Steppenwolf / Wilson Picket / Duane Allman. «Born to be wild»

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Steppenwolf es una banda canadiense de rock que tiene sus orígenes en un grupo de blues de Toronto llamado Sparrow, del que formaron parte algunos músicos de origen aleman. En 1967 se establecieron en San Francisco como grupo de folk, pero pronto endurecerían su sonido hasta convertirlo en un blues-rock muy próximo al hard-rock; es entonces cuando cambian de nombre y empiezan a llamarse Steppenwolf, inspirados en la novela “El lobo estepario” (“Deer Steppenwolf”) del escritor germano Hermann Hesse. En 1968 lanzan su primer álbum, en el que se incluía “Born to be wild”, una canción muy importante en la historia del rock, una de las melodías fundadoras del Hard Rock; para para muchos aficionados y críticos musicales supuso, nada más y nada menos, que el pistoletazo de salida del Heavy Metal. Apenas un año más tarde de su lanzamiento, la canción fue incluida en la película “Easy Rider”, un film de culto sobre todo para moteros y amantes de la velocidad; desde entonces, “Born to be wild” ha venido siendo utilizada, con asiduidad, en otros largometrajes donde la velocidad o las motos eran protagonistas. Además de la propuesta original de Steppenwolf, y a pesar de que esta canción es una de las preferidas por formaciones metaleras de distinto pelaje, yo os propongo la versión que hizo el cante de soul y R&B Wilson Picket, y la ejecutada por el que fuera líder del grupo de rock sureño Allman Brothers Band, el fabuloso guitarrista Duane Allman.

La Frontera. «Siete calaveras»

Dentro del entramado de grupos de pop y rock que poblaron la escena española, durante los años 80 y 90, hubo un estilo que contó con un cierto predicamento: el country rock y las melodías de vaqueros y pistoleros; me refiero a formaciones como Los Secretos, La Guardia, Dinamita pa’ los Pollos, Gatos Locos, … y, por supuesto, La Frontera, tal vez la propuesta con más tiros, más canalla y rockera de todas y, también la que que, desde mi punto de vista, más ha influido en grupos actuales, muy de mi agrado, como Los Corona o Arizona Baby (de ambos intentaré ocuparme en otra ocasión). «Siete calaveras» pertenece a su tercer LP «Tren de Medianoche» (1987); antes habían editado «La Frontera» (1985) y «Si el Whisky no te arruina las mujeres lo harán» (1986), por cierto, éste último disco contaba con una foto de portada tomada en un bar que, durante una época, frecuenté mucho («Mescalito», ubicado en Madrid, muy cerca del Viaducto). Os dejo con esta «triste historia de venganzas y de honor que el tiempo no logró olvidar. Siete calaveras y una maldición, siete cruces bajo el sol. Siete calaveras duermen en el valle, siete calaveras y una maldición».

Boston. «More than a feeling»

Hay grupos que necesitan de varios discos para consolidar su estilo y arrancar o, al menos, para parir un producto mínimamente digno. Esta afirmación, desde luego, no es válida para los norteamericanos Boston; un grupo de hard rock melódico creado en 1971 pero que, hasta 1976, no publicó su primer álbum: «Boston». Dos años después salió a la luz «Don’t Look Back» y ocho años más tarde su tercer trabajo: «Third Stage»; el grupo sigue en activo, incluso ha sacado disco en 2013, pero su producción discográfica es, además de irregular, escasa pues apenas cuenta con poco más de media docena de trabajos. Desde mi punto de vista, su mejor LP fue el primero, en el que se incluyó «More than a feeling», la canción elegida para hoy. Me trae muy buenos recuerdos, de cuando era un adolescente descubriendo la música, no sabéis la de veces que he escuchado esta canción en mi vieja cinta de casete, una de las primeras que tuve, tratando de emular la voz en falsete del fallecido Brad Delp.

Miguel Ríos. «Un caballo llamado muerte»

El sábado pasado uno de nuestros rockeros patrios más destacados, Miguel Ríos, cumplió setenta años, ¡Muchas felicidades y enhorabuena por haber llevado toda una vida dedicada a la música! Mis ojos, mis oídos y mi corazón aún recuerdan aquel Rock & Ríos que tuve el privilegio de disfrutar en un pueblo de Ávila, durante un verano que, para mí, estuvo marcado por aquel increíble acontecimiento; si queréis ver el concierto entero, lo podéis hacer desde el blog de Salva (Mentalparadise). Desde aquí os propongo -como siempre- una canción: «Un caballo llamado muerte», tema escrito por el guitarrista Javier Vargas y el propio Miguel Ríos que, inicialmente, fue publicado en el álbum «Los viejos rockeros nunca mueren» (1979). Desgraciadamente, la heroína fue protagonista durante la España de la Transición; fue generadora de marginalidad, inseguridad ciudadana y, lo más grave, de muerte y frecuentes situaciones de desastre familiar: «No montes ese caballo, «pa» pasar de la verdad, mira que su nombre es muerte, y que te enganchará. Es imposible domarlo, desconoce la amistad, es un caballo en la sangre, que te reventará». Ya sabéis que, de vez en cuando, me gusta mostrar canciones de rock con fuerte compromiso social, más que nada para callar la boca de todas aquellos que piensan que este género es una música de descerebrados, drogadictos viciosos y pecadores condenados al abismo del infierno (bueno, esto último es posible que sea verdad).

Yes. «Mood for a day»

 

Hoy le toca el turno a una de mis duplas preferidas: el grupo Yes y el guitarrista Steve Howe. La canción que he elegido es «Mood for a day», incluida en uno de los mejores discos de los londinenses: «Fragile» (1971). Este álbum es, desde mi punto de vista, el primero de los grandes discos de Yes y con el que empieza su época dorada (1971-1977), con obras como el mencionado «Fragile», «Close to the Edge», «Tales from Topographic Oceans», «Relayer» y «Going for the one»; es, también, el primer álbum en el que participó el gran teclista Rick Wakeman. «Fragile» no es un trabajo compuesto de largos temas conceptuales, al más puro estilo progresivo, yo diría que es el más hard de todos sus trabajos, con un Chris Squire (al bajo) sensacional. Da también la sensación que el propio grupo era consciente que iniciaba una nueva etapa; «Fragile» está estructurado con una serie de temas en los que participa todo el grupo y cuatro canciones donde cada uno de los cuatro músicos se lucen como solistas, prácticamente como si fuera una carta de presentación. «Mood for a day» es el tema de Steve Howe, un trabajo inicialmente grabado con guitarra española, con sabor de música clásica y flamenca que, a menudo, es utilizado como pieza para enseñar a tocar la guitarra.