Kano y los Bulldogs / Los Secretos / Los Coronas. “Sobre un vidrio mojado”

Dicen que la década de 1980 fue la “edad de oro del pop español”, incluso han comercializado discos y eslóganes explicitando esta afirmación. Desde luego, el movimiento fue potente, tuvo el respaldo del gran público y un arranque coincidente en el tiempo con el movimiento contracultural conocido como “Movida”. Hubo muchos grupos, portadores de influencias musicales diversas: punk, glam rock, new wave, country-rock, synth pop, etc. Pero pocas veces se reconoce la influencia que tuvo en estos grupos (incluso en los más transgresores) la herencia del pop que se hizo en España (y Latinoamérica) durante los años sesenta; tuvo tal relevancia en su momento, tanto desde el punto de vista musical como social, cultural y para la modernización del país que, como mínimo, debería compartir con los ochenta ese título honorífico de “edad de oro del pop español”. Al igual que sucede con la copla, el flamenco o los boleros, el pop de los sesenta está con nosotros gracias a nuestros padres, a menudo grabado en un lugar recóndito de nuestra memoria, escondido y rechazado de manera consciente, como mecanismo reivindicativo de identidad generacional.

En casi todos los grupos de los ochenta, sobre todo los posteriores a la “Movida”, está presente la huella de aquellos pioneros españoles y latinoamericanos de los sesenta, ya sea de manera consciente o inconsciente. Uno de los grupos donde mejor se aprecian estas influencias es en Los Secretos, banda mítica del pop español –aún en activo-, de cuyos orígenes ya hablamos en una entrada anterior, dedicada a la versión de “Déjame” ejecutada por la malagueña Anni B Sweet. Es verdad que el sello distintivo de Los Secretos, en cuanto a sonido se refiere, es el country rock, prácticamente desde sus primeras maquetas, cuando se llamaban Tos, y especialmente visible en discos como “El primer cruce” (1986) o “La calle del olvido” (1989). Sin embargo, los primeros Lps son trabajos más entroncados en la vieja tradición española y latinoamericana del pop sesentero; prestad atención a temas como “Déjame”, “Ojos de perdida”, “Me aburro” o “Niño mimado”, todos del primer disco (“Los Secretos”, 1981), incluso la portada del álbum (al final de la entrada la podéis ver), en seguida os daréis cuenta de esta circunstancia. De ello se debió percatar el periodista musical Juan de Pablos, quien les sugirió que hicieran una versión, para su primer disco, de una canción que él pensaba se adaptaba muy bien a su estilo. Se trataba de un tema titulado “Sobre un vidrio mojado”, compuesto por el uruguayo Roberto Fernando Alonso y el argentino Mario Pierpaoli, que fue grabado en 1969 por el grupo uruguayo Kano y los Bulldogs, creado en 1964 y radicado, desde 1966, en Buenos Aires (Argentina).

Una vez escuchado el original de Kano y los Bulldogs y la archiconocida versión de Los Secretos, os propongo una tercera opción, la del grupo de surf rock madrileño Los Coronas (unos habituales de este blog); se trata de una interpretación instrumental, que formó parte del lanzamiento que se hizo con motivo del 35 aniversario del primer álbum de Los Secretos. Acabo con dos directos de Los Secretos interpretando esta canción para dos programas de televisión: “Popgrama” y “Qué noche la de aquel año”; dos versiones punk, una a cargo del grupo argentino Boom Boom Kid y otra de la banda uruguaya Trotsky Vengaran; una más en tono intimista, de Alejo Stivel; y, finalmente, la de Los Secretos y Alejo Stivel, recogida en el homenaje a Enrique Urquijo, celebrado en el año 2019.

El Último de la Fila. “Aviones plateados”

En 1983 el ministro español de Asuntos Exteriores, Fernando Morán, anunciaba una serie de privilegios fiscales y aduaneros, dentro del marco de la CEE, para los territorios de Ceuta, Melilla y Canarias. Cuando me enteré que tenía que hacer el servicio militar obligatorio -allá por 1987- en Melilla, no lo dudé: tenía que comprarme un radiocasete de esos que tenían doble pletina para grabar de cinta a cinta, con el fin de escuchar mis casetes en el botiquín, mi nueva morada en el Regimiento de Caballería “Alcántara 10”; finalmente, en lo económico, el tiro me salió por la culata, cuando regresé a Madrid me hicieron pagar en la aduana aunque, bien es cierto, que pude disfrutar del aparato durante casi un año. Una de las cintas que más sonaban era la de El Último de la Fila, en la que había canciones de los dos primeros discos de este grupo, formado en Barcelona -hacia 1984- a partir de un grupo anterior llamado Los Rápidos -posteriormente denominado Los Burros-, integrado por los músicos Manolo García y Quimi Portet.

En una vieja entrada, publicada en 2017, aludíamos a la herencia musical que dejó el rock andaluz de los setenta en este dúo, y en sus poéticas y, en ocasiones, surrealistas letras, que alejaban así su propuesta del pop facilón sin pretensiones. Entonces dedicamos el post al tema antibelicista “Querida Milagros”, incluido en su primer álbum (“Cuando la pobreza entra por la puerta el amor salta por la ventana”, 1985). Para la entrada de hoy, he elegido el tema titulado “Aviones plateados”, que formó parte del segundo trabajo de estudio de esta formación (“Enemigos de lo ajeno”, 1986), uno de los mejores discos ochenteros del pop español, en el que también se incluyó la canción quizás más conocida de esta formación: “Insurrección”.

“Aviones plateados” habla de celos que abrasan, de comportamientos depresivos y nos recuerda que las “credenciales de posesión” de nada sirven en asuntos que atañen al corazón. Era el tema preferido en el botiquín de Caballería, el que más poníamos y el que más nos pedían los compañeros que nos visitaban. Tal vez fuera por ese “me voy consumiendo” explicitado en la canción, que expresaba muy bien lo que sentíamos en aquel encierro forzado; quizás por el inicio de la canción (“Veo tu casa desde mi balcón. Chimeneas y tu ropa al sol. Aviones plateados rozando los tejados …”), un contemplativo relato que nos recordaba lo que veíamos (o  queríamos ver) desde las garitas durante nuestras guardias; puede que fuera por el amor que estábamos perdiendo mientras cumplíamos con la Patria o, sencillamente, porque el protagonista de la canción, “libre ante el espejo”, hacía lo contrario de los que nosotros podíamos hacer, incluso de lo que querríamos hacer cuando fuéramos de nuevo civiles: no salía cuando podía, tenía “barba de quince días”, se permitía el lujo de no comer y se jactaba del desorden en el que se encontraba su habitación (“to’ por ahí tirao’”).

Finalizo con una actuación para televisión española, con un directo de 1995 (el sonido no es muy bueno) y con un vídeo de 2021 en el que Ángel Casas entrevistaba a Los Burros para la televisión catalana y, después, se recogía una interpretación de “Aviones plateados” a cargo de Manolo y Quimi.

Jimmy Cliff / The Animals / Joe Cocker. “Many Rivers to Cross”

Jimmy Cliff es un artista jamaicano aún en activo, actualmente es el único músico de reggae vivo que está en posesión de la “Order of Merit”, la más alta distinción que otorga Jamaica en el ámbito científico y artístico. Nacido en julio de 1944 como James Chambers, escribía canciones cuando apenas era un niño; a los catorce años, después de participar en algunos concursos para talentos, ya había grabado sus primeros sencillos. A los veinte años era bastante conocido en Jamaica, incluso fue uno de los representantes de su país en la Feria Mundial de Nueva York de 1964-1965. Poco después firmaría con Island Records, y se mudaría al Reino Unido en busca de fama y reconocimiento internacional. Aquellos primeros años en Europa no debieron ser fáciles para él, aunque poco a poco lograría hacerse un hueco dentro de la difícil industria discográfica británica. En 1967 publicó su primer álbum (“Hard Road to Travel”), después vendrían los titulados “Jimmy Cliff in Brazil” (1968) y Jimmy Cliff (1969 -posteriormente retitulado como “Wonderful World, Beatiful People”-).

En este último disco se incluyó “Many Rivers to Cross”, una canción en la que quiso plasmar su estado de ánimo durante aquellos primeros años en Reino Unido, adonde llegó cargado de energía e ilusiones para compartir la gloria con los Rolling Stones o los Beatles. La frustración que le provocó el anonimato, acostumbrado a la fama que tenía en Jamaica, y el tener que ganarse la vida en clubs nocturnos, motivó esta canción, que habla de abandonos, soledad, pérdida de identidad y desesperación; todo ello mientras el protagonista de la canción vagabundea por los acantilados de Dover, precisamente el lugar que comunica Inglaterra con el continente, un camino que recorrió muchas veces Jimmy Cliff cuando viajaba a Francia o Alemania en busca de trabajo como músico.

“Many Rivers to Cross” es una balada pop, con un órgano que se enseñorea de la canción hasta prácticamente transformarla en una pieza de soul (los coros también ayudan). La impresionante voz de Jimmy es el otro aspecto destacado de esta conocida melodía, que probablemente cuente con un centenar de versiones. Os animo a que escuchéis las interpretaciones de Percy Sledge, Little Milton, Martha Reeves, Harry Nilsson, Linda Rondstadt, Jimmy Barnes, John Lennon, Marcia Hines, Desmond Dekker, Bryan Adams, Annie Lennox, Elvis Costello, UB40, Cher, Zuchero & Toni Childs, Oleta Adams, Monty Alexander y, por supuesto, las dos versiones que hoy acompañan al original de Jimmy Cliff; la del grupo de Eric Burdon -The Animals-, publicada en el álbum “Before We Were So Rudely Interrupted” (1977), con el que esta banda volvió a reunirse -de hecho, el nombre del grupo que aparece en el álbum es del de The Original Animals-, y la de Joe Cocker, incluida en su disco “Sheffield Steel” (1982).

Jimmy Cliff

Vaya con Dios. “Nah Neh Nah”

Vaya con Dios -expresado así, en español- fue un grupo musical belga creado en 1986, en torno a la cantante Danielle Schoovaerts, más conocida como Dani Klein; a ella se unieron Willy Lambregt “Willy Willy” (guitarra) y Dirk Schoufs (bajo). Cuando grabaron su primer álbum (“Vaya con Dios”, 1988), en el que incluyeron su exitoso tema “Just a Friend of Mine”, Willy Willy ya había abandonado la formación, siendo sustituido por Jean-Michel Gielen. El segundo disco de estudio (“Night Owls”, 1990), al igual que el primero, también fue producido por Dani Klein y Dirk Schoufs, y contó con el apoyo instrumental de diferentes músicos, que se hicieron cargo de instrumentos como el órgano Hammond, la batería, la guitarra acústica, el piano o diferentes instrumentos de viento. El estilo mostrado por Vaya con Dios en sus dos primeros discos pronto llamaría la atención de especialistas y público, que disfrutaron con un pop elegante, en el que los ritmos zíngaros, latinos, la música gipsy, el jazz suave, incluso el soul, acompañaban a la característica voz de Dani Klein.

En 1991, Dani y Dirk se pelearon, lo que provocó que Schoufs abandonara la banda; murió pocos meses después, cuando tenía veintinueve años, víctima de una intoxicación por consumo de alcohol y drogas. Desde entonces, el grupo fue cosa de Dani Klein; así fue hasta el año 1996, momento en el decidió abandonar la música; regresó en 1999, primero como cantante de la banda Purple Rose y, en 2004, grabó un nuevo álbum (“The Promise”) con su grupo Vaya con Dios. Disolvió definitivamente la banda en 2014, después de una gira de despedida que finalizó en la capital belga.

Volviendo a su segundo Lp (“Night Owls”, 1990), fue quizás el que más se escuchó en España -al menos así lo recuerdo yo-; en él destacan canciones como “Quand elle rit aux éclats” (a lo Édith Piaf, no os lo perdáis), “I Don’t Want to Know”, “What’s a Woman” (en clave soul) o “Nah Neh Nah”, con la que hemos querido encabezar la entrada de hoy, dedicada a esta banda de Bruselas. Aquí podéis ver una interpretación en directo de 1996, a cargo de Dani Klein con acompañamiento orquestal. El dúo alemán de música house Milk & Sugar hizo un remix de este tema en 2010, que tuvo bastante éxito en algunos países europeos. También la han interpretado otros artistas, como el violinista David Garrett o las formaciones Trio Manouche y The Kruasans & Diana Pashko.

The Move. «Flowers in the Rain»

The Move fue una banda británica, con un estilo que basculó entre el pop-rock psicodélico y el power pop, establecida a finales de 1965 y disuelta en 1972, para transformarse en otra aún más conocida: Electric Light Orchestra (ELO), ya con una orientación musical completamente diferente. Fue creada en Birmingham, a partir de los músicos que más destacaban de entre las bandas de aquella ciudad; así fue como Trevor Burton (guitarra), Ace Kefford (bajo), y Roy Wood (guitarra, voz), tras tocar juntos en alguna ocasión, decidieron invitar a Carl Wayne (voz) y Bev Bevan (batería) a participar en este nuevo grupo. Tony Secunda se ofreció como mánager; él les consiguió una actuación fija semanal en el Club Marquee de Londres, mientras diseñaba una controvertida y arriesgada línea promocional, que pasaba por aparecer vestidos como gánsteres, con corbatas y zapatos blancos, y una imagen de sus miembros construida sobre la prohibición de sonreír a las cámaras bajo cualquier circunstancia. Sus actuaciones en el Marquee eran muy populares, por la energía y fuerza que desplegaban en el escenario, aunque el tema se les acabó yendo de las manos y el Marquee les acabó expulsando por la violencia, cada vez mayor, que se generaba en sus conciertos (en uno de ellos, Carl Wayne trató de prender fuego al escenario).

Tras publicar varios singles, formato con el que consiguieron sus mejores éxitos, sacaron al mercado su primer álbum, titulado “Move”; lo hicieron en 1968, después de repetir íntegramente la grabación de todas las pistas debido a un robo de las cintas maestras; llegaron a ofrecer una recompensa a quien las pudiera localizar, finalmente aparecieron tiradas -y dañadas- en un cubo de basura, por lo tuvieron que volver a grabar y, por lo tanto, se retrasó el lanzamiento del disco. Para promocionar uno de los singles de este Lp, el tema “Flowers in the Rain” -compuesto por Roy Wood-, a Tony Secunda no se le ocurrió otra cosa que lanzar una postal promocional con una caricatura de Harold Wilson, que en aquella época era Primer Ministro y líder del Partido Laborista, en la cama junto a su secretaria, Marcia Falkender. El político demandó al grupo y ganó; la Justicia británica ordenó que todos los beneficios obtenidos con la explotación de la canción “Flowers in the Rain” fueran donados a la organización u organizaciones benéficas que Wilson decidiera, decisión judicial que, al parecer, aún continúa en vigor. Destaca en esta canción su onírica y psicodélica letra, basada en un cuento de hadas escrito por Roy Wood cuando estaba en el Moseley College of Art (Birmingham), y los arreglos musicales de Tony Visconti, con efectos sonoros y la inclusión de varios instrumentos de viento. Finalizo con tres versiones, a cargo de Nancy Sinatra, Annie Haslam y Claude François, ésta última en francés.