Las Cinco Canciones de Whatgoesaround (II): “Hide in your Shell” (Supertramp)

Ya son varios los amigos los que han pasado por “Las Cinco Canciones de tu Vida”, y yo diría que todos hasta ahora hemos concedido un gran protagonismo a los recuerdos de adolescencia; Whatgoesaround no es una excepción, lo vimos en la canción de ayer y hoy vuelve a hablarnos de sus años de instituto, de los viajes de fin de curso, de las personas que facilitaron su gusto por la música (es evidente que las mujeres han sido claves en el despertar musical de Whatgoesaround …), y también de Supertramp. Está claro que somos casi de la misma edad porque yo tuve una época, también cuando iba al instituto, en la que no paraba de escuchar a esta banda; muchos de los recuerdos que vertí en esta sección, cuando hablé de “Shine on you Crazy Diamond”, bien podrían haber servido para cualquiera de las piezas más sinfónicas de Supertramp. “Hide in your Shell” (aquí podéis escuchar la versión original) formó parte del álbum “Crime of the Century”, “su cumbre creativa”, como dice Whatgoesaround. Para mi gusto, el mejor disco de los británicos.

“Podría decirse que Supertramp fue el grupo que abrió mis oídos y mi mente hacia la música y los siete reinos del pop-rock, que afortunadamente son muchos más de siete y trascienden todo tipo de etiquetas. Así que la mítica banda británica significa muchísimo para mí en ese sentido, porque llegué a adorarles y a estar absolutamente colgado de su música durante varios años.

Fue en 1974 cuando Supertramp sacó al mercado su tercer álbum de estudio, el disco que les lanzó al estrellato mundial y que quizá -sólo quizá, porque los 3 discos que le siguieron son formidables- fue su cumbre creativa. Por lo menos eso han manifestado algunos de sus miembros en algunas entrevistas.

Por supuesto, estamos hablando del disco “Crime of the Century”. Unos pocos años después, andaba yo cursando el B.U.P. en un instituto de Barcelona y fue en aquellas épocas que Springsteen se cruzó en mi camino a través de una mágica cinta de cassette, y después de él el resto del universo rock. Pero en realidad, antes de que apareciera el Boss ya se habían instalado Supertramp hacía algún tiempo. Como explico en la entrada de ayer, que retrotrae a mis inicios musicales, había un grupo de chicas que venían juntas de otros centros e hicieron una buena piña. Ahí nos metimos 3 ó 4 afortunados chicos, y fue gracias a ellas que la música de esta banda empezó a calarme. Es curioso, porque el otro foco musical en torno al cual orbitaban Isa, Montse, Asun y compañía era…, sí, Lluís Llach. Los numerosos discos y algunas grandes canciones del cantautor catalán las volvían loquitas. Además, por el hecho de ser catalano-parlantes muchas de ellas las cantaban y versionaban a la guitarra. Así que ya os podéis imaginar, más de 2 y 3 excursiones al más puro estilo Cumbayá. Y entonces llegó esa excursión al final -juraría- de 2º de B.U.P. Nos fuimos a un camping de Colera, en la provincia de Girona. Ya bastante al norte, cerca de Portbou y la frontera con Francia. Lo que más recuerdo de aquella excursión son las largas noches de paseos, payasadas y aventuras varias por las rocosas playas de aquella localidad…y la música omnipresente y mágica del grupo.

Andábamos saltando de roca en roca, venciendo escolleras y haciendo las típicas cosas que se supone se hacen en esos casos: correr descalzos y mojarse o acurrucarse un rato aquí y otro allí envueltos en mantas, entre el misterio de esos escondites…y la música de la banda británica. Pero  lo más curioso es que el radiocassette nos acompañaba siempre, y teclados y voces de Davis, Hodgson y compañía inundaban las noches al igual que la luna.

Pese a la importancia y la enorme significación personal de los 3 magníficos álbumes que vendrían a continuación (“Crisis? What Crisis?” en 1975, “Even in the Quietest Moments” en 1977 y “Breakfast in America” en 1979), el impacto que me produjo ese “Crime of the Century” no es fácil de olvidar.

Y desde luego, me conozco esos 4 discos de memoria y podría detallar todos sus temas uno por uno. En el disco que nos ocupa, podría decir que el tema que me parece más flojo y espeso es el “Asylum”, corte que cierra la cara A. Tampoco es nada del otro mundo el tema “Bloody Well Right”, pese a que gozó de bastante difusión y éxito. Curiosamente, el famoso y editado como single “Dreamer” tampoco me vuelve loco. Está bien en algunos pasajes, pero demasiado comercial comparado a otros. Además, esos falsetes de voz tan típicos del grupo me llegaban a agobiar por momentos. A mi madre le cargaba bastante el grupo, y en casa siempre les llamaba medio en broma “los piojosos” por sus largas melenas. La razón era también esos juegos de voces algo estridentes y una música para ella pesada (“vaya coñazo”), aunque con el paso de los años llegó a soportarlos…y a reconocerlos al instante (¿por qué será?)

De la cara B también puede decirse que el tema que en principio parecería más flojo (“If Everyone Was Listening”) en realidad es un pedazo de canción, mientras que el que da título al disco y lo cierra parece sustentarse en un arreglo de piano muy simplón, pero que resulta hipnótico y fascinante a partes iguales. Y quedarían por reseñar las que para mí son las tres joyas del disco (junto con el propio “Crime of the Century”): “Rudy”, “School” y “Hide in Your Shell”.

“Rudy” es un tema impresionante, una obra maestra del rock sinfónico, progresivo o como diantres quieran calificarlo: se llega a emular el discurrir de un tren a través de una historia personal. Magistral, no hay otra palabra. ¿Qué decir de “School”? El tema lo co-escribieron Hodgson y Davies y tiene diferentes partes instrumentales alternadas con voz, creando un crescendo memorable y una eclosión/solo final de piano que es de lo mejor que he escuchado jamás. Mágico, fascinante, evocador al máximo. Como el mismo “Hide in Your Shell”, que posee un hermoso estribillo y una gran letra. La forma en que canta Roger Hodgson es sublime.

Y es que siempre he tenido un “problema” y una debilidad con este grupo: Mi absoluta predilección por las composiciones y la voz de Hodgson frente a Davies. “Y Hide in Your Shell” lo escribió él, así que queda todo bastante claro. Siempre recordaré los pasajes de esta canción entre las rocas de las playas nocturnas de Colera, y en muchas posteriores escuchas en casa. Más tarde pude ver a Supertramp en directo. Fue en la gira para presentar su álbum “Famous Last Words”, publicado en 1982. En la portada se ven unas tijeras a punto de cortar la cuerda floja de un equilibrista, y así empezó justamente el concierto: Con las tijeras prestas a dar el corte fatal y a derribar al funambulista. Fue emocionante. Por supuesto, donde mejor pueden apreciarse los detalles es en la versión de estudio original. Magníficos arreglos, impresionantes coros y crescendo final, como era su costumbre”.

Aquí tenéis la entrada original, con todas sus imágenes y la letra original de esta canción.

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Chris Rea. «On the Beach»

Chris Rea es uno de esos guitarristas que, a pesar de su calidad y buen trabajo sobre las seis cuerdas a lo largo de sus cuarenta años de carrera, parece como si hubiera pasado de puntillas. De hecho, se le recuerda más como cantante de voz grave y profunda, y por determinadas composiciones aparentemente comerciales -como la que hoy traemos-, englobables en la categoría de rock melódico apto para todos los paladares, eso que se ha venido en llamarse AOR. Sin embargo, Chris Rea es mucho más que el producto musical que las discográficas han querido fabricar; es un prolífico compositor, de hecho él mismo ha reconocido que, a menudo, entraba en fases cercanas al autismo, donde componía casi de manera obsesiva; y, sobre todo, es un excelente guitarrista y multiinstrumentista, dominador de la técnica slide, que le permite dotar a su guitarra de una amplia gama de sonidos y texturas, hay quien ha querido ver en esta técnica un cruce entre la gaita irlandesa y el violín. En ocasiones me recuerda a Mark Knopler, otras veces a Ry Cooder o a J.J. Cale y, cuando se pone más blusero, a Eric Clapton. Grabó su primer álbum en 1974 y, desde entonces, no ha parado de trabajar; en los años noventa fue sometido a una serie de operaciones motivadas por un cáncer muy agresivo, aún así ha seguido componiendo, alejándose de los sonidos que le hicieron famoso y acercándose cada vez más a su querido blues y a otra de sus pasiones – junto con los coches de carreras-, la pintura. «On the Beach» (1986) es su octavo álbum de estudio, un disco de AOR muy elegante y relajante, en el que el jazz fusión, o smooth jazz, está también muy presente; algunos han querido ver en este trabajo un antecedente de lo que luego habría de conocerse como «chill out», movimiento con mucha aceptación en las Baleares. La romántica y evocadora canción que da nombre a este disco está inspirada en la isla de Formentera. Según ha manifestado Chris Rea, «es una canción que habla de no estar en la playa y de desear estarlo», exactamente la misma sensación que tengo después de muchos meses sin disfrutar del mar. La Guitarra de las Musas y yo nos tomamos unas vacaciones; nos vemos en septiembre con nuevas historias y temas sin fecha de caducidad, y con las «Cinco Canciones de tu Vida», esa nostálgica sección que espero siga hermanándonos y fomentando los recuerdos. Besos y abrazos para todos.

Las Cinco Canciones de Vidal (III): «Lucifer» (The Alan Parsons Project)

Este relato, el que Vidal dedica a su madre, también me ha recordado a la mía, a esos guiños y bromas que, cuando vivía con mis padres, siempre nos lanzábamos; como cuando me decía: «qué música más ratonera has puesto!», o algo que aún me sigue diciendo después de una comida copiosa: «¿qué, te vas a escuchar música a tu habitación?»; también me recordaba que tenía que quitar las chapas de Ian Anderson o de Led Zeppelin que tenía en mi jersey cuando lo iba a lavar y, por supuesto, no hacía falta que me dijera que el radiocasete tenía que quedar libre a la hora de «Feria de Coplas», eso era sagrado para ella. Vidal nos habla del placer de escuchar música en un buen equipo y cómodamente sentado, seguro que más de una vez se habrá quedado «casualmente dormido», otra de las frases que aún me sigue recordando mi madre. «Lucifer» es uno de los principales éxitos debidos a The Alan Parsons Project; es el tema con el que se inicia su cuarto álbum de estudio («Eve», 1979) y con el que Alan Parsons solía empezar sus conciertos. Veamos qué nos cuenta nuestro invitado de esta semana.

«El tercero se lo dedico a mi madre por aguantarme.
Un viernes por la tarde, en el Instituto Goya, me metí a escuchar una audición que montaba un colega de la clase en el salón de actos y que, por aquellos tiempos, se le podía haber llamado «friki» o adelantado musical para mi gusto … De repente, empezaron a sonar y retumbar aquellos tambores y esas voces medievales y, de verdad,  creo que en mi vida he vuelto a tener una sensación musical tan fuerte como aquel día, quede en estado de shock, incluso llegue a ver ángeles en la sala …
Después, este grupo y otros como Mike Oldfield, Jarre, Vangelis o Pink Floyd se convirtieron en grandes sesiones de sofá en el salón de mi casa, en un equipo que mi madre, ya viuda, compro costándole un pastón para aquellos tiempos, y que yo he heredado en vida. Mi madre todavía me dice alguna vez: ‘que bueno el mikonfil y los tubulares…'»

 

Toto. «Hold the Line»

En los años setenta y ochenta ser un buen «músico de sesión» no debía ser mala cosa; eran respetados, ganaban dinero, no tenían que discutir con compañeros de grupo y, en definitiva, se limitaban a hacer su trabajo. Sin embargo, no eran conocidos por el gran público; la creatividad era otro de los aspectos que quedaban, en cierta manera, al margen de la vida profesional de estos músicos. Algunos no quisieron conformarse con este papel secundario y trataron de crear sus propios grupos desde donde potenciar todas sus posibilidades; una de estas bandas fue Toto, creada en Los Ángeles (EE.UU) durante 1976 por David Paich y Jeff Porcaro. Toto es uno de los grupos de rock más difícilmente etiquetable, en realidad su propuesta musical participa de diferentes estilos: hard rock, rock progresivo, jazz, pop y funk; el resultado es un rock melódico o AOR que, al menos en sus primeros trabajos, parece un cruce entre Boston, Earth Wind & Fire y Chicago pero más pop. A pesar de su calidad musical, recibieron muchas críticas; su guitarrista, Steve Lukather llegó a decir que eran la banda más incomprendida del mundo. La mezcolanza de estilos no ayudó mucho a ciertos críticos musicales y tampoco el nombre, odiado por algunos de los integrantes de Toto; según ellos mismos han manifestado, no significa nada y, en todo caso, fue culpa del ingeniero de sonido, al utilizar esta palabra para etiquetar las grabaciones de la banda. Con todo, algunos guitarristas importantes, como Steve Vai, dijeron de Toto que habían creado un sonido propio y único, una mezcla de géneros perfectamente armonizada; Eddie Van Halen llegó a comentar que esta agrupación estaba «colectivamente, compuesta por los mejores músicos del planeta» (Wikipedia). Tal vez su disco más famoso sea «Toto IV» (1982), donde se incluyeron éxitos tan rotundos como «Rosanna» o «Africa»; sin embargo, a mí el que más me gusta es el primero (al menos de los que conozco), publicado en 1978 y titulado igual que el grupo. Contiene canciones como «Child’s Anthem«, la más progresiva del disco; «I’ll Supply the Love«, entre el hard rock melodico y el funk; «Georgy Porgy«, con elementos de jazz y de funk; «Manuela Run«, que a mí me recuerda al sonido de Boston; la balada rock «Angela«; o el tema elegido para hoy: «Hold the Line», uno de los mayores éxitos en la historia del AOR.

Bonnie Tyler. «Total Eclipse of the Heart»

Mi tendencia a elevar el volumen de voz es algo que me viene bastante bien en las clases. No suelo necesitar micrófono y los alumnos no tienen dificultades para escucharme, otra cosa es que lo quieran hacer. No obstante, forzar la voz no es un buena cosa, sobre todo para la salud de las cuerdas vocales; eso sí, si alguna vez me tuvieran que operar pediría que me dejaran la voz como a Bonnie Tyler; ¿quién sabe?, a lo mejor acabo triunfando en la música como lo hizo ella. Gaynor Hopkins, nombre real de esta cantante galesa, nació en el seno de una familia protestante amante de la música. Con diecisiete años acabó segunda en un concurso de talentos; a partir de entonces formó su propio grupo con el que actuó por los bares y clubes del sur de Gales, primero con el nombre artístico de «Sherene Davis» y, más tarde, con el de Bonnie Tyler, elegido entre varios nombres y apellidos de la Biblia. Para entonces ya había fichado por RCA, grabando su primer Lp en 1977, aunque antes tuvo que ser operada al detectársele nódulos en las cuerdas vocales; al parecer, le recomendaron que no hablara en varias semanas pero hizo caso omiso, lo que le provocó una especie de ronquera permanente que, lejos de acabar con su carrera, terminó siendo su recurso más valioso. Su voz rasgada, al estilo de la de Rod Stewart, la llevó hacia el éxito con temas como «It’s a Heartache«; sin embargo, no acabó de encontrar su estilo hasta que abandonó RCA, firmó con Columbia y se puso en manos de Jim Steinman, compositor, cantautor y productor estadounidense. En 1983 grababa su quinto álbum de estudio («Faster than the Speed of night»), en el que se incluyó una versión de «Have you Ever Seen the Rain?» de John Fogerty y otro tema compuesto por el propio Steinman, «Total Eclipse of the Heart», al parecer inicialmente pensado para Meat Loaf pero rechazado por su discográfica, probablemente, por un asunto de dinero. Según algunas fuentes, se llegaron a vender ocho millones de copias de esta canción, una de las más exitosas de todos los tiempos, y puso a Bonnie Tyler en la cima de su carrera. Además de la versión original incluida en «Faster than the Speed of night», que duraba siete minutos, aquí os dejo el vídeo-clip promocional, muy ochentero, ya con una duración menor -como el resto de versiones que se hicieron después- y, también, la interpretación realizada a dúo con Meat Loaf, incluida en el disco «Heaven & Hell» que publicaron juntos en 1989.