Allá por marzo de 2015 os hablaba de Kansas, una de las mejores bandas que ha dado el rock sinfónico estadounidense. Fue creada a comienzos de los setenta y grabaron su primer álbum de estudio (“Kansas”) en 1974, ya con la formación que acabaría consolidándose como la clásica de este grupo: Kerry Livgren (guitarra, teclados), Steve Walsh (voz, teclados), Robby Steinhardt (violín, voz), Rich Williams (guitarra), Dave Hope (bajo) y Phil Ehart (batería). Entonces comentábamos que el sonido de Kansas -en el que destacan las guitarras, la voz solista, el violín y los arreglos sinfónicos- está influenciado por los grandes grupos británicos de rock progresivo, pero también tienen una herencia americana muy marcada, especialmente visible a través de elementos procedentes del hard rock, el blues-rock y el rock sureño, muy presentes en esta formación. A pesar de que la obra de Kansas es elaborada y compleja, algo especialmente notorio en sus primeros álbumes, estamos ante un grupo más conocido por las baladas y el rock melódico tipo AOR que por su faceta progresiva, al menos entre el público más numeroso. Esta situación ha sido propiciada, en gran medida, por dos canciones especialmente exitosas: “Carry On Way Ward Son”, incluida en su cuarto álbum de estudio (“Leftoverture”), del que ya nos hemos ocupado en la entrada que mencionaba líneas arriba, y “Dust in the Wind”, uno de los temas más reconocibles del rock, que formó parte del siguiente Lp: “Point of Know Return” (1977), un excelente trabajo de rock sinfónico -tal vez el mejor de Kansas, aquí tenéis una interesante reseña-, en el que esta canción es la excepción en cuanto a sonido y planteamiento musical.
Según ha manifestado su autor, el guitarrista Kerry Livgren, la música surgió al tratar de componer una línea de guitarra con la que aprender la tradicional técnica del fingerpicking; a su esposa le gustó, por lo que le sugirió a Kerry que escribiera una letra para esa melodía. El texto, una reflexión sobre el destino y la inevitabilidad de la muerte, con reminiscencias bíblicas, surgió tras la lectura de un libro de poesía nativa norteamericana, en el que se incluía la frase: “for all we are dust in the wind”. Pese a no ser algo habitual en esta banda, “Dust in the Wind” se grabó como melodía acústica con las guitarras sonando a la vez, así consiguieron un sonido reverberado que se mantiene a lo largo de toda la canción, acompañando a la voz solista y al característico solo de violín de esta inmortal melodía. Aquí os dejo una interpretación en directo de “Dust in the Wind” y, para finalizar, algunas versiones, en concreto las debidas a Scorpions, The Moody Blues y la violinista española Judith Mateo.


