Talk Talk. «It’s My Life»

El otro día me estuve riendo un buen rato a propósito de un comentario realizado por el compañero Irotula (Algo de Jazz, Blues, Rock …), cuando calificó los años ochenta de «época de sonidos tecno-dispersos». Buena parte del pop de aquella época se identifica bien con esta genial etiqueta y, también, con una manera de entender la música alejada del rock y, en cierta medida, dominada por una artificialidad comercial gestionada por productores y compañías discográficas. En este ecosistema, en el que habitaban grupos new romantics, de new wave o de Synth Pop, es en el que nació Talk Talk, una banda británica creada en 1981 en torno al cantante y multiinstrumentista Mark Hollis y al productor Tim Friese-Greene, con la que trataron de imitar el sonido y la estética de uno de los grupos más importantes de aquella época: Duran Duran. Publicaron su primer álbum en 1982 («The Party’s Over»), con el que tuvieron un cierto éxito, aunque acabaron triunfando con su segundo Lp: «It’s My Life«. Desde mi punto de vista, Talk Talk no es un grupo «tecno-disperso» al uso, del tipo Culture Club o Duran Duran; su propuesta es más consistente y, de hecho, sus siguientes discos se alejaron del synth pop y la new wave para adentrarse en terrenos experimentales, poco comerciales, cercanos a lo que luego se llamaría post-rock. A propósito del tema protagonista de hoy, «It’s My Life», Mark Hollis llegó a justificarse por el uso de sintetizadores en la grabación de esta canción: «Verás, cuando hicimos It’s My Life, teníamos que depender mucho de sintetizadores. Los sintetizadores significan cosas electrónicas para mí, y no creo que tengamos algún tipo de relación con eso. Usamos sintetizadores en ese álbum porque desde un punto de vista económico era la única forma en que podíamos hacerlo» (Wikipedia). Ésta es la grabación original de «It’s My Life», con su correspondiente vídeo promocional; sin embargo, para esta ocasión he preferido mostraros un directo del año 1986 en el Festival de Montreaux (Suiza), en el que realizan una interpretación muy meritoria, con buen sonido y algunas novedades a cargo de las percusiones (a partir del minuto 3:35). De entre las versiones existentes tal vez la más conocida sea la de No Doubt, la banda californiana donde se dio a conocer la cantante Gwen Stefani, que inició su carrera en solitario poco después de grabar esta canción; éste es el videoclip oficial, en el que podemos ver a Stefani en el papel de una «mujer fatal» bien dotada para el asesinato.

The Zombies / Santana / Neko Case & Nick Cave. «She’s not there»

El éxito arrollador de The Beatles en los Estados Unidos, a comienzos de la década de los sesenta, dio lugar a un movimiento musical conocido como «Invasión Británica«, caracterizado por la fuerte presencia de grupos procedentes del Reino Unido en el panorama musical norteamericano; bandas como The Rolling Stones, The Animals, The Who y, en menor medida, otras como The Kinks, The Yardbirds o Them, coparon las listas de éxitos con canciones sencillas y pegadizas a ritmo de R&R, R&B y blues-rock. Una de aquellas formaciones, tal vez de menos éxito que las citadas aunque con mayor presencia en los EE.UU. que en su país, fue The Zombies. Creada a comienzos de los sesenta y disuelta en 1968, grabó su primer sencillo en 1964 con dos temas propios: «You make me feel good» y la canción que nos ocupa: «She’s not there». Ésta última fue compuesta por el teclista de la banda, Rod Argent, al parecer inspirado en su primer amor, Patricia, quien canceló la boda dos semanas antes de su celebración, y en una canción de John Lee Hooker titulada «No One Told Me». «She’s not there» es un buen ejemplo del estilo The Zombies, caracterizado por sus interesantes armonías vocales y la calidad de sus arreglos instrumentales, en este tema en concreto destaca el piano eléctrico, especialmente notorio hacia el final de la canción. Fue un importante éxito, sobre todo en los Estados Unidos, dando lugar a un buen número de versiones durante la década de los sesenta, como la que realizaran los norteamericanos Vanilla Fudge en su álbum de debut («Vanilla Fudge», 1967). Pero la más conocida de todas es la que grabó Santana para su disco «Moonflower» (1977), una propuesta dominada por la voz de Greg Walker, las percusiones características de esta banda (José «Chepito» Areas, Pete Escovedo y Raul Rekow) y, por supuesto, la expresiva guitarra de Carlos Santana. Después de ésta han seguido apareciendo más versiones y, últimamente, ha sido una canción bastante utilizada en el cine, por ejemplo en la película de Quentin Tarantino «Kill Bill: Volumen 2» -en realidad un «sample» a cargo de Malcolm McLaren titulado «About Her«-, o en «Boys» (Stacy Cochran, 1996), en este caso interpretada por la formación australiana The Cruel Sea; también en series de televisión, como «Glee» o «True Blood», de donde está tomada la inquietante tercera versión destacada de hoy, a cargo de la cantante estadounidense Neko Case y el polifacético Nick Cave.

Tam Tam Go! «Manuel Raquel»

https://www.youtube.com/watch?v=ANKIfSemIOo
«Cuando llegó era un niño delicado, no quería mancharse jugando en el descampado, era un tipo legal, un amigo, un aliado. Había vivido arrogante aquel error inocente, llevar en cuerpo de hombre una mujer en su mente, él un hombre tranquilo ella una dama valiente ¡Oh Manuel Raquel!» Con esta estrofa comienza una de las canciones españolas más valientes y comprometidas que se hicieron en los años ochenta. Pertenece a los extremeños Tam Tam Go!, una formación creada en 1986, tras la disolución de los grupos Daké y RH+, por Javier Ortiz (batería), Rafa Callejo (guitarra) y los hermanos Javier (guitarra) y Nacho Campillo (voz). Grabaron su primer disco un año más tarde («Spanish Shuffle«), para mi gusto uno de los mejores álbumes de pop-rock español editados en los años ochenta. Grabado casi íntegramente en inglés, es un excelente trabajo de new wave tardío, que cuenta con canciones tan interesantes como «I come for you«, «Spanish Shuffle» o «Letters for you«; comenzaba con el tema «Lawrence’s Heart is Weak«, compuesto por los cuatro integrantes del grupo, y se cerraba con una versión de este mismo tema bajo el título de «Manuel Raquel», el único corte en español de todo el disco y, a la postre el que acabaría abriéndoles las puertas del éxito en España y Latinoamérica; algo que se confirmó con sus siguientes trabajos («Spanish Romance», 1989; y «Espaldas Mojadas», 1990), con los que Tam Tam Go! conquistó el público hispano utilizando un sonido más latino y aportando una mayor presencia de canciones en español. La letra de «Manuel Raquel» fue escrita por el cineasta Ricardo Franco, autor de películas como «La Buena Estrella» o «Pascual Duarte». En ella se nos cuenta una triste historia, la del transexual Manuel, incapaz de aguantar «siquiera el primer invierno, volando sobre un tacón de las redadas huyendo». Os dejo alguna estrofa más de esta cruel historia, la de una víctima más de la incomprensión, los dogmatismos y las rigideces sociales: «La última vez que le vi nos fuimos a emborrachar, debajo del maquillaje no pudo disimular un cierto pudor antiguo, al fin un poco de paz. Quiso volar y salto, no pude llegar a tiempo, las lágrimas sin dolor me las ha arrancado el viento. Se fue sin decir adiós, sin un grito, ni un lamento, creo que iba contento. Manuel Raquel no aguantó siquiera el primer invierno, la detuvieron mil veces, la pobre se fue rompiendo. Es muy difícil pasear de incógnito en el infierno. ¡Oh Manuel, oh Raquel! Se marchó, es sólo una baja más ¡Oh Manuel, oh Raquel! Se marchó, por fin podrá descansar. Y se fue sin señalar, y se fue sin simular, y se fue sin molestar, y se fue sin acusar, y se fue sin apuntar, y se fue sin disparar (…)»

Desireless. «Voyage, Voyage»

En septiembre de 1987 me tocó «cumplir con la Patria»; me fui al Servicio Militar con veinticuatro años después de acabar la carrera, y a Melilla, uno de esos destinos que nadie quería. Algo raro debió de suceder en el sorteo porque aquel año la ciudad norteafricana se llenó de universitarios madrileños, tal vez como venganza del sistema castrense por nuestro empeño en querer retrasar lo inevitable. Sin embargo, la diosa de la compensación quiso que el mes de agosto fuera inolvidable. Las perspectivas iniciales no eran muy halagüeñas; me tocaba trabajar en la obra que íbamos a iniciar en la pequeña casa familiar que tenemos, desde hace ya muchos años, en Almendral de la Cañada, un pueblecito del Valle del Tiétar del que ya os he hablado en otras ocasiones. La reforma la iba a realizar un albañil amigo de la familia, su hijo Mariano y un colega del primero. Mis hermanos/as y yo éramos, como se dice coloquialmente, los «machacas» o los «traidores» («tráeme esto, tráeme lo otro»). A pesar del duro trabajo, el ambiente fue genial y los jóvenes incluso habíamos conseguido parar la obra a una hora concreta para desayunar, justo cuando emitían la novela «Los ricos también lloran» que veíamos todos, «bocata» en mano, ignorando la calidad de aquel bodrio y comentando con pasión lo que veíamos en pantalla. Todo muy surrealista. Con veinticuatro años el cansancio no existe así que, al acabar el tajo, nos duchábamos, cenábamos, nos arreglábamos y nos íbamos a recorrer la noche; mi compañero era Mariano aunque pronto nos acompañaron un par de amigas que pasaban unos días de veraneo en el pueblo. Casi todos los días íbamos en busca de fiestas en otras localidades o de sitios donde pasar aquellas noches de agosto que, a menudo, se alargaban hasta bien tarde, por lo que apenas dormíamos; hoy día pienso en ello y aún no puedo explicarme cómo soportábamos aquel ritmo: trabajo en la obra / «Los ricos también lloran» / noche toledana. A las chicas les gustaba una canción francesa que se escuchaba mucho aquel verano y, como podéis imaginar, no paraba de sonar en el coche: «Voyage, Voyage», de la cantante Desireless a quien tal vez recordéis por su pelo de punta y su aspecto andrógino. Cada vez que la escucho me acuerdo de aquellos días y, sobre todo, de Mariano, a quien un cruel accidente, un golpe de mala suerte, se lo llevó de este mundo cuando realizaba su trabajo. Esta canción va por ti, amigo; espero que, estés donde estés, como dice la letra de este tema, sigas volando, viajando por territorios exóticos y recreándote con la inmensidad del océano.

Este blog y yo nos tomamos un descanso veraniego, volveremos en septiembre ¡Qué paséis un buen mes de agosto!

¡Bienvenida al Mundo, Rita! Rita Lee. «In my Life»

“Tenía dos padres y tres madres muy felices, y mis hermanos (y mis cuñadas) estaban casados y sus matrimonios funcionaban muy bien (…) Una vez estuve a punto de casarme pero uno de los novios se rajó y yo no estuve dispuesto a cargar solo con dos mujeres y otro tipo que era bi (…) Las chicas se casaron entre ellas y formaron poco tiempo más tarde un matrimonio de tres lésbico”. Esta cita pertenece a una de las obras fundamentales de la ciencia-ficción española, Lágrimas de Luz, de Rafael Marín, publicada por primera vez en 1984, en una época en la que plantear una crítica como ésta al concepto de familia monoparental, y al disfrute del sexo sin tabúes, era algo casi necesario después de cuarenta años de dictadura franquista. En el modelo de familia pluriparental que nos plantea Rafael Marín no parecería descabellado que los niños pudieran contar con ocho, dieciséis o veinticuatro abuelos; de hecho, hoy día ya son bastante habituales las familias con seis u ocho abuelos, reestructuradas a partir de las separaciones matrimoniales y de los emparejamientos posteriores. Yo pertenezco a una de esas familias, en las que, como por arte de magia, se puede llegar a ser abuelo sin haber sido antes padre. Ya he visto nacer a dos nietos adorables –Olivia y Mario- que, desde luego, no saben distinguir entre un abuelo de sangre y un abuelo putativo. Hoy ha nacido Rita, muy lejos de España, en la brasileña ciudad de Sao Paulo, por lo que ya sumo tres nietos, lo que no está nada mal para un “no-abuelo”.

Teniendo en cuenta que esto es un blog de música, al principio pensé en canciones, como “Lovely Rita” (Beatles), «A Rita» (Chico Buarque) o “Rita” (Hombres G), que pudieran servir para festejar este momento; también traté de repasar las cantantes que conozco con ese nombre: la italiana Rita Pavone, la jamaicana Rita Marley, la estadounidense Rita Coolidge, la portuguesa Rita Guerra o, incluso, la propia Rita Hayworth que, aunque doblada por Anita Ellis, se prestó a interpretar un par de conocidísimos temas en la película “Gilda”. Sin embargo, tenía que ser la brasileña Rita Lee; Nacho, el padre de la pequeña Rita, nos explicó hace muy poco que, para Caetano Veloso, “la esencia de Sao Paulo se encuentra resumida en Rita Lee”, un verdadero símbolo afectivo y cultural de aquel país. “In my Life” es una nana pop que John Lennon escribió evocando su infancia y en la que trató de reflexionar sobre su pasado. Su letra se presta a diferentes interpretaciones; estoy seguro que Isa y Nacho sabrán hacer suyo este tema y, más aún, si lo canta Rita Lee (aquí podéis escuchar otra versión de esta canción en portugués).

«Hay lugares que recordaré toda mi vida,
aunque algunos han cambiado.
Algunos para siempre, no para mejor,
algunos se han ido y algunos permanecen.
Todos esos lugares tienen sus momentos
con amantes y amigos que aun puedo recordar.
Algunos han muerto y algunos viven,
en mi vida los he amado a todos.

Pero de todos esos amantes y amigos
no hay nadie que pueda compararse a ti.
Y estos recuerdos pierden su sentido
cuando pienso en el amor como algo nuevo.
Aunque sé que nunca perderé el afecto
por las personas y cosas que estuvieron antes,
sé que a menudo pararé y pensaré en ellas,
en mi vida te amo más a ti».