Neil Young / Johnny Cash. «Four Strong Winds»

“Four Strong Winds” es una bellísima canción escrita por el compositor y cantante country canadiense Ian Tyson, que fue grabada -por primera vez- por el dúo Ian and Sylvia, integrado por él mismo y su mujer. En 1978 Neil Young la incluyó en su álbum “Comes a Time”, enriqueciéndola y dotándola de matices folk-rock como sólo el genio canadiense sabe hacer. El primer vídeo de hoy está tomado del documental “Heart of Gold” (2006), dirigido por el cineasta Jonathan Demme (Philadelphia, El Silencio de los Corderos, El Mensajero del Miedo, etc.), un acercamiento al cantautor canadiense con ocasión de la presentación del disco “Prairie Wind” en el Ryman Auditorium de Nashville, para la que se rodeó de viejos amigos y colegas, como su propia esposa (Pegi Young), Emmylou Harris o el guitarrista Ben Keith. “Prairie Wind”, uno de los álbumes más emotivos de su carrera, fue concebido y grabado en vísperas de una delicadísima operación de aneurisma cerebral de la que finalmente salió victorioso; tal y como manifestó el propio Young, se trataba de plasmar lo que pasaba por su cabeza y su corazón en aquellos momentos difíciles: la familia, la pérdida de los seres queridos y la necesidad que tenía de contar historias cotidianas como parte fundamental de su vida. La otra versión que os propongo es la del gran Johnny Cash, más pausada y con esa irresistible voz grave y profunda que lo caracteriza. Despues de escuchar a Neil Young y a Johny Cash desisto de incluir una tercera versión, aunque entiendo que a vosotros os puedan gustar otras, algunas debidas a artistas de primerísima fila, como Marianne Faithfull, Judy Collins, Bob Dylan o John Denver, entre otros; al fin y al cabo sobre gustos no debe haber disputas.

 

Stanley Jordan. «The Sound of Silence» / «Stairway to Heaven»

Casi todos los que amamos el rock no podemos concebir nuestra música sin un buen guitarrista, y cuando nos piden quiénes son nuestros favoritos no dudamos en dar una retahíla de nombres, todos a cuál más rockero. Sin embargo hay otros estilos musicales, como el blues, el jazz o el flamenco, donde campan a sus anchas guitarristas que quitan el hipo. El estadounidense Stanley Jordan es uno de esos genios de las seis cuerdas. Grabó su primer disco («Touch sensitive») en 1982 y pronto se hizo famoso por su singular manera de tocar la guitarra, basada en una técnica conocida como «tapping» que, en líneas generales, consiste en presionar las cuerdas con las dos manos, en lugar de presionar y rasgar; con ello se consigue el efecto de dos guitarras, sonidos similares a los de piano y un irresistible atractivo estético, habida cuenta que las dos manos se sitúan sobre el mástil. Stanley Jordan no es, ni mucho menos, el inventor del «tapping»; otros guitarristas ya lo habían venido utilizando con anterioridad, pero fueron Eddie Van Halen y Stanley Jordan quienes comenzaron a utilizarlo con asiduidad, éste último prácticamente no toca de otra manera. Para muestra un botón, aquí tenéis una versión del clásico de Paul Simon «The Sound of Silence». Si os apetece seguir escuchando algo más de él os recomiendo el segundo video, donde interpreta el conocidísimo tema de Led Zeppelin «Stairway to Heaven», para el que se vale de dos guitarras que ejecuta de manera simultánea.

Concierto de Ian Anderson – Best of Jethro Tull. Madgarden Festival. Madrid, 8-VII-2014

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Pocas veces he estado tan emocionado e ilusionado con un concierto de rock como el martes pasado, minutos antes de que diera comienzo el recital de Jethro Tull en el Madgarden Festival de Madrid. Cuando días antes le contaba a un amigo que, por fin, podría ver a Ian Anderson en directo, uno de mis ídolos de juventud y casi de niñez, me dijo: «Va a ser como un examen de conciencia para ti»; y así podría haber sido, si no fuera por lo poco que anidan en mí sentimientos e intimidaciones religiosas como la culpa, el pecado o la redención. En cualquier caso, estos nuevos Jethro Tull me hicieron recordar que los tiempos pasados no son mejores por su excelsitud, en realidad los recordamos, y hasta los idolatramos, porque ya no volverán.
Por si todo esto fuera poco, tenía otro buen motivo para asistir, lo iba a hacer con el amigo Bonustrack, de hecho, fue él quien me proporcionó la entrada y, en definitiva, el que hizo posible mi asistencia al concierto. Lamentablemente, una indisposición de última hora le dejó K.O.; espero que ya estés totalmente recuperado, no dejé de acordarme de ti durante toda la actuación. Un fuerte abrazo.
Hace unos años levantaron un jardín botánico en el antiguo descampado situado entre las facultades de Farmacia y Biológicas, en la Ciudad Universitaria de Madrid, en el mismo sitio donde Felipe González se coronó en aquellas elecciones generales «del cambio», ganadas por el PSOE gracias al voto entusiasta de diez millones de españoles. El martes no estábamos tantos como en aquella víspera de elecciones generales, de hecho ni siquiera estaba el aforo completo. Hace treinta años me hubiera extrañado mucho, hoy día lo veo normal; sobre todo después de haberme percatado, al menos en mi círculo próximo, que Jethro Tull e Ian Anderson son ya unos perfectos desconocidos, principalmente entre menores de treinta años. Como podréis imaginar, la media de edad era bastante elevada; es verdad que también se veía gente joven (en la mayoría de las ocasiones hijos que acompañaban a sus padres), pero lo habitual era ver público por encima de los 45-50 años.
Di una vuelta por el recinto, me tomé una cerveza, traté de ver los discos y libros que se vendían en la pequeña tienda habilitada a tal efecto y, finalmente, tomé asiento. El concierto comenzó con «Living in the Past», finalizó con «Locomotive Breath» y duró, aproximadamente, dos horas y cuarto (incluyendo un descanso de unos veinte minutos). En la primera hora tocaron algunos temas clásicos de la banda y, también, canciones de su último álbum «Homo Erraticus». El plato fuerte se sirvió después del descanso, donde se pudieron escuchar temas míticos como «Thick as a Brick», «Aqualung», «My Good» o «Bourée» (aunque éste no me acuerdo si fue antes del descanso), entre otros.
El sonido lo encontré bien en líneas generales, en raras ocasiones acoplado o distorsionado. Los músicos estuvieron correctos, en su sitio, muy profesionales pero, tal vez, algo fríos, sobre todo los más veteranos. El guitarrista (Florian Ophale) me gustó pero no consiguió transmitir el sonido Jethro Tull, algo que quedó bien claro en el riff de guitarra de Aqualung, vibrante pero muy diferente del original; en este sentido, se echó de menos a Martin Barre, el viejo compañero de batallas de Ian Anderson, que abandonó la formación en 2011.
Respecto a esto del sonido Jethro Tull, me hago eco de unas recientes declaraciones de Ian Anderson: «Jethro Tull soy yo y por eso sigue existiendo». En efecto, yo pude ver y escuchar a este mítico grupo, algo que dudo se pueda conseguir con las, cada vez más habituales, bandas tributo; y ello fue debido, sin duda, al escocés que estuvo, en todo momento, comunicativo, entregado, con nervio y, en algunas ocasiones, hasta inspirado. Para mi gusto los mejores momentos de la noche fueron los tramos acústicos y, sobre todo, todas la intervenciones en las que aparecía la flauta travesera, la verdadera seña de identidad de este grupo, que Anderson sigue tocando como en sus mejores tiempos. Lo peor también estuvo de su lado: la voz. Ya no llega donde alcanzaba antaño y, a menudo, me llegué a agobiar viendo cómo no le salía la voz del cuerpo; para contrarrestar esta circunstancia el grupo cuenta con la presencia de Ryan O’Donnell, un cantante-bufón con un timbre de voz muy parecido al del líder, que lo releva en aquellos tramos totalmente inaccesibles para él. Si quieren seguir actuando en directo durante los próximos años, este será el camino: un nuevo cantante y Anderson a la flauta, el espectáculo ganará en calidad pero ¿seguirá siendo Jethro Tull? Bonustrack, nos vemos en el próximo concierto, ¡no me falles!

Lista Spotify: La Guitarra de las Musas – volumen 1

Antes de continuar con la canción número 101 os invito a esta lista de Spotify donde se incluyen los temas que, hasta la fecha, han aparecido en La Guitarra de las Musas. Hay alguna excepción, algún caso particular y alguna toma de decisiones que, creo, deberíais conocer:
1.- En aquellos casos que he propuesto más de una versión para una misma canción, he elegido sólo una; el criterio ha sido totalmente subjetivo: a veces he escogido la que me ha parecido más interesante, otras veces he tratado de dar voz a intérpretes o grupos que no estaban representados en esta lista.
2.- En la entrada dedicada a Lila Downs puse tres canciones, finalmente he optado por «La cumbia del mole».
2.- Hay dos canciones que no he podido encontrar en Spotify (a lo mejor no he sabido encontrarlas): «Epitaph», de King Crimson, y «Hazañas Bélicas», del grupo asturiano Stukas. En el primer caso la he sustituido por «In the Court of The Crimson King», un directo a cargo de Greg Lake y Gary Moore (habida cuenta que King Crimson no aparece en este canal de música). Tampoco está la discografía de Stukas, así que he optado por sustituir la «movida» asturiana por la gallega: el tema «Assumpta», de Siniestro Total.
3.- No he podido encontrar la versión original de «A whiter shade of pale», la debida al grupo Procol Harum; en este caso, me he decidido por la versión de Percy Sledge. Algo parecido me ha sucedido con «Old Time Rock & Roll», de Bog Seger, y he acabado sustituyéndola por la propuesta de Sam Morrison and Turn The Page.

Canción número 100: Jethro Tull. «Elegy»

Este blog cumple hoy su canción número cien. Muchísimas gracias a todos por haber tenido la paciencia de aguantar mis propuestas y parrafadas; y, sobre todo, por vuestra contribución, en forma de aprobaciones y comentarios, sin ella probablemente no hubiera llegado a la centena. Para celebrarlo mañana nos vamos, Bonustrack y yo, al concierto que Jethro Tull tiene programado en Madrid. En alguna ocasión he manifestado que este es uno de los grupos que están conmigo desde mi adolescencia (de esto hace ya muchos años) y, sin embargo, nunca los he llegado a ver en directo; para mi es un acontecimiento que supera lo musical, espero que me transporte a aquellos años del instituto en los que lucía mi chapita de Ian Anderson prendida en mi jersey. Como soñar es gratis, allá van los temas que me gustaría escuchar mañana: «Dharma for one», «It’s breaking me up», «A song for Jeffrey», «A new day yesterday», «Bouree», «Teacher», «Living in the past», «Driving song», «Sweet Dream», «Thick as a brick», «Minstrel in the Gallery», «Cold wind to Valhalla», «Black Satin Dancer», «Requiem», «Aqualung», «Cross-Eyed Mary», «My Good», «Locomotive Breath», «Too Old to Rock ‘n’ Roll: Too Young to Die!», «Songs from the Wood», «Hymn 43» y «Elegy». La última de esta lista pertenece al álbum «Stormwatch» (1979), para mi gusto el último gran trabajo de este grupo; a partir de aquí les perdí un poco la pista y, he de decir, que lo que he ido escuchando de ellos ya no me ha gustado tanto. «Elegy» es la única canción del disco que no está compuesta por Ian Anderson, sino por el teclista David Palmer. En esta actuación en directo, de donde está tomado el video de hoy, dedicaron este bellísimo tema instrumental a su bajista John Glascock, fallecido en 1979.