Blue Öyster Cult. “(Don’t Fear) the Reaper”

En 1967, tres jóvenes músicos neoyorkinos crearon el grupo de rock psicodélico Cow, posteriormente denominado Soft White Underbelly. A Albert Buchard (batería y percusiones), Allen Lanier (teclados) y Donald “Buck Dharma” Roeser (guitarra) pronto se uniría el vocalista Eric Bloom. Poco a poco fueron abandonando los sonidos psicodélicos para buscar acomodo en el hard rock; de hecho, tras algunos de sus conciertos se ganaron el calificativo de “la banda más violenta de Nueva York”. En 1972 firmaron para CBS, ya con el nombre que les hizo famosos: Blue Öyster Cult. En una vieja entrada de este blog, dedicada al tema titulado “Joan Crawford”, comentaba algunas de las principales señas de identidad de esta formación estadounidense: querencia por el ocultismo y por el esoterismo, confusas y enigmáticas letras, y esa cruz que les caracteriza, una adaptación del símbolo del Titán Cronos que, en más de una ocasión, ha sido confundido con la parafernalia nazi.

Publicaron su primer disco (“Blue Öyster Cult”) en 1972, después vendrían “Tyranny and Mutation” (1973), “Secret Treaties” (1974), el directo “On Your Freet or on Your Knees” (1975) y “Agent of Fortune” (1976). En este último disco se incluyó el tema “(Don’t Fear) the Reaper”, el más conocido del grupo, junto con “Burnin’ For You”. Desde mi punto de vista, éste fue el mejor momento para Blue Öyster Band, la década de 1970 y, quizás, la de los ochenta, ya incorporados -al menos en lo que respecta al sonido- a la nueva ola del heavy metal británico, de la que formaron parte bandas como Iron Maiden, Saxon, Def Leppard o Motörhead. Aunque de manera intermitente, han seguido publicando discos después de los años noventa, y siguen actuando en directo, tal y como puede leerse en su página web, con buena parte de la formación original; sin ir más lejos, durante el pasado mes de junio, actuaron como cabezas de cartel en el BBK Bilbao Music Legends Fest.

(Don’t Fear) the Reaper”, una sencilla reflexión sobre la inevitabilidad de la muerte, fue escrita por el guitarrista Buck Dharma cuando pensó en lo que sucedería si falleciera joven; parece que nunca fue su intención plantear esta canción como un alegato suicida, como algunos pensaron tras escuchar el verso: “Romeo and Juliet are together in eternity”. En lo tocante a la parte musical, podríamos decir que hay un pequeño guiño a los orígenes psicodélicos de la banda, que se evidencia en la parte central de la canción, con un segmento en la frontera con lo psicodélico-progresivo. Otra de las particularidades de este tema es la utilización de un cencerro como instrumento de percusión, algo de lo que no se olvidaron en la parodia que hicieron de esta canción para el programa de televisión “Saturday Night Live”, en abril del año 2000. “(Don’t Fear) the Reaper)” tiene bastantes versiones, la mayoría de ellas por grupos no excesivamente conocidos, y su presencia es habitual en series de televisión (“Los Simpson”, “1899”, “Orange is the new black” o “The Stand”), películas (“La noche de Halloween” o “The Stöned Age”), o videojuegos (“Prey” o “Fortnite Festival”). Para que os hagáis una idea de cómo se desempeñaba esta banda en directo, os dejo tres interpretaciones en vivo de esta canción, fechadas en 1977, 1981 y 2002. Si queréis saber más cosas de esta canción, no dejéis de leer la entrada que dedicó la compañera Eva a este clásico del hard rock en su blog Canciones robadas, con homenaje incluido a la película “El séptimo sello” (1957), de Ingmar Bergman.

Dire Straits. “Romeo and Juliet”

En el clásico de William Shakespeare, Romeo y Julieta se amaban tanto, a pesar de pertenecer a familias en disputa, que decidieron casarse en secreto y, por lo tanto, enfrentarse a sus respectivas familias. Sin embargo, nunca lograron su propósito, ser felices y comer perdices; las adversidades derivadas del enconamiento, las desgracias, la mala suerte y el trágico guion concebido por el autor de la obra, condujeron al suicidio de los amantes, primero Romeo, más tarde Julieta. La canción “Romeo and Juliet”, escrita por el guitarrista y cantante de Dire Straits Mark Knopfler, nos presenta una versión renovada, prácticamente distópica, de este clásico universal de la Literatura. En esta realidad alternativa, Romeo y Julieta continúan con vida, aunque podría decirse que su relación ha terminado viéndose afectada por el paso del tiempo y el peso de la convivencia. Romeo sigue enamorado de Julieta, ahora canta a su amor por las calles, de manera desaforada, ante la indiferencia y el desprecio de ella; Julieta le recuerda que tiene novio y le recomienda que no haga más el ridículo; quizás Julieta ya ha conseguido un cierto estatus social, ya no es aquella chica de barrio que prometió amor eterno a Romeo. Está claro por qué Shakespeare mató a sus personajes …

Cuentan las fuentes habituales que “Romeo and Juliet” fue escrita por Mark Knopfler tras un romance fallido con la cantante y compositora Molly Beth Vincent, de quien probablemente pensaba que lo había utilizado para impulsar su carrera musical. En la letra de esta canción hay otras dos alusiones bastante interesantes, una en torno a la canción “Somewhere”, de la obra “West Side Story”, basada en la obra de Shakespeare que nos ocupa; la otra tiene que ver con la canción “My Boyfriend’s Beck”, del grupo femenino The Angels. En lo que respecta a la parte musical, destaca la guitarra arpegiada -característica de esta canción-, que suena parecida al piano de “Jungleland”, el tema de Bruce Springsteen con el que se cierra “Born to Run» (1975). “Romeo and Juliet”, uno de los temas imprescindibles de Dire Straits, fue incluido en el tercer disco de los británicos (“Making Movies”, 1980), del que ya tuvimos la oportunidad de hablar en una entrada anterior dedicada a la canción “Tunnel of Love”; en ella recordábamos la presencia de dos músicos en este álbum, en la órbita de Bruce Springsteen: Roy Bittan (teclados) y Jimmy Lovine (producción), circunstancias que quizás expliquen el parecido entre “Jungleland” y “Romeo and Juliet”.

Además de escuchar el original de estudio con el que encabezamos esta entrada, no dejéis de ver este vídeo, que recoge la versión en directo grabada para el mítico “Alchemy” (1984), uno de los mejores álbumes en vivo que ha dado el rock. Y os propongo algún directo más de Dire Straits interpretando “Romeo and Juliet”, en concreto uno del Festival de San Remo (1981), otro en Sidney (1986), uno más con Eric Clapton (1988) y una versión acústica, prácticamente minimalista, interpretada más recientemente por Mark Knopfler.

Creedence Clearwater Revival / Elton John / Hanoi Rocks. «Up Around The Bend»

Empecé a interesarme por la música a los doce años. La radio fue mi gran aliada, sobre todo los programas de canciones dedicadas. Fueron los años de la EGB, cuando aún no había descubierto estilos como el hard rock o el rock progresivo, los dominantes durante mi adolescencia. Entonces disfrutaba con los éxitos del momento, pero mi ruinosa (por no decir inexistente) economía sólo me permitía comprar cintas de casete baratas, muy baratas, ediciones que recogían canciones muy conocidas interpretadas por cantantes desconocidos. De hecho, en los títulos de crédito sólo aparecían los autores de los temas, no los intérpretes; éstos, a menudo, trataban de imitar a los cantantes originales sin mostrar ningún tipo de rubor. Aún conservo un par de cintas de aquella época, ambas de 1974-1975 (al final de la entrada las podéis ver), una de S.A. Ediciones Fonográficas (colección Olympo), y otra de Marfer S.A. (colección Trama).

Por supuesto, en el ámbito de la música anglosajona también existieron iniciativas similares, incluso más perfeccionadas y consolidadas que las españolas; por ejemplo, la serie discográfica “Top of the Pops”, del sello Hallmark, a través de su discográfica Pickwick Records. Entre 1968 y 1985 grabaron, nada más y nada menos, que más de cien álbumes de versiones cantadas por músicos de sesión, artistas anónimos que no aparecían en los títulos de crédito. Antes de que se hicieran famosos, Tina Charles o Elton John fueron habituales de estos discos económicos, cuyas grabaciones se sucedían una tras otra; según ha manifestado el cantante de sesión Tony Rivers, “en aquellos días, la mayoría de las veces, tenías que hacer tres canciones en tres horas y luego te ibas de allí”. Así se ganó la vida Elton John antes de que fuera conocido. En 1994 se editó un disco titulado “Chartbusters Go Pop”, en el que se recogieron veinte canciones interpretadas por Elton John entre 1969 y 1970, en aquella época en la que hacía versiones anónimas de temas tan conocidos como “Cotton Fields”, “Lady D’Arbanville”, “In The Summertime” o “Yellow River”, por citar sólo algunos; también se atrevió con canciones de John Fogerty, el líder de Creedence Clearwater Revival, como “Travelin’ Band” o “Up Around the Bend”, una alegre y metafórica composición que invita al optimismo y al descubrimiento.

Este tema se incluyó en el quinto álbum de estudio de los californianos, el titulado “Cosmo’s Factory” (1970), donde también aparecen temas como “I Heard it Through the Grapevine”, protagonista de una entrada anterior. Para la tercera versión destacada de hoy, nos quedamos con la propuesta de la banda finlandesa de hard rock y glam rock Hanoi Rocks; incluyeron este tema en su quinto álbum de estudio (“Two Steps From The Move”, 1984). A poco que busquéis un poco, en seguida os daréis cuenta que abundan las versiones de esta canción interpretadas por artistas no excesivamente conocidos, como New Strangers (con un toque bluegrass), Leinemann, Studio 99, The Bates (punk), Pyro (heavy metal), The Egrets, Diamante eléctrico (banda colombiana de rock, en español), Midnite String Quartet (música clásica instrumental) o Sweet Little Band (instrumental para bebés).

Camel. «The White Rider»

Lady Fantasy” es uno de los temas más conocidos y representativos de la banda británica de rock progresivo Camel, una de mis preferidas. Ya nos ocupamos de él en una entrada anterior, en la que también hablábamos de la clásica portada del paquete de tabaco con la que se presentó el segundo álbum de estudio de esta formación (“Mirage”, 1974), en la que se puede ver una imagen del camello distorsionada, como si fuera un espejismo desértico. Fue grabado por la discográfica Decca, después de un primer disco con MCA (Camel, 1973), que apenas tuvo repercusión en el momento de su lanzamiento. Si disponéis de un momento de pausa (poco más de treinta y cinco minutos), no dudéis en escuchar “Mirage” en su totalidad; los que ya conocéis el disco, os hará disfrutar como el primer día; el resto os encontraréis con uno de los discos imprescindibles del rock progresivo, y con una excelente carta de presentación en el caso de que queráis encontraros con el elegante y sensible universo Camel, con Andy Latimer (guitarra, flauta) y Peter Bardens (teclados, sintetizadores) como principales artífices, magníficamente acompañados por Doug Ferguson (bajo) y Andy Ward (batería). “Mirage” sólo contiene cinco cortes, los titulados “Freefall”, “Supertwister”, “The White Rider”, “Earthrise” y “Lady Fantasy”. Cada cara del vinilo original finaliza con sendas suites, divididas en tres movimientos; en la cara B, se incluye “Lady Fantasy” (“Encounter”, “Smiles for You” y “Lady Fantasy”) y en la cara A el tema que hoy nos ocupa: “The White Rider”, dividido en tres partes: “Nimrodel”, “The procession” y “The White Rider”; fue compuesto por Andy Latimer, a partir del universo Tolkien de El Señor de los Anillos.

Comienza con un sonido misterioso que, a los cincuenta segundos, da paso a una especie de marcha con sonidos de tambores, flauta y fanfarria. Aproximadamente un minuto después, se inicia una fase más dulce y melódica, guiada por sonidos de melotrón y guitarra, que prepara el camino para los primeros versos cantados, entre los que se intercalan acompañamientos de flauta. Hacia el minuto 3:45, los teclados incrementan el ritmo para llevarnos a un magnífico solo de sintetizador -seña de identidad de esta composición-, que culmina Andy Latimer a la guitarra. A partir del minuto 5:42, comienza otra parte cantada, finalizada hacia el minuto 7, cuando empieza el último segmento, más sombrío y cósmico, yo diría que incluso con una cierta reminiscencia psicodélica, en el que la guitarra y, sobre todo, los teclados son los protagonistas.

Os dejo enlace a dos directos, uno de 1976, incluido en el disco “A Live Record”, y otro de 1977, en el que podéis ver a los músicos en acción. Si queréis saber algo más de este grupo, y escuchar otros temas, lo podéis hacer a partir de otras entradas anteriores de este blog, como las dedicadas a los temas “Never Let Go”, “Echoes”, “Rhayader”/”The Snow Goose”/”La Princesse Perdue” o, el ya mencionado, “Lady Fantasy”.

Esta vez el corte veraniego de este blog se va a producir antes de lo habitual (mes de agosto), de hecho ya estos últimos viernes no he podido estar con vosotros. Si nada lo impide, volveremos en septiembre. Abrazos para todos.

Santana. “Flor d’Luna”

Moonflower” es el título de un álbum doble lanzado por Santana en 1977. Probablemente sea el disco en directo más famoso de la banda liderada por el guitarrista estadounidense (nacido y criado en México) Carlos Santana. En entradas anteriores, dedicadas a los temas “Evil Ways” y “Samba pa ti”, ofrecíamos alguna pincelada biográfica en torno a los orígenes de Carlos Santana, cómo se fue interesando por la música y cómo acabaría siendo mundialmente conocido por su explosiva interpretación de “Soul Sacrifice” en el Festival de Woodstock (agosto de 1969); en aquellos posts, también tratábamos de poner en valor los dos primeros discos (“Santana”, 1969; y “Abraxas”, 1970) de esta formación, que suele estar considerada como la pionera del rock latino o “latín rock”. Los siguientes álbumes de Santana, especialmente “Caravanserai” (1972), “Wellcome” (1973) y “Borboletta” (1974), estuvieron más cerca del jazz rock (o jazz fusion) que del rock latino característico de los primeros discos. Tras los trabajos titulados “Amigos” (1976) y “Festival” (1977), se publicó el doble álbum que comentábamos anteriormente: “Moonflower”.

A pesar de que, en 1977, Santana tenía material más que de sobra para lanzar un doble disco en directo, “Moonflower” se planteó como un álbum híbrido (estudio/directo), de tal manera que los temas de estudio son nuevos (la verdad es que se podría haber grabado un disco de estudio sólo con estas canciones …), mientras que los temas en directo corresponden a grabaciones en vivo de la banda y, por lo tanto, eran melodías bien conocidas. Por ejemplo, “Let The Children Play”, “Europa”, “Black Magic Woman / Gypsy Queen”, “Dance Sister Dance” o “Soul Sacrifice /Head, Hands & Feet”. Entre las grabaciones de estudio, hay varias en la órbita del jazz rock, como “Dawn / Go Within”, “Zulu”, “I’ll Be Waiting”, “Bahia”, “El Morocco” o “Trascendance”, pero las que más destacan son una versión del clásico de los Zombies “She’s Not There”, en formato pop-rock latino, y la balada romántica “Flor d’Luna”, compuesta por el teclista de la banda, Tom Coster.

Este tema, uno de los imprescindibles para “bailar agarrao” en discotecas, guateques, fiestas de pueblo y saraos similares durante los años setenta del siglo XX, tiene algunas versiones (tampoco demasiadas), generalmente ejecutadas por artistas no excesivamente conocidos. Os recomiendo la del guitarrista catalán Santi Picó, incluida en el disco “Guitarras Mestizas” (1999), del que ya hablamos en una entrada anterior; la del grupo The Rosenberg Trio, entre el jazz y el flamenco; la de The Peter Pupping Band, en una línea similar a la anterior; y la del guitarrista italiano Alfredo Bochicchio.