“Atom Heart Mother” es el quinto álbum de estudio de Pink Floyd, un trabajo no excesivamente bien valorado incluso por los integrantes de la banda; David Gilmour lo calificó como “montón de basura”, Roger Waters dijo que no le importaba que “lo tiraran a la basura y nadie volviera a escucharlo” y Nick Mason, en su libro Dentro de Pink Floyd (Barcelona: Ma Non Troppo, 2007; págs. 107-112), habla de las dificultades técnicas que padecieron en la grabación de este disco, en su opinión claramente mejorable. A mí me parece un disco muy interesante, prácticamente el que hace de bisagra entre la etapa psicodélica y experimental de trabajos como “A Sauceful of Secrets” (1968) o “Ummagumma” (1969) y la progresiva que se inicia con “Meddle” (1971). Tal y como nos cuenta el batería Nick Mason en la monografía anteriormente citada, el título del álbum surgió en el último momento cuando, leyendo los periódicos de la tarde para buscar una idea, se encontraron con una noticia sobre una mujer que había dado a luz tras la implantación de un marcapasos. La inolvidable portada, con una vaca en mitad de un prado, fue un trabajo del grupo Hipgnosis, que inicialmente no gustó nada a los directivos de la compañía discográfica EMI. Los ingenieros de sonido fueron Peter Bown y Alan Parsons.
La cara B de este Lp contiene cinco temas: “If”, “Summer ‘68”, “Fat Old Sun” y “Alan’s Psychedelic Breakfast”; la cara A está ocupada por la suite homónima, de casi veinticuatro minutos de duración, el tema más largo de Pink Floyd después de “Shine On You Crazy Diamond”. Esta composición, con la que encabezamos nuestra entrada de hoy, era inicialmente una pieza que a veces tocaban en directo, por supuesto sin orquesta, titulada “The Amazing Pudding”. Según señala Nick Mason, la modificaron varias veces, aunque siempre que la intentaban grabar se bloqueaban; de ahí que decidieran entregar el tema a Ron Geesin tal y como estaba, para que le añadiera “cierto colorido orquestal y partes corales”. La grabación de esta suite fue muy complicada, debido a un sinfín de problemas técnicos derivados de la complejidad impuesta por los integrantes de Pink Floyd y por el propio arreglista, Ron Geesin. Éste último escribió las partituras orquestales y tenía que dirigir a los músicos de sesión contratados para la ocasión, un asunto que se transformó en pesadilla debido a las peticiones de Ron Geesin a la orquesta y al boicot que le hicieron los músicos, “reacios a que les dirigiera Ron, a quien consideraban perteneciente al mundo de la música rock”:
“Cuando Ron agitó su batuta con optimismo, ellos hicieron tanto alboroto como pudieron. Ron no sólo había escrito algunas partes técnicamente exigentes sino que además el fraseo que quería era inusual” (Nick Mason)
Uno puede entender que “Atom Heart Mother” pueda resultar algo decepcionante para un grupo tan exigente y perfeccionista como Pink Floyd; sin embargo, la mayoría de los mortales lo consideramos un disco buenísimo, en concreto la suite homónima, en mi opinión por varias razones: la orquesta y los coros finalmente quedaron muy bien y están bien integrados en el total de la obra; por su arriesgada apuesta experimental, concretada en unos efectos sonoros que fueron creados en una época en la que aún no existían los ordenadores para realizar esta tarea; por el meritorio trabajo de Roger Waters al bajo y Nick Mason a la batería, que consiguen poner orden y hacer inteligible una pieza tan compleja como ésta; por la manera con la que Richard Wright teje el tema con sus teclados, creando una atmósfera depresiva que no sé si el mismísimo Syd Barrett hubiera conseguido; y, finalmente, por la guitarra de David Gilmour, que parece sobrevolar la melodía, como si quisiera despegarse de ella, como si fuera un alma finalmente liberada de la opresión.

George Gershwin
