Pink Floyd. “Time”

«(…) para los relojes de la introducción de “Time” utilizamos elementos de una demostración de una grabación cuadrafónica que Alan [Parsons] había hecho uno o dos meses antes de las sesiones de grabación de Dark Side. Había ido a un anticuario y grabó lo que haría las delicias de un estudioso de los relojes: campanadas, tic-tacs y alarmas. La introducción básica para esta canción se hizo a partir de unos roto-toms que resulta había en el estudio, y se grabó en tan solo unas tomas. Los roto-toms consistían en unos parches de batería tensados en un aro sobre un eje de rosca. Al girar el parche se podía afinar igual que un timbal, por lo que se podían utilizar una serie de tonos controlados”.

Nick Mason. Dentro de Pink Floyd. El largo y extraño viaje hacia el éxito de un grupo mítico. Barcelona: Ma Non Troppo, 2007; págs. 129-130)

El relato de Nick Mason -el mítico batería de Pink Floyd– en torno a la concepción y ejecución de “Time”, uno de los títulos más conocidos del álbum “The Dark Side of the Moon”, revela el nivel de complejidad con el que fue concebido este disco, en el que se utilizan efectos sonoros de objetos cotidianos, como relojes, papel, cajas registradoras o monedas. De todo ello hablamos en una entrada anterior, en torno a otra de las canciones fundamentales de este Lp: “Money”. También mencionamos el importante papel desempeñado por el ingeniero de sonido, Alan Parsons, en la grabación, en el ensamblaje de este mecano musical y en la materialización de esta calculada experimentalidad sonora en torno a algunos objetos que nos rodean. De nuevo Nick Mason nos ofrece algunos datos, y ciertas claves relacionadas con el uso de la batería, que nos ayudan a valorar lo que supuso el trabajo de Alan Parsons en este disco:

“Era un ingeniero condenadamente bueno. Pero, además, tenía muy buen oído y era un músico competente (…) Me encantaba el sonido que podía conseguir con mi batería en la cinta. En la música rock, conseguir esto sigue siendo una de las grandes pruebas para cualquier ingeniero (…) La batería -prácticamente el único instrumento acústico que queda en un contexto de rock estándar- consiste en una serie de componentes que vibran y resuenan mediante una amplia gama de sonidos y superficies. Pero lo malo es que al golpear un elemento genera una vibración en cadena en los demás. En los tiempos en que se grababa con cuatro pistas, el ingeniero necesitaba captar, pero a la vez tener por separado, el firme impacto del bombo y el charles para marcar el tiempo, el sonido amplio de la caja, los tonos afinados de los timbales y el siseo o salpicadura de los platos. Instalar los micrófonos para captar esto es una de las artes secretas del negocio, y es una manera muy buena para detectar a los mejores profesionales. El amplio abanico de habilidades de Alan era patente«

Nick Masón. Dentro de Pink Floyd …; pág. 128.

Además de los mencionados efectos sonoros y percusiones, también debemos destacar en “Time” el solo de guitarra de David Gilmour, los coros femeninos a cargo de Doris Troy, Leslie Duncan, Liza Strike y Barry St. John, y una interesante letra que aboga por el control de nuestro destino, en lugar de esperar que el paso del tiempo precipite nuestro devenir; así lo explicó Roger Waters en 1982:

«Pasé una gran parte de mi vida, hasta los 28 años, esperando que mi vida comenzara. Pensé que, en cierto punto, me convertiría de un capullo en una mariposa, que mi verdadera vida podría empezar. Si tuviera que vivir de nuevo esa etapa de mi vida, preferiría vivir el lapso entre los 18 y 28 años sabiendo que sería así, que nada ocurriría repentinamente, que el tiempo pasa, que eres lo que eres, y que haces lo que haces».

Roger Waters, consultado en Wikipedia.

Finalizamos con algunas grabaciones en directo, en concreto las incluidas en los álbumes “Pulse” (1995) y “Delicate Sound of Thunder” (1988), una versión en vivo de Roger Waters (2016), otra de David Gilmour y Richard Wright (2006) y una más a cargo del grupo de metal progresivo Dream Theather.

Jimmy Cliff / The Animals / Joe Cocker. “Many Rivers to Cross”

Jimmy Cliff es un artista jamaicano aún en activo, actualmente es el único músico de reggae vivo que está en posesión de la “Order of Merit”, la más alta distinción que otorga Jamaica en el ámbito científico y artístico. Nacido en julio de 1944 como James Chambers, escribía canciones cuando apenas era un niño; a los catorce años, después de participar en algunos concursos para talentos, ya había grabado sus primeros sencillos. A los veinte años era bastante conocido en Jamaica, incluso fue uno de los representantes de su país en la Feria Mundial de Nueva York de 1964-1965. Poco después firmaría con Island Records, y se mudaría al Reino Unido en busca de fama y reconocimiento internacional. Aquellos primeros años en Europa no debieron ser fáciles para él, aunque poco a poco lograría hacerse un hueco dentro de la difícil industria discográfica británica. En 1967 publicó su primer álbum (“Hard Road to Travel”), después vendrían los titulados “Jimmy Cliff in Brazil” (1968) y Jimmy Cliff (1969 -posteriormente retitulado como “Wonderful World, Beatiful People”-).

En este último disco se incluyó “Many Rivers to Cross”, una canción en la que quiso plasmar su estado de ánimo durante aquellos primeros años en Reino Unido, adonde llegó cargado de energía e ilusiones para compartir la gloria con los Rolling Stones o los Beatles. La frustración que le provocó el anonimato, acostumbrado a la fama que tenía en Jamaica, y el tener que ganarse la vida en clubs nocturnos, motivó esta canción, que habla de abandonos, soledad, pérdida de identidad y desesperación; todo ello mientras el protagonista de la canción vagabundea por los acantilados de Dover, precisamente el lugar que comunica Inglaterra con el continente, un camino que recorrió muchas veces Jimmy Cliff cuando viajaba a Francia o Alemania en busca de trabajo como músico.

“Many Rivers to Cross” es una balada pop, con un órgano que se enseñorea de la canción hasta prácticamente transformarla en una pieza de soul (los coros también ayudan). La impresionante voz de Jimmy es el otro aspecto destacado de esta conocida melodía, que probablemente cuente con un centenar de versiones. Os animo a que escuchéis las interpretaciones de Percy Sledge, Little Milton, Martha Reeves, Harry Nilsson, Linda Rondstadt, Jimmy Barnes, John Lennon, Marcia Hines, Desmond Dekker, Bryan Adams, Annie Lennox, Elvis Costello, UB40, Cher, Zuchero & Toni Childs, Oleta Adams, Monty Alexander y, por supuesto, las dos versiones que hoy acompañan al original de Jimmy Cliff; la del grupo de Eric Burdon -The Animals-, publicada en el álbum “Before We Were So Rudely Interrupted” (1977), con el que esta banda volvió a reunirse -de hecho, el nombre del grupo que aparece en el álbum es del de The Original Animals-, y la de Joe Cocker, incluida en su disco “Sheffield Steel” (1982).

Jimmy Cliff

Roy Orbison / Don McLean / Fortune-Walker-Rogers-Isaacs. “Crying”

Roy Orbison (1936-1988) es uno de los habituales de este blog. Desde niño ya mostraba interés por la música; a los seis años su padre le regaló una guitarra, a los ocho cantaba en un programa de radio de su Vernon (Texas) natal y con trece tenía su grupo musical: The Wink Westerners, con un repertorio compuesto por canciones de country y de Glenn Miller. Cuando se graduó, en 1954, empezó a valorar la posibilidad de dedicarse profesionalmente a la música, mientras estudiaba Geología en la Universidad. En 1956 abandonó sus estudios, y comenzó su andadura musical con la discográfica Sun Records de Sam Philips, la misma que lanzara a Elvis Presley unos años antes. Allí estuvo hasta 1959, después sería contratado por Monument Records, donde se hizo realmente famoso con temas como “Only the Lonely”, “In Dreams”, “Blue Bayou” y “Oh, Pretty Woman”.

Su tercer álbum -el segundo para Monument Records– se tituló “Crying” (1962); en él se incluyeron canciones compuestas por él y por Joe Melson, además de tres versiones de los temas “The Great Pretender”, “Love Hurts” y “She Wears My Ring”. Las canciones más conocidas y exitosas de este álbum son “Running Scared” y la que da nombre al disco, “Crying”, una excelente balada country modulada por la voz sinigual de Roy Orbison, capaz de llorar desconsoladamente dentro de un género poco dado a destapar este tipo de emociones, sobre todo cuando vienen de un hombre. Tal y como señala Eduardo de Frutos en su blog River of Country, “el tema repite obsesivamente el título de la canción, que se ‘cuela’ en esta historia de amor no correspondido. Cuando el narrador no piensa en su amor, puede sobrellevar su pérdida, pero entonces la ve, y esa visión y el tacto de su mano le hacen llorar. Él la sigue queriendo, pero ella se limita a desearle lo mejor y le deja sin consuelo”.

Tras la grabación original de Roy Orbison, se sucedieron las versiones: Ray Ellis Orchestra, Waylon Jennings, Glen Campbell, Dottie West, Del Shannon, Bobby Vinton, Gene Pitney o Don McLean, nuestra segunda versión de hoy, que fue incluida en su álbum titulado “Chain Lightning” (1978). Después vendrían otras interpretaciones, a cargo de artistas como Brotherhood of Man, Roy Orbison y k.d. Lang, Pat Benatar, Vonda Shepard, Liza Minelli, Eileen Laverty, Michal Towber & Mike Georgia o el cuarteto Fortune-Walker-Rogers-Isaacs, nuestro tercer vídeo destacado. Para finalizar, os dejo dos directos de Roy Orbison interpretando este tema, uno de 1965 y otro de 1988, que formó parte del evento “Black and White Night”, del que ya hemos hablado en otra entrada anterior.

David Gilmour. “Faces of Stone”

En tiempos prepandémicos se podía pasear libremente por el centro de Madrid, sin miedo, sin mascarillas y sin guardar distancias de seguridad cuando entrabas a los establecimientos comerciales, incluso podías conocer y abrazar a algunos de los amigos hechos a lo largo de estos bonitos años pasados en la blogosfera. El día que nos vimos Alex -patrón de la web, ya desaparecida, Rocktelegram- y yo hablamos de todo; de su vida, de la mía y, por supuesto de música; nos dimos una vuelta por algunas de las principales librerías y tiendas de discos de la capital y, en una de ellas, Alex me regaló una lujosa edición del cuarto disco de estudio de David Gilmour, el mítico guitarrista de Pink Floyd. Además del álbum en formato cd, titulado “Rattle That Lock”, esta “Edición Deluxe” incluye un blu-ray, dos pequeños libros en tapa dura -uno con fotografías, con las letras y con los títulos de crédito, mientras que el otro es una copia del libro segundo de John Milton Paradise Lost, que sirvió de inspiración a las letras de este disco-, un póster a doble cara, una púa y una postal del club de jazz Le Chat Noir incluida en un sobre ¡Muchas gracias, Alex!

La discografía de David Gilmour en solitario no es muy extensa y, tal vez, tampoco destaque demasiado, sobre todo si la comparamos con la de otros músicos emblemáticos del rock progresivo. Su primer trabajo (“David Gilmour”) lo publicó en 1978, el segundo (“About Face”) en 1884, el tercero (“On an Island”) tardó bastante más en ver la luz, concretamente lo hizo en el año 2006, mientras que el que protagoniza nuestra entrada de hoy es de 2015, es decir, que transcurrió casi una década entre estos dos trabajos. Fue grabado en el Medina Studio del propio Gilmour, con Phil Manzanera como coproductor, con buenos músicos y algunas colaboraciones especiales, como las de Robert Wyatt, Richard Wright, David Crosby o Graham Nash. “Rattle That Lock» es un disco para escuchar en casa por la tarde-noche, mientras te olvidas de las dificultades que has tenido durante el día. Algunos temas recuerdan a Pink Floyd, otros se acercan más al jazz, incluso a la música ambiental; si queréis ir escuchando alguna de estas canciones, podéis empezar con “Dancing Right in Front of Me”, “In Any Tongue”, “The Girl in the Yellow Dress” o con la que encabezamos este post, “Faces of Stone”, publicada como single con un vídeo promocional realizado por Aubrey Powell, del colectivo Hipgnosis, en el que se combinan imágenes de David Gilmour con el cortometraje experimental mudo “At Land” (1944), dirigido por Maya Deren.

A ritmo de vals, Gilmour nos ofrece una delicada composición en la que destaca la guitarra acústica, el piano -parece que, en buena parte, fue tomado de algunas grabaciones inéditas del que fuera teclista de Pink Floyd Richard Wright– y, cómo no, la inigualable guitarra eléctrica de este maestro de la sensibilidad y el buen gusto musical. Creo que tampoco os deberíais perder este vídeo en directo de “Faces of Stone”, grabado en el sitio arqueológico de Pompeya (Italia).

Queen. “Don’t Stop Me Now”

Hace algunos años, el fabricante de equipos electrónicos Alba realizó un estudio, dirigido por el científico Jacob Jolij, con el fin de determinar cuál podría ser la canción más feliz de la historia. Tras una encuesta realizada a dos mil personas, en la que se mencionaron canciones como “Dancing Queen” (Abba), “Good Vibrations” (The Beach Boys) o “Uptown Girl” (Billy Joel), la que finalmente se alzó con esta distinción fue “Don’t Stop Me Now” (1978), un tema escrito por Freddie Mercury para su banda Queen. Según manifestó Jacob Jolij al medio The Huffington Post (EE.UU.): «Mi análisis confirmó lo que la literatura ya nos había enseñado: las canciones compuestas en tonalidad mayor y con un tempo rápido son más eficaces a la hora de producir emociones positivas (…) prácticamente todas las canciones felices están compuestas en tonalidad mayor (salvo contadas excepciones), y todas ellas tienen un ritmo superior en 10 pulsaciones por minuto al de una canción estándar de pop».

Sin embargo, nunca fue uno de los temas preferidos del guitarrista Brian May; de hecho, al principio pasó desapercibido, hasta que el público se identificó con la canción por el mismo mensaje, y los mismos valores, que provocaron en May su rechazo. El optimismo desenfrenado que proponía esta canción, un canto al hedonismo, también se identificaba con el Freddie de los excesos, justo cuando el sexo y las drogas comenzaron a apoderarse de su vida. Antonio Chico, en su blog Música y Oxígeno, ha calificado a “Don’t Stop Me Now” como “una sinfonía a la autodestrucción”: “Y esa dualidad es una característica importante en esta canción pues invita a cantarla aún conociendo el significado de su letra. Es como si Mercury hubiera querido que mientras se escuchaba su canción la gente también sintiera esa alegría que él estaba experimentando cuando la escribió y allí plasmadas están toda su energía y emoción, cualidades que él tenía en cantidades inmensurables. Su voz canta con soltura y sentimiento mientras se acompaña de un piano acelerado que nos transmite la velocidad con la que él estaba saboreando los placeres que su vida de rockstar a manos llenas le estaba entregando”.

Otra de las posibles razones del desapego de Brian May quizás tenga que ver con el papel secundario que jugó en la grabación de esta canción; se trata de un tema para ser acompañado al piano, con la imprescindible colaboración de la sección rítmica (bajo y batería), la guitarra de May sólo aparece para adornar la melodía con un bonito solo a mitad de la canción. Llama la atención que, en el vídeo oficial (con el que encabezamos esta entrada), aparezca May tocando todo el rato, cuando realmente no se concibió así la grabación de estudio. Algo bien diferente a lo que sucedía en directo, donde Brian sí tocaba durante toda la canción; lo podéis comprobar en el clásico “Live Killers” (1979) y en este vídeo, también de 1979, donde se les puede ver interpretando este tema.

“Don’t Stop Me Now” se ha utilizado en diversas campañas publicitarias (Opel, Pepsi, Telefónica, VH1, etc.), en películas y series de televisión (“Zombies Party”, “¡Shazam!”, “Glee”, “The Umbrella Academy, etc.), videojuegos (“Plants vs. Zombies: Garden Warfare 2”, “Just Dance 2017”, “Sonic Frontiers”, etc.), incluso fue el tema elegido para el “doodle” de Google creado en homenaje a lo que hubiera sido el 65 cumpleaños de Freddie Mercuy. La versión más conocida de esta canción, incluida en el séptimo álbum de estudio de Queen (“Jazz”, 1978), quizás sea la de los británicos McFly.