Me encanta el Blues-Rock que se hizo a finales de los sesenta y principios de los setenta, la semilla a partir de la cual crecería el Hard Rock; en otras ocasiones me he ocupado de grupos como Cream, Canned Heat, Derek & The Dominos, incluso de algún grupo de Rock sureño, también participes de este estilo. Hoy le toca el turno a los británicos Ten Years After, una de las bandas que participó en el mítico festival de Woodstoock, donde se encumbraron gracias a una magistral interpretación de «I’m going home»; esta actuación ha pasado a la historia por la realización que se hizo de la misma, centrada en la figura de su carismático líder, Alvin Lee, que nos muestra con detalle la espectacular performance, plena de creatividad y energía, que nos dejó este magnífico músico, uno de los primeros guitarristas rápidos de la historia del rock. Por cierto, al igual que otro de los grandes, Gary Moore, falleció en Málaga; éste último en Estepona y Alvin Lee en Marbella.
Autor: Raúl
Van Morrison / Raúl Malo / Danza Invisible. «Bright side of the road»
Yo estoy muy agradecido al grupo español Danza Invisible, me hicieron pasar muy buenos momentos en los 80 y 90, cuando en Madrid había conciertos un día sí y otro también; pero, sobre todo, me ayudaron a conocer a Van Morrison, uno de mis artistas preferidos, cuyo talento es directamente proporcional a su mala leche. «Bright side of the road» es una canción compuesta por el «Ogro de Belfast», que apareció en 1979, en el álbum «Into the Music»; además de la versión original, añado dos más que, desde mi punto de vista, son también muy interesantes: la del Raúl Malo, líder del grupo de country-rock The Mavericks, y la ya comentada de la formación malagueña Danza Invisible. Hay alguna versión más -incluso una de Shakira, quizás vosotros sabéis de otras-, pero ¿es posible hacerlo mejor que Van Morrison?
Billie Holiday. «Strange fruit»
https://www.youtube.com/watch?v=-_R8xxeMFEU
«Strange fruit» es el primer tema de Jazz de este blog. Esta canción protesta fue compuesta por Abel Meeropol y acabó convirtiéndose en uno de los emblemas contra el racismo y el linchamiento de negros en los estados del sur de EE.UU. He tardado un poco pero, de ahora en adelante, espero seguir incluyendo algún que otro corte de este estilo, sobre todo del que prefiero: el Swing. Por eso precisamente, comenzar con Billie Holiday es, para mi, una obligación. Hay cantantes que tienen una voz portentosa, otras que basan su éxito en la personalidad y su peculiar manera de cantar, algunas que son capaces de transmitir como las mejores actrices y, por último, está Billie Holiday que cuando la oyes cantar te atrapa y te obliga dejar lo que estés haciendo para vivir con ella la canción. Si, además, se enfrenta a una historia visceral y comprometida como ésta el resultado no puede ser más arrebatador (os dejo este vídeo subtitulado, que pone los pelos de punta).
King Crimson. «Epitaph»
Los detractores del rock progresivo a menudo lo suelen tildar de estilo frío y alambicado, en el que la componente virtuosa y cerebral está por encima de la pasional. He de confesar que, en algunas ocasiones, tengo que coincidir con estos análisis, cosa que me da rabia, más que nada porque es uno de mis estilos preferidos. Sin embargo, creo que esta generalización es injusta; un ejemplo de ello es “Epitaph”, perteneciente a “In the Court of the Crimson King” (1969), el primer álbum de los británicos King Crimson; se trata de una poética, triste y emocionante reflexión sobre la naturaleza humana, que el grupo liderado por Robert Fripp supo dotar de una atmósfera musical única, en la que el mellotron se convierte en el aliado perfecto de esta deprimente y, a la vez, maravillosa obra de arte.
El Cruce. «Despertar»
El otro día me puse a escuchar el primer disco del grupo chileno El Cruce, editado en 1999. “Peaceco” es un excelente álbum de blues, cantado en español, que se despide con “Despertar”, un onírico y enigmático tema compuesto por Felipe Toro –cantante, guitarrista y principal compositor de la banda- que aún me tiene cautivado. La primera mitad de la canción contiene elementos sinfónicos y psicodélicos –recuperados también al final del tema-, un poco en la línea de The Doors -al menos yo tengo esa sensación-; hacia la mitad se despierta de su letargo, azotada por un largo y estimulante riff de guitarra, que acaba gobernando el resto de esta intrigante y trascendente composición.