A pesar de ser un género que no conozco bien, hace algo más de un año manifestaba mi interés por el power metal, uno de los subestilos surgidos a partir del heavy metal que, durante los noventa, gozó de una gran popularidad. Entonces dedicaba la entrada al tema «Black Diamond«, de los finlandeses Stratovarius, a la vez que trataba de tipificar las principales señas de identidad de este género, al menos aquellos elementos que a mí me parecen más atractivos: velocidad de ejecución, gusto por el tono épico y melódico, voces poderosas y agudas, virtuosismo y riqueza instrumental, y uso de elementos procedentes del rock progresivo y de la música clásica. Uno de los grupos españoles que mejor se ajusta a estos parámetros -al menos de los que conozco- es Avalanch, banda asturiana creada en 1993 en torno a Alberto Rionda, guitarra solista, compositor y productor musical de esta formación que, en su primera etapa, contó con Fran Fidalgo (bajo), Alberto Ardines (batería), Roberto García (guitarra) y Juan Lozano (voz), posteriormente sustituido por Víctor García. El primer álbum de estudio se tituló «La Llama Eterna» (1997) y el siguiente «Llanto de un héroe» (1999), ya con Víctor García en la parte vocal; se trata de uno de los trabajos importantes del power metal hispano, con letras que se adentran en personajes históricos y de leyenda españoles, como Don Pelayo, el Cid Campeador, el pirata Cambaral o el inquisidor Torquemada, nuestro protagonista de hoy. Tal y como nos cuenta el compañero Francisco Javier Tostado en su excelente blog, Tomás de Torquemada fue nieto de judíos conversos, fraile dominico y era el prior del Convento de Santa Cruz cuando conoció a la reina Isabel «La Católica»; ella le nombró confesor personal y, posteriormente, máximo responsable de la Inquisición Española, institución creada por los RR.CC. en 1478 aunque ya existía en Europa otro organismo inquisitorial anterior, instaurado durante el siglo XII en el sur de Francia. La opinión de Torquemada fue clave para que los RR.CC. acabaran decretando la expulsión de los judíos no conversos y, mientras él estuvo al frente de la Inquisición, se ejecutaron en la hoguera a cientos de personas, probablemente miles, utilizando para ello horribles y crueles interrogatorios envueltos en todo tipo de torturas y coacciones. «Torquemada» es uno de los grandes temas de Avalanch, casi un himno para sus seguidores, con una letra bien explícita que podéis leer en el vídeo elegido para hoy.
Categoría: Sin categoría
Van Morrison. «Moondance»
En opinión de algunos críticos y especialistas musicales, «ningún hombre blanco canta como Van Morrison»; la voz aguda de sus primeros discos ha sido calificada como «tierna, suplicante y quejumbrosa», un timbre bien diferente del que utiliza en sus últimos discos, una especie de rugido profundo lleno de matices, ideal para hacer frente a su ecléctico planteamiento musical y a su longeva carrera artística. Aun siendo un excelente recurso, que Van Morrison maneja de manera magistral, lo cierto es que aquella voz de cantante soul que lucía en sus inicios es, con permiso de Steve Winwood, de lo mejorcito que un hombre blanco ha dado al R&B. En una entrada anterior, la dedicada al tema «Gloria«, recordábamos sus primeros pasos en el mundo de la música. En 1967 inició su carrera en solitario, tras abandonar Them, el grupo del que formaba parte. Grabó su primer Lp («Blowin’ Your Mind!», 1967) con el sello discográfico Bang Records, en él se incluyó la conocida canción «Brown Eyed Girl«. Sin embargo, nunca se sintió muy satisfecho con aquel trabajo, de tal manera que hizo todo lo posible para rescindir el contrato y firmar con Warner. En 1968 publicaba «Astral Weeks», para muchos el mejor álbum del irlandés y uno de los mejores discos de todos los tiempos; un trabajo místico, hipnótico y delicado, que ha sido comparado con el impresionismo francés y con la poesía celta; pese a que las críticas fueron muy buenas, no tuvo un gran éxito popular. Su siguiente Lp, el que hoy nos ocupa, se tituló «Moondance» (1970); fue producido y compuesto íntegramente por Van Morrison utilizando esa misma amalgama de estilos presentes en «Astral Weeks», pero en un tono más rockero y optimista, y dando un protagonismo mayor a la sección de viento (saxos, clarinete y flauta). Es el otro gran disco de Van Morrison, para mi gusto incluso superior a «Astral Weeks», donde no hay ni una sola canción que no esté a la altura; casi todas («And it Stoned Me«, «Crazy Love«, «Caravan«, «Into the Mystic«, «Everyone«, etc.) merecen un lugar destacado hoy, pero me voy a decidir por «Moondance» -la más conocida y la que más versiones tiene-, por ese embriagador ritmo de swing jazz, por el excelente trabajo de saxo, teclados y flauta, y porque la voz de Van Morrison suena maravillosamente bien.
Franco Battiato. «Centro di gravità permanente»
Durante estas últimas semanas los periodistas, sociólogos y tertulianos que pueblan nuestros medios de comunicación nos han tratado de explicar por qué el PSOE se parece, cada vez más, a la casa de Gran Hermano o a un Real Madrid-Barcelona en la época en la que Mourinho y Guardiola eran los entrenadores. Seguro que habréis escuchado todo tipo de teorías, desde las más evidentes hasta las más alambicadas, maquiavélicas o dignas de una serie televisiva de ficción. En mi opinión, se trata de un simple problema de índole fisiológica: el paciente sufre de vértigos, causados por los continuos giros en círculo sobre su propio eje, algo que sólo son capaces de soportar los bailarines profesionales; tratad de hacerlo vosotros, ya veréis que leche os pegáis contra el suelo. La clave para este diagnóstico me la proporcionó el portavoz del partido en el Congreso, Antonio Hernando, cuando en el acto de investidura de Mariano Rajoy explicó, como si estuviera en la consulta del médico, las posibles causas que han originado estas dolencias: «(…) en el 79 renunciamos al marxismo (…) No fue fácil mantener a España en la OTAN, porque tuvimos que desdecirnos de nuestros compromisos (…) No fue fácil proponer y firmar los dos últimos pactos contra el terrorismo (…) No se equivoquen ustedes, nuestra abstención no es resignación, es un nuevo comienzo (…)» Aunque no soy médico (espero que mis compañeros de trabajo no se molesten), me voy a atrever a proponer un tratamiento basado en la búsqueda, por parte del enfermo, de su centro de gravedad, ayudado por el tema de Franco Battiato «Centro di gravità permanente» (aquí lo tenéis cantado en español). He de reconocer que el tratamiento es bastante agresivo: «Una vieja de Madrid con un sombrero, un paraguas de papel de arroz y caña de bambú. Capitanes valerosos, listos contrabandistas noctámbulos. Jesuitas en acción vestidos como unos bonzos en antiguas cortes con emperadores de la dinastía Ming». Imagino que el paciente, sensibilizado como está, volverá a marearse con esta parte de la canción; y así debe ser, incluso podría llegar a vomitar si se incrementan las nauseas, hasta que aparezca el estribillo que, a base de repetirlo, espero pueda resultar eficaz: «Busco un centro de gravedad permanente que no varíe lo que ahora pienso de las cosas, de la gente. Yo necesito un centro de gravedad permanente». Como éste es un blog de música y quienes lo seguís es probable que hayáis perdido el equilibrio musical en algún momento de vuestra vida (creo que a casi todos nos ha pasado), os aconsejo que tratéis de entonar ésta otra parte de la canción: «(…) no soporto ciertas modas, la falsa música rock, la new wave española, el free jazz, punkie inglés, ni la monserga africana» ¿A qué ya os sentís mejor? 😉
The Guess Who. «American Woman»
Entre los himnos antibelicistas más famosos del rock existe uno, “American Woman”, que inicialmente fue tachado de machista y, posteriormente, de antiamericano, incluso llegó a ser censurado por el presidente Richard Nixon por este motivo. La canción fue escrita por Randy Bachman, Burton Cummings, Garry Peterson y Jim Kale, miembros de la banda canadiense The Guess Who, fundada en 1965 y, según señalan algunas fuentes, la primera de aquel país que consiguió llevar un tema (“These Eyes”) al número uno de las listas estadounidenses. “American Woman” formó parte del álbum homónimo, el sexto de esta formación, publicado en 1970, con un estilo entre el hard rock, el blues rock y el rock psicodélico. La canción surgió de manera casual; justo antes de iniciar un concierto en Kitchner (Ontario), Randy Bachman rompió una de las cuerdas de su guitarra, sus compañeros trataron entonces de improvisar un ritmo para animar a la parroquia, al que añadieron una letra intrascendente con lo primero que les vino a la cabeza. La experiencia fue tan buena que decidieron grabar la canción, incorporando una letra comprometida, de protesta hacia lo que consideraban una actitud imperialista de los Estados Unidos en la Guerra del Vietnam, y de desprecio hacia todos los estadounidenses que reclutaban para luchar en una contienda que nunca llegarían a comprender. La letra repite el mismo mensaje: “mujer americana, aléjate de mí”, y otras lindezas como “déjame vivir”, “no quiero ver tu cara”, “tengo cosas más importantes que hacer que envejecer contigo”, “lárgate” o “no eres buena para mí”; según manifestaron sus autores, es una letra metafórica y simbólica, en la que esa mujer americana es la neoyorquina Estatua de la Libertad. Las feministas dejaron de protestar pero a la Casa Blanca no les debió parecer bien que unos canadienses se metieran en sus asuntos y, lo que es peor, que hicieran pensar a sus ciudadanos en el sinsentido de las guerras. Existe una versión reducida, la que fue utilizada en el lanzamiento como single, en la que se eliminó la intro blusera (aquí la podéis escuchar). Por otro lado, “American Woman” fue incluida en la B.S.O. de “Austin Powers 2: La Espía que me achuchó” (1999) y en el álbum “5” -reedición de 1999-, de Lenny Kravitz, tal vez la versión más conocida de este tema.
Chuck Berry / Emmylou Harris / New Riders of the Purple Sage. «You Never Can Tell»
https://www.youtube.com/watch?v=qK5N2LavUZQ
Una de las escenas más famosas y reconocibles en la obra de Quentin Tarantino es la del baile entre Vincent (John Travolta) y Mia (Uma Thurman), de la película «Pulp Fiction» (1994); aquí podéis recordarla, mientras que este interesante vídeo nos muestra cómo fueron los momentos previos a la escena así como su filmación, en la que se puede ver a Tarantino bailando y disfrutando con la canción (a partir del minuto dos). Sin embargo, esta secuencia llegó a peligrar, y a punto estuvo de no ser incluida en la película ante las dudas que tenía Uma Thurman para estar a la altura de John Travolta, mucho más familiarizado que ella con las escenas de baile. Como bien sabéis todos los aficionados al cine, una de las principales señas de identidad del estilo Tarantino es el uso habitual de elementos e influencias procedentes del cine clásico y de género, esta secuencia no es una excepción; buena parte de críticos cinematográficos coinciden en señalar, como fuente de inspiración, a una de las escenas de «Band à Part» (1964), de Jean-Luc Godard; otros mencionan al clásico de Federico Fellini «Ocho y Medio» (1967); incluso hay quien menciona una escena de una película de dibujos animados: «Los Aristogatos» (1970). El famoso baile entre Thurman y Travolta se hizo al ritmo de Chuck Berry, en concreto de su tema «You Never Can Tell», compuesto por el norteamericano cuando estaba en prisión tras ser declarado culpable de un delito sexual; fue incluido en el álbum «St. Louis to Liverpool» (1964) y nos habla de la vida cotidiana de dos jóvenes recién casados. Antes de presentaros las tres versiones de hoy, me gustaría indicar que existen bastantes más, varias en el ámbito del country y el country-rock (Waylon Jennings & Jessi Colter, Billie Jo Spears, John Prine o Loggins & Messina), otras son más cercanas al R&B (Ronnie Lane), algunas más rockeras (Status Quo, Bog Seger, Bill Wyman o Bruce Springsteen), incluso las hay próximas al punk (The Morlocks) o en español (una adaptación muy interesante que me reservo para otra ocasión). En cuanto a las tres destacadas de hoy, vamos a comenzar por la del autor, Chuck Berry, pero no con el original de estudio sino con una interpretación en directo sensacional. Las otras dos también son en vivo; la segunda a cargo de Emmylou Harris, que incorporó este tema a su álbum «Luxury Liner» (1976); la tercera es la del grupo californiano de country-rock New Riders of the Purple Sage, que llegó a contar entre sus miembros con algunos músicos de Grateful Dead, entre ellos Jerry García, la canción apareció publicada en su octavo disco de estudio: «New Riders» (1976).