Woman no Cry”, de Bob Marley, como el propio Sting acabó reconociendo, donde brillan a gran altura los tres componentes del grupo; la batería y el bajo suenan como nunca, podemos disfrutar con un interesante solo de guitarra y de la armónica -a cargo del jefe de la banda-, además de ser un relato lleno de rabia e ira magistralmente interpretado por Sting, un grito desesperado lanzado por alguien que se siente solo, abandonado por quien ama e incapaz de escapar de la depresión que lo inmoviliza.
Las Cinco Canciones de Juanlu (V): “She” (Elvis Costello)
A Juanlu le gustan mucho las comedias británicas, así que, como en toda comedia que se precie, vamos a acabar con una boda, en este caso la de nuestro protagonista. El tema elegido es «She», compuesto por el francés de origen armenio Charles Aznavour, en la voz del gran Elvis Costello. Muchas gracias, Juanlu, por la bonita semana que nos has hecho pasar y por querer compartir con nosotros estas cinco canciones, esas cinco porciones de tu vida. Un abrazo.
«Fui al cine con mi chica a ver «Notting Hill», siempre me chifló la comedia británica. Era el año 2001 y ya habíamos hablado de casarnos pero no lo habíamos hecho formalmente. Al salir del cine, le pedí que se casara conmigo. No sólo fue la romanticona peli con Hugh Grant y Julia Roberts, sino esa canción que definía perfectamente a quien estaba a mi lado, y me di cuenta que quería pasar con ella el resto de mi vida. Dos años después pasamos por el altar hasta hoy. Todos los 18 de agosto, por su cumpleaños, la ponemos y echamos unas lagrimillas de emoción. Mi balada favorita, gigantesca versión de Aznavour a cargo del gran Declan mcManus, alias Elvis Costello».
Blondie. «Dreaming»
Hay nombres de grupos musicales un tanto alambicados, en cambio otros son sencillos; los hay más largos y más cortos; en homenaje a alguien o algo; algunos son el resultado de casualidades o de hechos fortuitos; y también están los que siguen una determinada estrategia comercial o promocional. El grupo de hoy, Blondie, toma su nombre de un hecho casual que, además, trató de ser utilizado con fines estratégicos; se le ocurrió a Deborah Ann Harry, la cantante y líder de esta banda neoyorkina establecida en 1974, cuando un camionero la increpó con un “¡Hey, rubita!”, probablemente acompañado de una proposición sexual; pensaron que Blondie podría ser un buen nombre, además de idóneo para las tiendas de música, ya que sus discos estarían así cerca de los de The Beatles, una de las zonas más visitadas en estos establecimientos musicales. La banda inicial estaba formada por Jimmy Drestri (teclados), Gry Valentine (bajo), Clem Burke (batería), Chris Stein (guitarrista) y Debbie Harry (voz). Su primer álbum aparece en 1976 (“Blondie”) y el segundo un año después (“Plastic letters”); el tercero fue uno de sus mejores trabajos (“Parallel Lines”, 1978) y el siguiente, el que nos ocupa (“Eat to Beat”), fue uno de los más exitosos y, también, el que marcó el punto de inflexión de este grupo, disuelto en 1982 tras la grabación de otros dos discos más (“Autoamerican” y “The Hunter”). A finales de los noventa volvieron a reunirse y, como tantas otras bandas, han publicado algún trabajo de manera esporádica y aún deben continuar en activo. Volviendo a “Eat to Beat” (1979), me parece un disco interesante de new wave, en el que destacan temas como el popero “Union City Blue”, el desgarrado y punk “Victor”, la balada “Shayla”, incluso hay una nana: “Sound-A-Sleep”; el álbum comenzaba con “Dreaming”, compuesta por Debbie Harry y Chris Stein, una canción pop con cierta reminiscencia sesentera y un poderoso ritmo, en el que la batería tiene un protagonismo inusual. Sin embargo, no estamos ante un tema del todo original; el propio Chris Stein, co-autor de la pieza, ha reconocido que es muy similar a “Dancing Queen”, el famoso tema de Abba (aquí lo podéis comprobar). Existen varias versiones de “Dreaming”, bastantes debidas a grupos indie o de rock alternativo; yo os voy a dejar con la de Imelda May, a quien tuve el privilegio de ver este verano en el Madgarden Festival de Madrid.
Talk Talk. «It’s My Life»
El otro día me estuve riendo un buen rato a propósito de un comentario realizado por el compañero Irotula (Algo de Jazz, Blues, Rock …), cuando calificó los años ochenta de «época de sonidos tecno-dispersos». Buena parte del pop de aquella época se identifica bien con esta genial etiqueta y, también, con una manera de entender la música alejada del rock y, en cierta medida, dominada por una artificialidad comercial gestionada por productores y compañías discográficas. En este ecosistema, en el que habitaban grupos new romantics, de new wave o de Synth Pop, es en el que nació Talk Talk, una banda británica creada en 1981 en torno al cantante y multiinstrumentista Mark Hollis y al productor Tim Friese-Greene, con la que trataron de imitar el sonido y la estética de uno de los grupos más importantes de aquella época: Duran Duran. Publicaron su primer álbum en 1982 («The Party’s Over»), con el que tuvieron un cierto éxito, aunque acabaron triunfando con su segundo Lp: «It’s My Life«. Desde mi punto de vista, Talk Talk no es un grupo «tecno-disperso» al uso, del tipo Culture Club o Duran Duran; su propuesta es más consistente y, de hecho, sus siguientes discos se alejaron del synth pop y la new wave para adentrarse en terrenos experimentales, poco comerciales, cercanos a lo que luego se llamaría post-rock. A propósito del tema protagonista de hoy, «It’s My Life», Mark Hollis llegó a justificarse por el uso de sintetizadores en la grabación de esta canción: «Verás, cuando hicimos It’s My Life, teníamos que depender mucho de sintetizadores. Los sintetizadores significan cosas electrónicas para mí, y no creo que tengamos algún tipo de relación con eso. Usamos sintetizadores en ese álbum porque desde un punto de vista económico era la única forma en que podíamos hacerlo» (Wikipedia). Ésta es la grabación original de «It’s My Life», con su correspondiente vídeo promocional; sin embargo, para esta ocasión he preferido mostraros un directo del año 1986 en el Festival de Montreaux (Suiza), en el que realizan una interpretación muy meritoria, con buen sonido y algunas novedades a cargo de las percusiones (a partir del minuto 3:35). De entre las versiones existentes tal vez la más conocida sea la de No Doubt, la banda californiana donde se dio a conocer la cantante Gwen Stefani, que inició su carrera en solitario poco después de grabar esta canción; éste es el videoclip oficial, en el que podemos ver a Stefani en el papel de una «mujer fatal» bien dotada para el asesinato.