El primer éxito de la banda Creedence Clearwater Revival fue una versión del tema «Susie Q», compuesto por el cantante y guitarrista de Lousiana Dale Hawkins -aunque por imperativos discográficos también aparecen dos autores más-. Hawkins fue el primero en grabarla, en 1957, con un cierto aire de rockabilly-R&B pausado que también puede apreciarse en algunas de las versiones que se hicieron después, como las de Gene Vincent, Johnny Rivers, Loonie Mack, Jimmy and the Rackets, The Everly Brothers, Flash Cadillac & the Continental Kids, Sleepy La Beef o la de los Rolling Stones (segundo de los vídeos recomendados de hoy) que, con una duración inferior a los dos minutos, fue incluida en su álbum «The Rolling Stones No. 2» (1965), el segundo disco de los británicos, un interesante trabajo con varias versiones de temas clásicos. Hay otras buenas adaptaciones -como la de Quicksilver Messenger Service-, algunas singulares -véase la de Bobby Mc Ferrin– y otras más modernas (Open Road o Ron Evans Trio, por ejemplo), sin embargo la tercera destacada de hoy sólo podía ser la de la Creedence, grabada como single en 1967 e incluida en su primer álbum de estudio, llamado igual que la banda. Según señalan algunas fuentes, la intención inicial fue darse a conocer en la radio KMPX, de San Francisco, especializada en música psicodélica, progresiva y, en general, de formato libre, donde se respetaba la duración original de las canciones; de este modo, se animaron a recuperar una recreación de «Susie Q» que, al parecer, ya tocaban en directo antes de constituir el grupo, cuando se llamaban The Golliwogs; el tema duraba casi nueve minutos, por lo que hubo que partirlo para poder incluir una parte en cada cara del single. Pero, ¿quién fue Susie Q?; al principio se pensó en Suzi Quatro quien, por cierto, tiene su propia versión de esta canción, sin embargo parece difícil que una niña de siete años (Suzi nació en 1950) pudiera inspirar a Dale Hawkins. Tal y como se argumenta en el blog En Clave de Recuerdo, Suzie Q. es probable que fuera Susie-Jean Quealy, una bailarina rubia de ojos claros que puedo dar nombre a un conocido paso de baile popular (creo que es éste) al que se hace alusión en una canción, «Doin’ the Suzi Q«, interpretada en los años treinta por Lil Hardin Armstrong, cantante, pianista y compositora de jazz que, además, fue la segunda mujer de Louis Armstrong.
Etiqueta: Country-Rock
Tom Waits / Eagles / Gov’t Mule. «Ol’ ’55»
https://www.youtube.com/watch?v=Fcqfcw3kmoI
«Closing Time» fue el primer disco del gran Tom Waits; grabado en 1972 y publicado en marzo de 1973 por Asylum Records, fue producido por Jerry Yester, antiguo miembro de Lovin’ Spoonful. Escucharlo mientras redacto esta entrada es un inconveniente más que una ayuda, porque tal maravilla debe ser paladeada sin interferencias; sólo así se puede apreciar el sabor y el aroma de un producto cuyos ingredientes son el folk, el country, el jazz, el blues y el rock, formando parte de un experimento gastronómico que sólo alguien con mucho talento es capaz de cocinar a base de buenos músicos, dedicación, letras sugerentes y esa voz que, el crítico musical Daniel Duschholz ha descrito como si Waits hubiese sido «sumergido en un depósito de bourbon, ahumado durante meses, y luego llevado afuera y aplastado por un coche«. Y eso que, en 1973, su voz aún no era ese rugido cavernoso que acabó adquiriendo con el paso de los años, imagino que conseguido a base de alcohol y hábitos poco saludables; en este vídeo podéis ver una versión en directo de «Ol»55″, la canción de hoy, con la comenzaba «Closing Time«, una obra verdaderamente maravillosa, la prueba de que, con personalidad y clase, también se puede cantar con las entrañas. Este disco está lleno de grandes temas, todos compuestos por Waits, por lo que es probable que, más adelante, vuelva a él para ocuparme de un título con nombre de mujer, como en su día hice con otra excelente canción: «Alice«. Hoy la protagonista es «Ol»55″, una preciosa historia de amor, el relato de alguien que conduce mientras recuerda las horas que acaba de pasar junto a la persona a la que ama. Tal vez muchos conozcáis esta canción gracias a Eagles, quienes la incluyeron en su tercer álbum de estudio («On the Border», 1974), una versión que nunca fue del agrado de su autor: «No estoy particularmente loco por la versión de los Eagles (…) Creo que su versión era un poco antiséptica«. Hay bastantes interpretaciones de este tema; por ejemplo, las de Eric Andersen, Queen Bees o Tommy Eden, en el terreno country-folk melódico; la de Sarah MacLachlan, decididamente melódica o la más rockera de Richie Havens; las procedentes de Holanda y Bélgica: Acda ende Munnik, Nick & Simon o K’s Choice; algunas más bluseras, como la de Owen Campbell o tirando hacia el jazz, es el caso de la propuesta por la alemana Lisa Bassenge Trio. No obstante, para el tercer vídeo, finalmente me he decidido por una grabación en directo del año 2012 a cargo de Gov’t Mule -con la colaboración de Jackie Greene-, banda emparentada por The Allman Brothers Band.
Las Cinco Canciones de Raúl (I): «Hotel California» (Eagles)
Como ya os comenté hace unos días, esta web ha cumplido su segundo año en la blogosfera. Para celebrarlo me he liado la manta a la cabeza y he tratado de rescatar una idea que ya puso en funcionamiento el amigo Salva desde su blog «Mentalparadise», una iniciativa orientada a incrementar el contacto entre todos nosotros, con el ánimo de que nos conozcamos un poquito más y compartamos nuestros recuerdos. Os animo a participar, a que nos digáis cuáles son las cinco canciones que, por la razón que sea, han tenido importancia en vuestras vidas, aquellas que estimulan vuestros recuerdos, las que os hacen viajar a determinados momentos de vuestro pasado. Es posible que sean las cinco canciones que más os gusten o, tal vez, no; lo más importante tiene que ser su valor sentimental, su capacidad evocadora. La idea es que cada vídeo vaya acompañado de un texto, en el que nos contéis por qué es importante esa canción para vosotros. Tal y como hacía Salva, los temas serán publicados de lunes a viernes, dedicando así una semana a cada colaboración. Además de las cinco canciones, y sus cinco textos respectivos, también me gustaría que me enviarais una breve presentación de vosotros, algo que entiendo siempre ayuda y nos acerca un poco más.
No os puedo pedir que hagáis algo si antes no lo hecho yo mismo; así que, durante esta semana, irán mis cinco canciones. Aquí podéis saber alguna cosa más sobre mí, o en esta entrevista que hace unos meses me hizo el amigo Ángel, responsable del blog El Gramófono.
Creo que empecé a interesarme por la música a los 12 ó 13 años, tal vez como mecanismo de defensa ante las sesiones de copla a las que me sometía mi madre; me acuerdo del programa “Feria de Coplas”, de sus innumerables cintas de casete e incluso de cuando hacía sus pinitos cantando canción española. Acabé odiando esa manera de entender la música, aunque penetró en mí por ósmosis; de hecho, ya en mi madurez y sin complejos de ningún tipo, he vuelto a disfrutar de la copla.
Hacia 1976 ó 1977 yo me peleaba con mi madre (como podéis imaginar, casi siempre perdía) por el control del radiocasete; mi objetivo eran los programas de radio de rabiosa actualidad musical y, sobre todo, aquellos en los que los oyentes dedicaban canciones, éstos resultaban más interesantes para mis propósitos: grabar canciones, más que nada porque avisaban de lo que iba a sonar y solían respetar el tema hasta el final. Me conocía los programas de todas las cadenas, sus estilos y horarios, de tal manera que incluso llegaba a dejar a mis amigos (en aquella época estábamos siempre en la calle) para ir a grabar.
En una de esas sesiones radiofónicas descubrí “Hotel California”, del grupo Eagles, y me quedé embobado, como si hubiera descubierto América; aquello no se parecía en nada a las habituales canciones comerciales que llenaban las listas de éxitos. Me ayudo a agudizar el gusto musical y empecé a exigir más a los programas de radio, de tal manera que cada vez iba grabando menos; ya tenía un parámetro de calidad establecido: “Hotel California”, ya no quería escuchar todo lo que me proponían, ahora tenía que rebuscar, como el que mete la mano en un cajón de camisetas para buscar la ganga soñada.
“Hotel California” permaneció pegado a mí durante dos o tres años. Era una de las canciones que sonaban en un viejo Jukebox que había en un bar de un pueblecito del Valle del Tiétar, al que voy desde que era un niño; me acuerdo que, con una moneda, se podían poner dos canciones, yo siempre elegía ésta y “Dust in the Wind”, del grupo Kansas, otro de mis descubrimientos radiofónicos, con ambas se podía intentar bailar “agarrao”. Con quince años tuve la oportunidad de hacer un precioso viaje familiar a Marruecos, aprovechando que uno de mis tíos era de aquel país. Estuvimos todo el mes de agosto y pudimos conocer a gente muy interesante, como Abdellah, un chico algo mayor que yo con el que podía hablar de música, y al que me acerqué cuando en su radiocasete sonaba “Hotel California”.
Poco. «Rose of Cimarron»
En tiempos del salvaje y testosterónico Oeste las mujeres eran quienes lo tenían más difícil; básicamente tenían dos opciones: ser abnegadas esposas o ganarse la vida como prostitutas; el resto de actividades quedaban reservadas para los hombres. Rose Dunn fue una excepción en aquel masculinizado mundo; nacida en 1879, en Oklahoma, de una familia pobre, fue educada por monjas en el convento de Wichita y por sus propios hermanos, quienes le enseñaron todo lo necesario (montar a caballo, disparar o utilizar el lazo) para poder vivir al márgen de la Ley, como hacían ellos. Con quince años se enamoró de uno de los forajidos más famosos de aquella época, George Newcomb, antiguo miembro de la banda de los «Hermanos Dalton» y, posteriormente, de la de Bill Doolin. Rose pronto empezaría a colaborar con estos últimos forajidos, llegando a ser muy popular y conocida con el apodo de «Rose of Cimarron». Según se cuenta, incluso les ayudó a escapar, Winchester en mano, cuando habían sido acorralados por un grupo de Marshalls. George Newcomb murió de manos de los propios hermanos de Rose, entonces metidos a cazarrecompensas, cuando precisamente iba a visitarla. Nunca fue acusada de crimen alguno y, ya alejada de las bandas, contrajo matrimonio con un político de Oklahoma. Murió a los setenta y seis años de edad. «Rose of Cimarrón», además del nombre por el que fue conocida Rose Dunn, es también el título del undécimo álbum del grupo de country rock Poco, creado en 1969 a partir de las cenizas de Buffalo Springfield, formación en la que militaron Stephen Stills, Neil Young o los dos fundadores de Poco: Richie Furay y Jim Mesina. Tras abandonar el nombre inicial (Pogo), por problemas legales con el creador del cómic del mismo nombre, grabaron su primer disco en 1969. Durante los siguientes años continuaron publicando álbumes, no demasiado exitosos, y sufriendo la continua entrada y salida componentes; en 1976, ya sin Furay ni Messina, editaron «Rose of Cimarron», un excelente trabajo con temas tan interesantes como «Company’s coming», enlazado con «Slow Poke», «Tulsa turnaround» o el tema destacado de hoy, titulado igual que el disco en homenaje a aquellos tiempos del viejo Oeste y a la figura de Rose Dunne. Si no conocéis esta canción os va a sorprender, por su melodía, por el acertado uso de la voz (en ocasiones utilizando el falsete y, hacia el final, subiendo una octava), por ese inicio acústico que hace que enganchemos desde el principio, por su solo de guitarra, por su riqueza instrumental (violín, banjo, steele guitar, armónica, etc.) y por ese giro, hacia el final de la canción, orquestado como si fuera un tema de rock progresivo. Existen algunas versiones, como las de Emmylou Harris o Sandy Posey, pero ninguna está a la altura del original.
Eagles / The Langley Schools Music Project / Diana Krall. «Desperado»
El pasado 18 de enero fallecía Glenn Frey, uno de los pilares fundamentales de la banda californiana Eagles, a la edad de 67 años. Se inició en el mundo de la música mientras realizaba los estudios de secundaria en la Dondero High School de Detroit, su ciudad natal; allí formó su primera banda, The Disciplines, más tarde llamada The Subterraneans, el germen de otra denominada The Mushrooms, con la que llegaría a grabar, en 1966, un single con las canciones «Such a Lovely Child» y «Burned«, que podéis escuchar en sus enlaces respectivos. Tras mudarse a Los Ángeles, realizó su primera grabación profesional al frente del dúo Longbranch Pennywhistle, en 1968; es ésta la época en la que conoció a Bob Seger -colaboró con él en su primer álbum: «Ramblin’ Gamblin’ Man» (1969)- y a Jackson Browne, con quien escribiría algunas canciones, como la famosa «Take it easy«. Imbuido del espíritu hippie, fue de grupo en grupo hasta que conoció, en el club Trobadour, a Don Henley y a Linda Rondstad, quien le acabaría contratando para formar parte de su banda. Con la ayuda de esta cantante, y la incorporación de Bernie Leadon y Randy Meisner, Glenn Frey y Don Henley crearon Eagles, la banda más exitosa que ha tenido el country rock en toda su historia. Publicaron su primer álbum («Eagles») en 1972 y, un año más tarde, su segundo trabajo: «Desperado«, un álbum conceptual que no tuvo mucho tirón comercial a pesar de que es uno de los mejores álbumes de los californianos. Toma como hilo argumental a la mítica banda de forajidos del viejo Oeste conocida como Doolin-Dalton, centrándose en los aspectos humanos, en la personalidad y la vertiente romántica de estos malhechores: timbas, peleas, mujeres, alcohol, pero también asuntos como la soledad, la vida errante o la imposibilidad de enamorarse. La canción que he elegido para homenajear a Glenn Frey, escrita por él y por Don Henley, es la titulada igual que el Lp; se trata de una reflexión sobre la necesidad del amor como elemento redentor, que algunos autores han querido interpretar como una metáfora de la vida que, en aquella época, llevaban las estrellas del rock.
«Desperado» ha sido versionado por muchos y muy buenos artistas, como Linda Rondstad, Kenny Rogers, Johnny Cash, The Carpenters, Judy Collins, Neil Diamond, Clint Black, Lynn Anderson, Randy Crawford y, muy recientemente, Miranda Lambert. La tercera versión que os propongo es la de la cantante y pianista de jazz Diana Krall, incluida en su álbum «Wallflower» (2015). La segunda es una deliciosa y singular rareza; pertenece al colectivo The Langley Schools Music Project, un coro de niños involucrados en un peculiar proyecto educativo de los años setenta liderado por Hans Fenger. Este «profe hippie», como decían sus propios alumnos, acabó ganándose la confianza del claustro de profesores y les convenció para grabar un par de discos con los que poder demostrar los progresos de estos chicos. El repertorio fue elegido por los chavales, entre los grandes éxitos de aquella época (mediados de los setenta): The Beach Boys, David Bowie, The Beatles, Eagles, etc.; y la instrumentación (xilófonos, timbales y panderetas) fue ejecutada también por los niños, a excepción de la guitarra y el piano que quedaron a cargo del profesor. El resultado (aquí lo podéis escuchar) es un milagro de esos que se ven muy pocas veces en el mundo de la música, una obra limpia, emocionante y sincera.